Comedia de situación de telerrealidad de engaño
Opinión miércoles 22, Nov 2023Filosofía Millennial
H. R. Aquino Cruz
- La crítica comercial ha llamado a este show un híbrido entre The Office y The Truman Show
Como parte de la lista de nominados en la categoría de Serie Cómica Destacada de la próxima entrega de los Premios Emmy de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias de la Televisión aparece un show cuyo género es complicado de describir y que la cultura popular anglosajona ha optado por llamar una reality hoax sitcom; es decir, una comedia de situación de telerrealidad de engaño: Jury Duty o El jurado.
El programa de televisión escenifica un falso juicio interpretado por actores —tanto para policías, como para abogados, como para jueces, como para testigos, como para jurados— y filmado en formato de falso documental. El asunto, es que todos saben de la simulación menos uno de los miembros del jurado: Ronald Gladden.
La crítica comercial ha llamado a este show un híbrido entre The Office y The Truman Show. Si bien la descripción resulta útil para entender de qué va este programa es, quizá, imprecisa para recoger lo que en términos de entretenimiento y narrativa está sucediendo en Jury Duty.
El show de comedia es una sitcom o una comedia de situación —tal como lo es The Office— en tanto que se centra en un contexto específico del que se derivan sus premisas cómicas. Si en Brooklyn Nine Nine la comedia es sobre un recinto policiaco y las situaciones que le vienen a ese contexto o si en Friends la comedia es sobre un grupo de amigos y las situaciones que comparten o si en Malcolm el de en medio la comedia es sobre una familia y las situaciones que enfrentan en conjunto; en El jurado la comedia es sobre un grupo de personas de diferentes caracteres y contextos que se ven enfrentados a la situación de formular un veredicto sobre un juicio.
Jury Duty es una serie de telerrealidad o reality show —de ahí su chata comparación con The Truman Show— en tanto que se centra en un protagonista —Ronald— que no es actor y que se muestra con naturalidad en lo que él cree que es una situación real.
El jurado es un programa “de engaño” en tanto que todo lo que sucede en el show está construido alrededor de mantener a Ronald en la impresión de que lo que está pasando a su alrededor es cien por ciento real. Es decir, requiere de la constante y atenta planeación de cada momento del día para que Ronald se mantenga sin sospecha alguna de que lo que está viviendo es un engaño.
Los creadores, escritores y productores de este show —con Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky a la cabeza; que, por cierto, también fungieron como escritores en The Office— logran el efecto del engaño diciéndole a Ronald que lo que se está filmando es un documental sobre el Sistema de Justica Estadounidense.
Tras bambalinas, sin embargo, cada uno de los miembros de esta simulación se encarga de preparar situaciones y escenarios para que Ronald interactúe y, al mismo tiempo, se convierten en observadores de sus reacciones en tiempo real.
De ahí que el programa eche mano de un trabajo actoral excepcional por parte de su elenco de desconocidos —salvo por el actor James Marsden que actúa de una exagerada, patética y ensimismada versión de sí mismo durante el show— que deben sostener la mentira en todo momento; que no pueden romper el personaje por absurdas que sean las situaciones que se generan; que deben improvisar magistralmente sobre una estructura de guion que presupone las posibles reacciones de Ronald frente a lo que los realizadores le van poniendo en el camino.
Ese es el mayor aporte de Jury Duty: explorar un nuevo modo de storytelling o de narración. Un modo de contar una historia que estructura todo alrededor de una variable indefinida que, además, es el protagonista del show y que no lo sabe.
Quizá justo por ese carácter innovador es que El jurado vuelve, por momentos, casi inverosímil su condición real. En cierto punto uno se cuestiona qué tanto Ronald es capaz de ver a través de la mentira o no.
Al día de hoy, la versión oficial que Ronald y la producción han sostenido frente a los medios de comunicación es que no fue sino hasta el momento en el que el grupo de actores y productores decide revelarle a su protagonista lo que está pasando que el simpático joven empezó a comprender todo lo que sucedió en su ficticio trabajo como jurado.
Desde un ángulo diametralmente distinto, mucho menos hondo pero igual de comprometido, Jury Duty se suma a una creciente tradición crítica-satírica sobre la televisión contemporánea y los reality shows como uno de sus principales productos.
La semi-ficción o la semi-realidad que son este tipo de programas, curiosamente, tiende poco a poco a avanzar hacia una búsqueda de hiper-realismo o de, cuando menos, un realismo más puro que el del sistema de estrellas de reality shows que cada vez se empaña más de la ficción propia de la televisión.
Frente a un mundo que cuestiona la realidad de sus llamados shows de realidad, El jurado dobla la apuesta con la esperanza de alcanzar algo más genuino, menos actuado, menos fingido y repentista.
La pregunta, sin embargo, que subyace a todo ser-a-través-de-la-cámara es si no será que cuando una lente se pone frente a un ser humano éste no puede más que desplegar —aun inconscientemente— una ficción de sí mismo.
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