Sin esperanzas ante el cinismo
Armando Ríos Ruiz viernes 16, Feb 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Ante la ausencia de realidad en la que vive nuestro mandatario y ante la presencia de un cinismo exacerbado en el mismo personaje, nadie puede hacer nada. Menos cuando cualquiera que intentara hacerle una petición en contra del crimen, se toparía irremediablemente con un rotundo no a cualquier petición que conlleve ansias de solucionar problemas profundamente serios.
Sus salidas son tan pueriles, que remedan con un tino insustituible el ridículo más grande. Sus respuestas parecen dedicadas a verdaderos retrasados mentales, que lejos de registrarlas como las barbaridades que son, deberían aplaudirlas a rabiar por provenir del gran dios de los mexicanos, nacido en el mero Tepetitán, Tabasco, para suerte, gloria y grandeza de este país.
Desde hace algún tiempo, los transportistas de todo el país se han quejado amarga e infructuosamente de ser víctimas de las hordas de delincuentes que los asedian y los despojan de mercancías y de camiones enteros inclusive, en los que las transportan. Desgraciadamente las quejas sólo han servido para inundar un vacío de autoridad en contra de esas personas agrupadas hoy en poderosas organizaciones que merecen todo el respeto de nuestras autoridades.
El mismo Presidente pone el ejemplo, que siguen todos sus ayudantes a lo largo y ancho del país y esa actitud ha colocado a todo México en la gran nación en la que, desgraciadamente, la ley no funciona. En un territorio en el que no existe el Estado de Derecho y en el que quien debería imponer orden se muestra complaciente y hasta impotente ante el crimen.
Ayer se dieron otros dos sucesos que muestran de manera fehaciente la dejadez y el inmenso respeto a las poderosas organizaciones que acechan por todos lados. Finalmente fue a Guerrero, en donde aceptó que sean los sacerdotes quienes se encarguen de buscar que los criminales dejen en paz a la población pacífica. Pero fracasaron en su intento.
Se trata de una tarea que para nada les corresponde. Pero ante la ausencia de autoridad en el estado suriano, con una gobernadora que tiene ligas con ese gremio delictivo y con presidentes municipales como la de Chilpancingo, en igualdad de circunstancias, los religiosos decidieron intervenir, previo permiso del Papa. No encontraron más que un rechazo absoluto a sus pretensiones.
Y la realidad dice que es el mismo Primer Mandatario quien está empeñado en soslayar las demandas de auxilio de cualquier mexicano que sea víctima del crimen. Porque hace poco más de cinco años, la persecución del delito se frenó de manera brusca. Principalmente la que debe proporcionar el Estado.
El otro asunto es el de los transportistas que le pidieron ayuda y que se han manifestado en diferentes estados, no sólo en el sur. Encontró letreros que decían que los están matando. “No más asesinatos de operadores”. “Exigimos seguridad en carreteras.” Y esas mantas fueron exhibidas también en poblaciones del Estado de México y en otras más de la república.
Se pretende anticipar una marcha que no servirá de nada, porque nada sirve para mitigar la ola de violencia que azota al país entero y que tiende a crecer conforme pasa el tiempo, debido a la inoperancia de las autoridades, dictada desde la misma cúspide del poder.
Pero toparon con pared. Lejos de dar una respuesta alentadora por los crímenes a que han sido sometidos, los criticó y les dijo que todo obedece a un chantaje y tiene un propósito politiquero con fines electorales. Se negó, asimismo, a recibirlos en Palacio Nacional para tratar el tema. Parece convencido de que cada ciudadano de este país está más interesado en la política que en su seguridad.
Pues es así como hoy se resuelven esos gravísimos problemas que provoca el denominado crimen organizado. Ante esta situación, el hombre clave que dispone de todo el poder para ordenar la intervención de las instituciones correspondientes, es el primero en negarla y en advertir que cualquier protesta en contra del crimen, tiene que ver con las elecciones.