Narco-Estado
Carlos Ramos Padilla lunes 5, Feb 2024Se comenta sólo con…
Carlos Ramos Padilla
Estamos transitando un terreno minado. Al cierre de sexenio, a la etiqueta de corrupto que define a la administración federal, ahora se suma las sospechas de vínculos con el crimen organizado.
Anabel Hernández, en la agencia Deutsche Welle, ha revelado una investigación confidencial llevada a cabo por la DEA entre 2010 y 2011, cuya conclusión es que la campaña de Andrés Manuel López Obrador fue financiada por el cártel de Joaquín El Chapo Guzmán en 2006.
A esto, en la mañanera, el Presidente, entrelíneas, aceptó la información, pero encaró: no hay pruebas. A diferencia de horas enviaron desde Estados Unidos un documento probatorio de lo antes informado: sí existen testimonios e investigaciones de que el narcotráfico financió a Morena para el arribo de AMLO a la Presidencia.
Luego se filtró que Obama, asunto que debe explicar, detuvo las averiguaciones que involucraban al gobierno mexicano con los criminales. Viene luego una supuesta llamada telefónica entre AMLO y La Barbie.
Hoy se sabe que para este tema, Biden hizo contacto telefónico con AMLO, lo que infiere que las cosas están muy, pero muy delicadas. El presidente Biden sostuvo una llamada con AMLO dos días después de que el primer mandatario mexicano solicitara una disculpa, al revelarse que la DEA habría investigado la presunta inyección de dinero del narco en su campaña presidencial de 2006. Estados Unidos está firme en perseguir a los cárteles mexicanos y frenar el ingreso de fentanilo a su territorio. Aquí, AMLO se entretiene en viajar y entregar obras en Badiraguato.
La propuesta de llamar a nuestro mandatario como narco-presidente es creciente. Incluso Xóchitl Gálvez ya le pidió al tabasqueño hacer respetar la investidura. Es evidente que la guerra sucia y los golpes mediáticos se reforzarán con la cercanía de las elecciones. Pero ante los arrebatos de AMLO de que “no hay pruebas”, está jugando verdaderamente con fuego.
Recordemos que, incluso, la alcaldesa de Manzanillo, Griselda Martínez, fue expulsada de Morena por aceptar, declarar y denunciar los nexos del crimen organizado con miembros del gobierno de Colima y con Claudia Sheinbaum.
Y no se trata solamente del daño electoral a Morena por estas cuestiones, dado que la población no puede votar por políticos impuestos por sicarios que han asesinado a sus hijos y extorsionando a sus familias. Esto va más allá, es de fondo y está relacionado. No el tráfico de personas, de armas, de droga. Tiene que ver con las remesas y el lavado de dinero. Está atado al mantenimiento del poder y de la estabilidad nacional.
En Colombia se vivió esta experiencia con Pablo Escobar y se negaron a aceptar que en el mundo a todo colombiano se le confundirá con narcotraficantes. Eso pasó en El Salvador en donde su presidente frenó de tajo las atrocidades de delincuentes y los marasalvatrucha. Pero aquí en México se intensifica la idea de que el crimen organizado intervendrá en las elecciones de junio a favor de Morena y que la 4T sí logró una transformación: convertir a México en narco-Estado.