El presidencialismo ya es obsoleto
¬ Luis Ángel García miércoles 28, Feb 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Aferrado al poder -esa droga que consume a los políticos, que les aterra perder y padecer el síndrome de abstinencia-, el megalómano inquilino de Palacio Nacional ha tomado decisiones erróneas que exhiben su ambición enfermiza por la silla presidencial y mantener el control del país hasta el último día de su mandato sexenal, no sin antes garantizar que su candidata lo suceda en el ex palacio virreinal y continúe su proyecto político a un costo muy alto para el país. Su desafortunado affaire con la reportera del New York Times lo exhibió de cuerpo entero, prepotente, violador de las leyes, figura imperial que revive a los Luis y da vigencia a la frase “El Estado soy yo”. Triste final del obsoleto presidencialismo mexicano.
Ya Daniel Cosío Villegas y Jorge Carpizo Mc Gregor advertían de los abusos de nuestro régimen presidencialista y la excesiva concentración de poder en el Ejecutivo, lo que hacía del primer mandatario un ser omnipotente, omnipresente y omnímodo. También lo denunció Octavio Paz en sus ensayos o Carlos Fuentes en su novela La Silla del Águila.
Pero tal vez ningún titular de la Presidencia se aferró al cargo y quiso imponer su voluntad como el líder de la 4T. Ni Plutarco Elías Calles -quien institucionalizó el poder y creó el Maximato-, ni su admirado y mentor Luis Echeverría o su odiado Carlos Salinas de Gortari pretendieron ganarse un lugar en la historia con base en el desconocimiento de las leyes. Tal vez por interpósita persona buscaron influir en los destinos nacionales, pero ni el “Nopalito” Pascual Ortiz Rubio fue tan abyecto como la actual candidata del oficialismo.
Es indiscutible que hay una crisis en nuestro sistema político, no sólo en la inoperancia del pluripartidismo, sino en la esencia misma de la Presidencia, del Poder Ejecutivo. Esa excesiva concentración del mandato en un sólo hombre ha ocasionado que peligre el Estado de Derecho y se resquebraje nuestra democracia. Ya el estudio de la revista inglesa The Economist sobre el ranking democrático mundial, nos aleja de las grandes democracias como los países nórdicos y nos ubica en la categoría de los regímenes híbridos; esto es, tenemos ciertos rasgos de democracia, como son las elecciones, los partidos políticos o la cada vez más acotada y atacada libertad de prensa, pero en términos reales, las acciones, decisiones y políticas públicas de esta administración nos conducen a un gobierno totalitario o dictatorial, por ese abuso y radicalización de nuestro presidencialismo, donde se pretende desaparecer la división de Poderes y los contrapesos constitucionales. La figura casi imperial del actual inquilino de Palacio Nacional revive, con sus hechos, la frase “El Estado soy yo”. Envalentonado por sus esbirros en el Congreso, busca ser él la encarnación del Legislador y desaparecer a la Corte, la casa de la justicia que defiende al pueblo, precisamente, de los abusos de autoridad. Todavía podemos decir, como el molinero alemán que enfrentó ante un juez los atropellos del emperador Federico, hay ministros en México que defienden la Constitución y el régimen legal, por encima de los caprichos presidenciales.
Por eso la importancia de que el próximo 2 de junio salga la ciudadanía a votar y frene esta intentona de acabar con nuestro régimen democrático como sistema de vida y se respete la ley, se mantengan los contrapesos al poder presidencial y se ponga un dique a las tentativas de imponer una dictadura o el totalitarismo estalinista.
De triunfar la oposición, existe la posibilidad de abrir los espacios legislativos y jurídicos para renovar el presidencialismo mexicano, escenario en el que se definan nuevas reglas que acaben con la silla imperial y el mandatario sea eso, el empleado a quien manda el pueblo y que los otros poderes acoten sus funciones y sancionen sus arbitrariedades. Recobremos la democracia como sistema de vida y que desaparezcan las ambiciones personales de ejercer el poder omnímodo.