Seguridad ficticia
Freddy Sánchez martes 12, Dic 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“En qué cabeza cabe” decir que en México no hay tragedias ni desastres.
Porque dígase lo que se diga para bajarle de tonalidad al color rojo distintivo de los hechos de sangre que hemos estado padeciendo en el país, la verdad es inocultable.
No es entonces que no haya lo que algunos quisieran negar que hay en torno a la deplorable inseguridad cargada de mortandad por la acciones violentas y asesinas que se reproducen continuamente, y que, quiérase o no ver son auténticas desgracias para las familias que las sufren. En especial las que son víctimas circunstanciales del delito teñido de rojo.
Así las cosas, lo que no parece existir en torno a la execrable brutalidad criminal es una buena memoria con el respaldo de un detallado registro de cada acción de integrantes de los cárteles de la delincuencia matándose entre sí o interactuando en acciones despiadadas contra las fuerzas del orden.
Sobre lo que es de hacer mención que sin ninguna duda los más violentos suelen ser los integrantes de las mafias que los militares, marinos y policías que los combaten.
Algo que ciertamente ha sucedido en la presente administración sexenal con distintas estrategias a las anteriores operaciones institucionales en las administraciones previas a la Cuarta Transformación, pero por momentos igualmente fatales.
Y es que siendo una intención del actual gobierno asumir la que se dio en llamar la política de “los besos y los abrazos”, en la práctica eso no ha funcionado cuando se trata de meterse a lidiar con los grupos criminales que son “amos y señores” de ciertos territorios en el país.
Todos esos lugares que desde la perspectiva de algunos funcionarios del propio régimen suelen estar exentos de confrontaciones sangrientas entre mafiosos, a excepción de que surja entre estas agrupaciones la voluntad de acaparar nuevas zonas de influencia criminal.
Y cuando no es el caso la violencia que derrama más sangre es la que se está produciendo entre los habitantes de algunas regiones de México y los hampones que se aferran en someterlos para extorsionarlos.
El caso del Estado de México, donde integrantes de la Familia Michoacana y agricultores se enfrentaron a balazos con la baja de más gatilleros que campesinos hizo ver lo que en opinión de algunos analistas parece la intensificación de las autodefensas civiles contra la delincuencia.
Como diría el dicho: “tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe”…
Y tal cosa es justamente lo que comienza a incrementarse en algunas zonas de México, donde los pobladores han decidido tomar las armas y defenderse por sus propias manos. La desesperación de sentirse desprotegidos y a merced de extorsionadores los ha predispuesto a reaccionar con la misma violencia de que han sido objeto.
De ahí que haya choques sangrientos de civiles contra mafiosos o paradójicamente como sucedió en Chiapas una alianza de la gente con algún cártel del crimen al que se le recibe con beneplácito suponiendo que será el protector que no ha sido el gobierno de los intereses locales amenazados por otros grupos de la delincuencia organizada.
A causa de ello es inconcebible que la falta de garantías para vivir en paz esté llevando a los pobladores de algunas partes del país a buscar el amparo de unos delincuentes para no ser aterrorizados y asesinados por otros delincuentes.
Y es que sin importar lo que se afirme desde el sector oficial las masacres y las tragedias son evidentes como lo es “a ojos vistos” de muchos lo que se cataloga como una seguridad ficticia.