Un gobierno conchudo
Alberto Vieyra G. lunes 19, Feb 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
La ingobernabilidad en una nación es el terreno más fértil para el surgimiento de grupos o actores que llenan los vacíos de poder que deja un Estado conchudo.
¿Quiénes llenan esos vacíos de poder, periodistas líderes de opinión, empresarios, dirigentes sindicales, legisladores, grupos religiosos y sin faltar los criminales?
Me ha llamado poderosamente la atención que un grupo de 4 obispos del estado de Guerrero, encabezados por el obispo de Chilpancingo, José de Jesús González Hernández, encararon a los líderes de los principales grupos criminales que dominan ese estado sureño para convencerlos de que haya una tregua por lo menos hasta que transcurran las elecciones presidenciales del 2 de junio y no se siga masacrando a la población y enrareciendo la paz social. Por desgracia, los prelados no tuvieron éxito, pero han dejado en claro que los criminales están muy molestos con el gobierno morenista de Evelyn Salgado, con AMLO que les ha echado encima a 29 mil soldados y con un impresentable senador llamado Félix Salgado Macedonio, quienes no les han cumplido lo que pactaron en inconfesables acuerdos en lo oscurito, en las catacumbas del poder o posiblemente en lo alto de las abruptas serranías.
Por desgracia, el llamado “toro sin cerca” se reelegirá en Guerrero por otros 6 años, mientras que el colega periodista Carlos Loret de Mola anunciaba que lanzaría una auténtica bomba política que involucra a la gobernadorcita, a su apá y a su compadre, el presidente López Obrador, asunto del que le hablaré en esta semana.
Apenas hace un par de semanas escuché en una entrevista radiofónica al obispo emérito de Guerrero, Salvador Rangel, revelar que él había logrado que algunos líderes de los cárteles que tienen a Guerrero sumergido en pueblos fantasma, estaban de acuerdo en devolverle la paz social al estado, pero que antes el gobierno tenía que cumplir sus acuerdos que hicieron con ellos. Con angustia escuché a Chava, así se le conoce por los caminos del sur, que temía por su vida, pues sobre él se ciernen amenazas de muerte.
¿A qué se debe el activismo político de la Iglesia católica?
Bueno, pues los prelados en todo el país no sólo temen por sus vidas, sino que ven que un gobierno conchudo que combate a los criminales con “abrazos y no balazos”, simplemente permanece de brazos cruzados y haciendo que hace, pero no hace nada para devolverle a México la tan anhelada paz social, toda vez que a manos de los criminales mueren masacrados en promedio 3 compatriotas cada hora. Por ello, escuchamos que cada fin de semana hay un recuento de más de 250 asesinatos dolosos y en el gobierno de AMLO solamente se habla de cifras alegres y la perorata de que “estamos trabajando para que baje la criminalidad en México”.
Sobre la reunión de los obispos guerrerenses para convencer a las mafias criminales de una tregua de paz, por lo menos de aquí a las elecciones presidenciales, AMLO diría en su mañanera, por cierto transmitida desde un cuartel militar en Guerrero, que: “Siempre los sacerdotes pastores, integrantes de todas las iglesias, participan, ayudan en la pacificación del país. Lo veo muy bien, creo que todos tenemos que contribuir a conseguir la paz”.
¿Pero no que la labor fundamental debe ser de ese Estado conchudo que busca que diferentes actores sociales y políticos llenen los vacíos de poder que deja el Estado? ¿Qué no es labor esencial del Estado mexicano garantizar las vidas y los bienes de todos los ciudadanos y para ello los regímenes en turno deben emplear toda la fuerza del Estado, que dicho sea de paso es el que ostenta el monopolio de la violencia? ¿Por qué el conchudo gobierno de AMLO permite que sean los curas de México los que se encarguen de la pacificación del país? ¿O acaso él no puede o tiene el compromiso de no poder, más que con “abrazos y no balazos” contra los criminales?
Lo cierto es que unos 11 mil curas en México están como agua para chocolate porque muchos de sus colegas han sido asesinados por grupos mafiosos, como ocurrió en Chihuahua con los curas Javier Campos Morales y Joaquín César Mora y porque las amenazas de criminales pesan sobre decenas de prelados a lo largo y ancho de la nación azteca. ¿Esperará el conchudo gobierno de AMLO que sean los curas de la Iglesia católica los que le devuelvan la paz a México?