Porque la vida es una tómbola
¬ Luis Ángel García viernes 23, Feb 2024Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Cuando trabajaba en el servicio público, se acostumbraban los festejos de fin de año y la rifa de regalos para los empleados mediante la muy socorrida y “democrática” utilización de la famosa tómbola, urna giratoria donde se revuelven pequeños papelitos con números o los nombres de los festejados. Una “mano santa”, generalmente una mujer, daba vueltas a la manivela e insaculaba el pedazo de papel con el guarismo o apelativo afortunado, se cantaba lo escrito y el premio asignado. Siguen los aplausos y el gesto de sorpresa del suertudo, junto con las felicitaciones y la envidia, “de la buena”, de los perdedores.
Esa práctica festiva se utiliza ahora en la política, especialmente en la 4T -desde su temprana fundación- para designar a sus candidatos a cargos de elección popular. Pero como sucedía en mis tiempos de burócrata, los dados estaban cargados o, mejor dicho, la tómbola estaba cargada. Sí, en esas celebraciones decembrinas, los jefazos determinaban a los merecedores de los obsequios, lo mismo buenos empleados que serviles trabajadores, simpáticas y facilitadoras compañeras del centro laboral o los siempre dispuestos achichincles que lo mismo son criados de los jefes que delatores de quienes hablan mal de las autoridades.
El truco estaba en que independientemente del número o nombre que saliera de la tómbola, se leía la lista que previamente se le daba a la simpática maestra de ceremonias. Sepa usted que lo mismo sucede con la selección de los candidatos de la 4T a las posiciones plurinominales, esas que pretende desaparecer el tlatoani, pero ahora necesita en el nuevo Congreso de esos “pluris” para una mayoría calificada, en el futuro que se eliminen, “que se haga la voluntad del Señor en los bueyes de mi compadre”. Después de la siguiente legislatura -que esperan sea altamente morenista- que venga el diluvio.
Para ello utilizó el inquilino de Palacio Nacional una tómbola embarazada. No recurrió a sus encuestas cuchareadas para sacar a los ungidos, le bastó con el show montado por el gerente de su partido para designar a sus esbirros en funciones “parlamentarias”. Da más apariencia democrática una tómbola que la utilización de “Juanitos” o “Juanitas”. Ya es muy burdo bajar del carro de la Revolución a quienes se fletaron en una campaña y ganaron con votos una elección; los nuevos cómplices son palomeados desde la comodidad de las plurinominales, con la certeza de que no serán cuestionados por otros competidores como sucedió con Marcelo Ebrard o la propia Clara Brugada, quienes cuestionaron el resultado de “la Encuesta” o de plano operaron para bajar al ganador como fue el caso del exjefe de la policía capitalina, quien se conformó con una senaduría.
A la tómbola pudieron entrar infinidad de nombres, con o sin merecimientos, pero la suerte ya estaba echada. De antemano se sabía quienes serían los elegidos o cantados. No habrá problemas ni impugnaciones. Quién puede dudar del azar o la suerte. Eso sí, todos los ungidos son leales al ciento por ciento del tlatoani. En la lista ganadora figura el pago de favores, económicos o políticos, la urgencia de contar con operadores en el Congreso para garantizar la aprobación de iniciativas presidenciales sin quitarle una sola coma, la necesidad de blindar con fuero a los leales colaboradores o a los voceros informales que se prestaron para atacar, denigrar o denostar a los enemigos y adversarios. De todo hay en la viña del señor de Palacio, menos verdaderos tribunos dispuestos al debate de ideas con argumentos serios. Llegan porros, pandilleros y buscapleitos.
La tómbola política me regresó varios lustros y la ilusión de sacar un premio en una tómbola que se sabía está cargada, como los cuatroteros que se ilusionaron vanamente con la posibilidad de ser seleccionados. ¡Qué nervios!