Delincuencia y autocracia
¬ Luis Ángel García viernes 1, Mar 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Acaban de aparecer dos cuadros estadísticos que miden la influencia del crimen organizado en los países del mundo y los márgenes de autocracia de los gobiernos en el orbe. Lamentablemente, en el primer caso ocupamos el primer lugar y en el segundo somos de las naciones que cada día se aleja más de la democracia y se acerca a un régimen totalitario.
Dos facetas de la nueva mexicanidad que pretende ocultar la narrativa de la 4T desde Palacio Nacional, pero que la terca realidad se encarga de desmentir. Desde hace varios años, las autoridades militares norteamericanas denunciaron la pérdida de la gobernabilidad en al menos la tercera parte del territorio nacional a manos de la delincuencia organizada; en las elecciones de 2021 la presencia de las mafias se hizo presente con una ola imparable de violencia política que segó la vida de varios candidatos de distintos partidos a cargos de elección popular, las amenazas a otros tantos aspirantes que renunciaron a sus pretensiones, el secuestro y posterior retiro de varios contendientes que optaron por continuar con vida. Fue clara la intervención del crimen organizado en esos procesos electorales, quienes además intimidaron a los votantes, destruyeron casillas e impusieron a muchos candidatos, incluso a gobernadores. El financiamiento de las campañas políticas también facilitó el lavado de dinero.
A ello se sumó el asesinato de policías, ministerios públicos, jueces, alcaldes, legisladores, entre otros servidores públicos. En total, en lo que va del sexenio, se han registrado más de 180 mil homicidios dolosos, el periodo más sangriento en la historia reciente del país. Ha habido más de cien mil desapariciones forzadas que el gobierno pretendió “desaparecer” de un plumazo; la gobernanza se perdió en varias localidades del sureste, donde los mafiosos han desplazado a comunidades enteras, asesinado a sus líderes para quedarse con sus tierras ante la complacencia u omisión de autoridades ausentes. En más de un caso y en todos los niveles de gobierno se habla de la connivencia entre gobernantes y el crimen organizado.
Se ha fracturado el Estado de Derecho y no sólo por la pérdida de la gobernanza, sino porque en los pocos espacios que ha dejado el crimen a un Estado fallido, una burocracia sin más objetivo que la retención del poder por el poder mismo y salpicado de una corrupción rampante necesita de un gobierno sin contrapesos constitucionales, sin prensa libre, con legisladores abyectos que aprueben absurdas leyes sin quitarles una coma y legitimen abusos de poder, con ministros “carnales” que no impugnen las violaciones a la Ley Suprema. Se perfila el gobierno de un sólo hombre, quien impone su voluntad en el territorio que le permiten los delincuentes. Ya se vio en los comicios intermedios, se gobierna con la anuencia de los criminales, parecen socios o cómplices.
Mientras se deja que se realicen las actividades del crimen organizado, que van desde el narcotráfico, el lavado de dinero, la trata de personas, la extorsión, el cobro de piso, el secuestro, el comercio ilícito de armas y el despojo de tierras para cultivos ilegales, las autoridades manejan un proyecto político de corte populista que busca mantener al mayor número de mexicanos en situación de pobreza e ignorancia para verse como sus benefactores y a través de las dádivas de los programas sociales, situarlos al margen de la pobreza. Por eso no es extraño que estemos en los primeros lugares en la influencia del crimen organizado en la vida nacional, cuando tenemos un gobierno en connivencia con ellos y solo preocupados por destruir instituciones e imponer la voluntad de un sólo hombre.