Ambición de poder
Alberto Vieyra G. viernes 8, Dic 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Después del vergonzoso culebrón de baja política protagonizado por el bebesaurio de Nuevo León, Samuel García, vale la pena analizar y reflexionar sobre la degradación que vive el quehacer político azteca, en la que impera la horrible ambición de poder.
El bochornoso espectáculo protagonizado por el bebé del nuevo Nuevo León debe ser digno de tomarse en cuenta, principalmente por una ponzoñoso partidocracia que se disputa rabiosamente el poder y nuestros dineros públicos a costa de destrozar a las instituciones, pasarse por los bolsillos las leyes protagonizando reyertas en las que todos se dicen víctimas, cuando en la mayoría de los casos son villanos que engañan al pueblo de México con el sobrado recurso del populismo del populismo mentiroso.
Una vez que Samuel García recuperó la gubernatura, tanto él como Dante Delgado dirigente de Movimiento Ciudadano comenzarían a hacerse las víctimas acusando a los priistas y panistas que son mayoría en el Congreso de Nuevo León de corruptos, pues según el mandatario le exigían una millonada para darle permiso los 6 meses que estaría como candidato presidencial de MC. Pero a su vez, los legisladores de Nuevo León se curarían en salud y a través de la diputada Lorena de la Garza denunciarían que el verdadero corrupto de Nuevo León se llama Samuel García y a través de un par de vídeos explicó la perspectiva del Congreso de Nuevo León y un intento de extorsión de parte de Samuel García por 9 millones de pesos.
Mire usted todo eso huele a politiquería barata. Unos y otros quieren vernos la cara y que nos chupemos el dedo, pero, no porque si usamos la lógica llegaremos a la conclusión de que el pleito entre Samuel García y los legisladores de Nuevo León tienen dos años y el muchachito se encuentra ardido porque le arrebataron el Congreso local y lo están vigilando con lupa en todos sus actos de corrupción que pronto saldrán a la luz pública. Pero, además el dizque doctor en licenciatura de abogado ha actuado de poder a poder con el Poder Legislativo de Nuevo León y ante propios y extraños, el mandatario ha adquirido una estatura de dictador.
¿Qué quería don Samuelito, que le aplaudieran su carretada de pifias jurídicas que usó para conseguir la licencia y dejar en su lugar a su incondicional Javier Navarro, cuando el único capacitado legalmente para nombrar al gobernador interino era el Congreso de Nuevo León? ¿Sería que a don Samuelito se le hizo bolas el engrudo y sus asesores, si es que los tiene no le cranearon para que llegara a un acuerdo por la vía del diálogo con priístas y panistas sino que le aconsejaron que lo consiguiera por la vía del encontronazo?
Pues vaya garrafal equivocación. Priistas y panistas se las cobraron de todas todas y ante todo México, don Samuelito quedaría exhibido como un politicastro pequeño que quería buscar la Presidencia de la República para hacer trizas las leyes y el estado de derecho.
Ese es el meollo del asunto la mayoría de los politicastros en la nación azteca se pasan por los bolsillos a las instituciones y a las leyes bajo el pretexto de que llegaron al poder por la vía democrática y ello los transforma en potenciales autócratas que solo quieren imponer su ley, la ley de Herodes como ocurre a nivel nacional.
En este deplorable culebrón, el ex priísta Dante Delgado ha jugado un papel muy deplorable y de baja política. Amenaza a priistas y panistas advirtiéndoles que pagaran cara su osadía de haber parado en sus aspiraciones al bebé de Nuevo León y que el Movimiento Ciudadano tendrá candidato presidencial hasta después del 20 de enero.
¿Cómo podría cobrárselas Dante Delgado a PRI y PAN, haciendo que su gallo o gallina decline en favor de la “corcholata” de AMLO, con lo cual alcanzaría el calificativo de esquirol, como le nombraron a Samuel García?
Lo cierto es que el grotesco culebrón protagonizado por ese muchachito, que habla como repugnante niño fresa, les echó a perder la fiesta a Dante Delgado y a AMLO, todo su esquema de acuerdo político para pulverizar el voto de la clase media que podría significarle a Xóchitl Gálvez algo así como 15 millones de votos.
Por cierto, muy mal se vió doña Xóchitl metiendo a su equipo de campaña electoral a dos de los orgullos de su nepotismo, dos de sus hijos, a sabiendas de que México está hasta la coronilla de las raterías y de los ultrajes a su dignidad que han cometido los hijos de AMLO y de otros recientes sexenios. Allá ella y su loca cabeza.