Disfraz de demócrata
Alberto Vieyra G. lunes 12, Feb 2024De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Cualquier cantidad de agrias críticas han recibido las reformas constitucionales con las que AMLO se disfraza de un humanista demócrata, que quiere hacer una Constitución de la República disfrazada de humanismo cuando ya es una Carta Magna humanista. AMLO quiere reciclar la Constitución y eso no se va a poder sobre todo cuando quiere mandar al diablo a las instituciones.
Y por si fuera poco le llueve sobre mojado por el vergonzoso reportaje de ProPublica del reportero Tim Golden, en el que ha exhibido a AMLO como un narcopresidente, término que ya lo marcó para toda su vida. Inviables, escritas con los pies y con plagios a la propia Constitución de 1917 son las reformas que hoy exhiben a AMLO como un falso demócrata.
He rescatado un formidable artículo de la periodista Elisa Alanís en Milenio, en el que con mucha categoría le lanza metralla pura al López Obrador. Dice el artículo de Elisa Alanís:
“Un autócrata niega el valor básico de la democracia: la pluralidad. Le estorban la disidencia y los contrapesos. No es capaz de escuchar, porque su intención es imponer. El engaño es su principal arma.
Es cierto que los golpes militares en las décadas de los 60 y 70 (Chile, Uruguay, Argentina, Guatemala, Nicaragua, Brasil…) fueron la amenaza directa más seria, pero su identidad era clara. Ahí estaba el agresor uniformado. Se materializaba, sin ambigüedades, en contra de derechos, libertades y equilibrios. Imponía su orden y su visión por encima de los demás. Quien no estuviera de acuerdo, tenía que desaparecer: silencio, exilio, cárcel o muerte.
Ahora el desafío rebasa esa lógica, porque los autócratas se disfrazan de demócratas. Llegan por esa vía democrática —acumulan popularidad y apoyo— para luego dinamitarla.
La ciudadanía queda atrapada en la retórica de los nuevos salvadores. Es fácil creerles. La demagogia es campo fértil en sociedades desiguales y azotadas por el crimen.
Los falsos demócratas siguen una misma receta:
1. Distorsionan la realidad, prometen, manipulan cifras, repiten mentiras, difaman a quienes los descubren o confrontan: académicos, periodistas, oposición política, organizaciones nacionales e internacionales, comediantes, científicos, víctimas… Hacen del resentimiento y el miedo instrumentos que avivan el discurso de odio.
2. Se valen de recursos públicos para comprar lealtades, seguidores y votos. Desvían dinero. Fluye efectivo.
3. Capturan instituciones. Las van ocupando o desechando. Cuando obtienen al Congreso, se abre la puerta para transformar las leyes a su favor y concretan el camino autoritario.
4. Abusan de la fuerza legal y usan la ilegal.
El incentivo de perpetuarse no sólo tiene que ver con el poder y la fortuna (a través de prestanombres), sino también con evitar juicios que puedan “desnudar al emperador”.
Lo más peligroso es cuando los contrapesos se rompen por completo. La gente se queda sin la herramienta para enfrentar al tirano.
Por ello, no importa cuántos beneficios supuestamente otorga un gobernante, no importa que se diga la luz y la bondad encarnada, la historia nos ha enseñado que no debemos permitirle concentrar poder.
Y es que el domingo, Bukele ganó (con amplísimo margen) su reelección (antes no permitida).
Y ahí siguen Ortega y Maduro… y quien el pueblo deje.
Aquí entre nos
Hoy por hoy en México, el Presidente no puede cambiar a su antojo la Constitución. Le faltan legisladores”.