La farsa del asalto a Palacio
¬ Luis Ángel García lunes 11, Mar 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Sin duda hay nerviosismo en Palacio Nacional, y contrario a la narrativa de la 4T que habla del irremediable triunfo de la corcholata presidencial hasta por cincuenta puntos de ventaja, la verdad es que pueden perder la Presidencia, la mayoría calificada en el Congreso y varios de los estados. En su desesperación buscan estrategias distractoras para victimizarse porque no han podido desmentir las advertencias de que solo mediante la violencia electoral pueden retener el poder.
Desde el púlpito del Salón Tesorería, todos los días se impulsa la campaña de la abanderada guinda y de todos los candidatos de la 4T, arengas que, a diferencia de otros años, no han calado en la ciudadanía, específicamente, en el electorado, por lo que quieren repetir el esquema que utilizaron en 2021, utilizar en su beneficio la violencia política y ser omisos ante la intensa actividad del crimen organizado, el cual asumió la gobernabilidad en buena parte del país. La conciencia ciudadana tiene otros datos y el humor social está en contra de la 4T y de la violencia que han desatado los delincuentes.
Por cierto, aunque el mandatario niega que esté desbordado el gobierno, recurre a la violencia y hasta la propicia, no solo mediante el crimen organizado sino con los grupos que le son afines, como es el caso de los padres de los estudiantes de Ayotzinapa, a quienes se les ha permitido realizar todo tipo de destrozos con absoluta impunidad, robar, secuestrar camiones, retener choferes y trasgredir la ley, al amparo de que en esta administración lo que menos interesa en el Estado de Derecho. Ellos, igual que su mentor, repiten que no les vengan con que la ley es la ley. Bloquean carreteras, impiden el libre tránsito de vehículos y exigen cuotas para dejar pasar, queman camiones y no pasa nada. Contrario a la ambientalista morelense que bloqueó una instalación de CAPUFE y ahora compurga una larga sentencia.
Pero la violencia también está al servicio de su majestad y los grupos radicales, violentos y ultras son utilizados para desacreditar a opositores o hacerse la víctima de supuestas conspiraciones nacionales y extranjeros.
En días pasados, los padres de los estudiantes solicitaron un encuentro con el inquilino de Palacio Nacional y ante una aparente negativa, vandalizaron el Palacio de Cobián, la Cancillería y el Senado. Inédito, fueron al Centro de Arraigo de la FGR y destruyen la entrada amurallada de la instalación ministerial sin que se opusiera resistencia. ¿Cuál impunidad cero? De manera extraña robaron una camioneta de la CFE y a pesar de que el ex palacio virreinal estuvo fortificado ante el pánico que les provoca el movimiento feminista 8M, el vehículo ingresó por Moneda, se colocó frente a una puerta lateral de la residencia del Ejecutivo e embistió el histórico portón, el cual cedió al choque, pero nadie ingresó. Se provocó una humareda que impedía la visibilidad y el correr de soldados desarmados. El presidente, por enésima ocasión dijo que no iba a castigar ese incidente y alentó la impunidad.
¿El tabasqueño se sintió Salvador Allende? No, porque nunca hubo la intención real de asaltar Palacio Nacional, solo era una estrategia para victimizarse por las acciones de los “conservadores que manipulan a los padres de los estudiantes de Ayotzinapa”. Le importó un carajo el atentado a la investidura presidencial —que nunca estuvo en riesgo, como sucedió con Allende—, o lo vulnerable que es la residencia histórica del Poder Ejecutivo o el daño a un recinto patrimonio de los mexicanos. Era una farsa para aparecer como un héroe nacional que no tembló ante el embate de la turba; solo le faltó emular la frase “los valientes no asesinan”.
Pero farsa o no, la verdad es que el evento evidenció la vulnerabilidad de las instituciones y la ineficacia de un Ejército que, ante una real eventualidad, dejaría mancillar la soberanía nacional. Los gringos pueden invadirnos ya.