Mafias machuchonas
Freddy Sánchez jueves 30, Nov 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Los cárteles de la delincuencia en México se han diezmado o robustecido en el sexenio de la Cuarta Transformación.
Desde el punto de vista oficial, lo primero es lo que gradualmente está sucediendo gracias a los efectos positivos de los programas sociales y el propósito presidencial de atacar los efectos de la falta de bienestar social o sea la proliferación de actividades criminales.
Se piensa, naturalmente, que la política de los “besos y los abrazos” contra los delincuentes de ninguna manera se ha traducido en dejarlos hacer lo que les plazca, sino que en la lucha contra ellos se respetan los derechos humanos y así, poco a poco, avanza la restauración de la seguridad en territorio nacional.
En ese contexto, es de mencionar que esa postura del gobierno en turno sus críticos la consideran una auténtica falacia haciendo notar que los muertos de la delincuencia han rebasado los números de anteriores administraciones, además de haberse incrementado la cuantía de diversos ilícitos, en particular la extorsión que destroza la confianza de la gente que trabaja y siente que no existe la más mínima seguridad patrimonial en los actuales tiempos.
De tal suerte, que en el sentir de muchos habitantes de México la falta de seguridad y condiciones mínimas para dedicarse a actividades productivas que permitan el bienestar colectivo sin que sea la delincuencia la que provea de recursos de subsistencia a millones de connacionales sigue siendo una constante dramática en el acontecer nacional. Los cárteles de la delincuencia organizada, conforme a lo manifestado anteriormente, en vez de verse diezmados podría pensarse que se han fortalecido.
En otras palabras, es de suponer que sus estructuras operativas aparentemente se mantienen incólumes y en constante evolución para mejorar porque hágase lo que se haga en su contra las organizaciones criminales continúan operando y añadiendo actividades ilícitas en su haber.
Como si la suma de su capacidad de acción proviniera de una energía que no se destruye sólo se transforma.
Así la cosas, hay que subrayar que la manera de buscar la disminución de los hechos delictivos y con ello la eliminación de los grupos criminales, mediante lo que algunos con sarcasmo catalogan como la política de “paz y amor” con el hampa asesina, es para la administración en curso algo que a mediano y largo plazo rendirá frutos.
Y ante las dos opiniones que circulan en torno a lo que se hace para devolverle al país la tranquilidad robada por la inseguridad en varios sexenios (con unos satisfechos por lo que se hace y otros indignados e inconformes), lo único que realmente importa para lo que pueda venir en el futuro es la percepción de la mayoría.
O sea, lo que decidan pensar los electores que en el pasado por tener un gobierno incapaz de satisfacer las necesidades de seguridad en el país echaron del poder al PRI y después al PAN para optar por entregar la responsabilidad presidencial a Morena.
Así que en la víspera de lo que será el año de la sucesión presidencial los sucesos de violencia que se sigan dando en México pueden influir en la decisión de seguir sin titubeos apoyando a los que recién tomaron la riendas del poder Ejecutivo o castigarlos, si no con quitarles el mando de la presidencia desoyendo el llamado morenista de otorgarles absoluto control legislativo para modificar las leyes que quieran e incluso si lo desean aprobar una nueva constitución. Algo así como un reconocimiento al deber cumplido en materia de seguridad en México que es distinto a lo que piensan quienes dicen que con el gobierno de Andrés Manuel seguimos estando a merced de poderosos amos del delito y sus mafias machuchonas.