Inicia pleito Xochitl- Sheinbaum
Armando Ríos Ruiz miércoles 17, Ene 2024Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
El cierre de precampañas para la elección de Presidente de la República, de Claudia Sheimbaun y Xóchitl Gálvez, dejó ver algo que no da lugar a dudas: en el terreno del discurso y de la discusión, la candidata del Presidente es visiblemente inferior. La hidalguense dejó ver una mente contundentemente más ágil, que sin duda le atraerá simpatías y la celebración de quienes ven en ella la esperanza de deshacerse de la continuidad perniciosa.
La candidata oficial, la impuesta por el Primer Mandatario, ofrece un discurso basado en lo que hemos escuchado a lo largo de cinco años de gobierno morenista. Anclado en el pasado escogido para arremeter todos los días contra algo que ya no está vigente, pero que gusta a un sector de la población que todavía se siente agraviado por los gobiernos anteriores y que ha servido como escudo para consumar la destrucción de leyes e instituciones.
Es obvio que cualquier pregunta tendrá una respuesta casi inmediata, porque lo que hasta hoy hemos visto, es a un mandatario que ha criticado hasta el cansancio a los gobiernos anteriores, sin reparar en que, como se dijo hace ya algunos años, el mismo es todo lo que critica.
Su bandera de combate a la corrupción, que todo mundo creyó al principio de su arribo a la Primera Magistratura, quedó hecha girones por él mismo. Por sus manos torpes y su verborrea inútil, dispuesta siempre a disculpar a los ladrones de su gabinete y de su propia familia, con un “yo le tengo confianza”, como convencido de que eso es suficiente para despojarlos de todos los pecados cometidos y dejarlos además sin mancha alguna.
Lo anterior quedó claro cuando Claudia le lanzó una pregunta sobre García Luna, que supuestamente dejaría sin aliento y titubeante a su opositora. No tuvo la claridad de mente que indicara que se trataba de una imprudencia, debido a que a esa pregunta corresponden decenas de contestaciones firmes. Desde la que aplicó Xóchitl, hasta muchas otras que a cualquiera se hubieran ocurrido.
Le dijo que mejor le preguntara a Omar García Harfuch, su protegido y además discípulo del secretario de Seguridad Pública durante el gobierno de Felipe Calderón, en donde aprendió muchas malas mañas, como la extorsión a los chapitos y a otros personajes del narcotráfico, según se ha publicado.
Bien pudo abundar, si ese hubiera sido el caso, en lo que ocurre hoy en materia de criminalidad, dejada a la aplicación de abrazos a los bandidos como la táctica más inteligente que alguien hubiera podido imaginar jamás para combatirlos. Su jefe construyó una historia completa de tolerancia al gremio.
Sólo en este tema existen respuestas abonadas por el propio Presidente, negado hasta lo más profundo de su ser, a dar la seguridad que le demanda la Constitución, hecho con el que además y, sin importarle lo que otros piensen, deja ver un propósito avieso de arropar a las mafias de delincuentes que como nunca, se han multiplicado a lo largo y ancho del país, para pagar algún favor.
Es el mismo Ejecutivo, quien dará bastante qué decir en los ataques que forzosamente vendrán durante el desarrollo de las campañas, que seguramente estarán plagadas de díceres de uno y otro bando. Tanto del pasado como de la presente administración, que resultó una verdadera pifia, diseñada para imponer con el autoritarismo, una forma de gobierno llamada dictadura.
Mientras tanto y a pesar de que los diarios tradicionales se han negado a comentar la participación de Xóchitl en su cierre, los medios electrónicos se han volcado en elogios a una especie de despertar en ella, que la hacen ver como la candidata de una nueva esperanza, con respuestas ágiles y demoledoras en muchos casos. Como la salvadora del país.
Pero aún hay un pero. La desangelada dizque científica tiene el respaldo de todo el aparato gubernamental. Dinero de sobra para hacerle un monumento de oro puro del tamaño que sea y la decisión del mandatario, que hará cualquier cosa para que gane. Porque sobran motivos de cárcel si el plan no se consolida.