Políticos inmorales
Freddy Sánchez jueves 11, Ene 2024Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Eso era antes o ahora…
Aquello de que “el poder corrompe y pervierte”, una aseveración hecha por alguien ampliamente curtido en la política: Diego Fernández de Cevallos.
Y quienes lleguen a pensar que el que “lo dice lo es”, siendo en este caso el propio “Jefe Diego” al que habría que poner bajo sospecha de haber sido “tocado” por eso que afirma que suele afectar a los que ejercen el poder, lo correcto es que sin pruebas irrefutables no se puede acusar a nadie.
Aunque eso no implica que lo planteado por el señor Fernández carezca de veracidad. Todo lo contrario, habida cuenta de lo sucedido con el paso de los sexenios y la sucesión de distintos gobiernos integrados por diferentes grupos partidistas: desde el PRI, PAN y ahora Morena.
Sólo por lo que se refiere a la Presidencia, sin dejar de hacer notar la participación multipartidista en cargos electorales legislativos y políticos diversos, lo cual ha dejado plena constancia de que en efecto corrupción y perversión parecen ir de la mano.
Al menos de tal cosa podría uno pensar que se ha saturado el quehacer político nacional con la reiterada promesa de acabar con la corrupción siendo que en la mayoría de los incidentes de presunta corrupción se acusa con insistencia a los adversarios políticos, pero sin la suficiente fuerza de la ley para castigar cada caso que se haya dado en ese aspecto.
Así que a las deplorables conductas mencionadas como consustanciales al ejercicio del poder en México habría que añadir un componente, quizás el peor de todos: la simulación.
Y es que algo casi siempre se opone a que se haga justicia contra los pillos, que aparte de incurrir en actos deshonestos se dan en lujo de aparecer en nuevos cargos electorales dando cátedra de una falsa moralidad y haciendo acusaciones a sus contrincantes de ser ellos los “sinvergüenzas” que estuvieron en cargos públicos y se enriquecieron con toda clase de negocios corruptos.
Y otra vez la simulación en el juego perverso de la corrupción con asignaciones de contratos a los amigos y cómplices de corruptelas, algunas veces actuando con tal descaro que ni siquiera se cuida la apariencia de que las empresas favorecidas en realidad existan.
Es más que cierto pues que el poder “corrompe y pervierte” como ha ocurrido con los que evidentemente en el desempeño de una función institucional de alto o mediano nivel (justo donde se pueden hacer una y mil maniobras para obtener dinero de la corrupción) olvidaron los principios básicos de la ética en el servicio público.
De ahí que de repente cuando alguno de esos abusadores del poder llega a caer de la gracia de “sus padrinos”, en cuestión de días salen a relucir sus virtuales rapacerías al aprovecharse inmoralmente de los cargos que ocupan.
Así que “el Jefe Diego” no se equivocó.
Porque pervertidos y corrompidos por el poder como los ladrones que entran a las casas por las noches para robar, según parece suman muchos deshonestos falsarios servidores de la gente y más bien como tantas veces se dice dedicados a servirse de los puestos bajo sus responsabilidad.
De tal suerte que sabedores de cómo se las gasta algunos al ocupar cargos oficiales sólo una cosa se podría agregar: entre los que estuvieron, los que están y los que estarán en la próxima administración sexenal difícilmente dejará de persistir la idea social en el sentido de que en cargos electorales subsiste una caterva de políticos inmorales.