Quintana, bajo amenaza por no “depurar” registro de personas desaparecidas
Miguel Ángel Rivera martes 14, Nov 2023Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Si se necesitaban expresiones más específicas, ayer quedó en evidencia el trato que reciben en la llamada Cuarta Transformación aquellos de sus militantes que se atreven a disentir de las órdenes presidenciales.
Uno es el caso del ex aspirante presidencial Marcelo Ebrard Casaubon y el otro la ex titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas, dependiente de la Secretaría de Gobernación, Karla Quintana Osuna. Uno decidió permanecer dentro de Movimiento gobernante; la otra, decidió separarse definitivamente.
Las respuestas también resultaron diferentes, aunque el trato antes de llegar a su punto final fue semejante. Los dos resintieron directamente las graves presiones que se resienten en el oficialismo, con frecuencia encabezadas directamente por el líder y guía de la llamada Cuarta Transformación.
Al menor indicio de disidencia, surgen fuertes presiones. Nada de solidaridad ni de tolerancia, las indicaciones del líder máximo no se ponen en duda, ni mucho menos se contradicen. Por el contrario, sus órdenes y hasta sus deseos se deben cumplir, como dicen los clásicos, “a pie juntillas”, como lo evidencian los legisladores federales que aprueban las iniciativas presidenciales sin cambiarles ni una coma.
Desde mucho antes de que iniciara el actual proceso de nominación de candidato presidencial de Morena y de la llamada Cuarta Transformación, Ebrard Casaubon era visto como un potencial candidato a suceder a López Obrador.
De hecho, el ex secretario de Relaciones Exteriores ya había sucedido al político de Macuspana. Eso ocurrió al frente del gobierno del antes Distrito Federal y ahora sólo Ciudad de México, antecedente que propició las especulaciones en el sentido de que lo mismo sucedería con el Ejecutivo federal.
Por si hiciera falta, la mayor parte de los analistas consideraban vigente el compromiso entre Ebrard y López, cuando el primero cedió sus derechos al segundo para que pudiera ser postulado nuevamente a la Presidencia de la República en 2012, cuando ambos militaban en el PRD.
“Soy leal. Podría empecinarme, ir a las internas. Pero ¿dónde queda la congruencia? Sería un suicidio para la izquierda. El camino está antes que el deseo, el mayor de los éxitos a Andrés Manuel”, anunció el todavía jefe de Gobierno capitalino.
La posición de Ebrard como precandidato se consolidó cuando cumplió con creces las diversas tareas que le asignó el inquilino de Palacio Nacional, adicionales a su compromiso en Relaciones Exteriores, como el conseguir vacunas en la etapa más álgida de la pandemia de Covid-19, uno de los pocos aspectos positivos de la llamada Cuarta Transformación para enfrentar ese azote. Menos exitosa ha sido la intervención del funcionario como responsable del fenómeno de la migración, aunque logró contener la ira del entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, pero a cambio de comprometer a las fuerzas armadas mexicanas a convertirse en guardias fronterizos de la vecina potencia del norte.
A pesar de las críticas, con esas y otras acciones, Ebrard volvió a dar constancia de su efectividad como funcionario público y le sirvió de carta de presentación para su aspiración de gobernar a la nación y de inclusive imprimirle un sello propio.
En la llamada Cuarta Transformación sólo uno puede brillar
Tal vez ese fue el pecado capital del ex jefe de Gobierno capitalino y ex canciller: anticipar que en el siguiente sexenio seguirían las grandes líneas de la llamada Cuarta Transformación, pero con características singulares.
En el proceso interno de Morena, fue superado por una política de menor trayectoria, cuyo crecimiento fue acelerado gracias a su cercanía y absoluto sometimiento a los designios de su jefe y promotor, el Presidente de la República. Se trata de la también gobernante de la capital del país, Claudia Sheinbaum Pardo, quien hasta el momento —tal vez porque oficialmente todavía no empieza la etapa de campañas— no ha presentado ni por asomo una propuesta original, sólo repite las mismas fórmulas del inquilino de Palacio Nacional.
El dedazo presidencial se disfrazó mediante encuestas no conocidas por nadie, pero debidamente inducidas para asegurar el triunfo de la mandataria capitalina que con su sola presencia le asegura a López Obrador dejar constancia de que es feminista, pues impulsa a la que podría ser la primera Presidenta de la nación.
La denuncia de la inducción de las encuestas no llegó a Morena desde el exterior. Fue Marcelo Ebrard, respaldado por su equipo de campaña, quien presentó evidencias de que se indujo con mucha anticipación las respuestas de los encuestados, obviamente a favor de Sheinbaum.
Los órganos internos de Morena desatendieron las acusaciones. Sus integrantes sabían con certeza hacia donde apuntaba el dedo del gran elector que despacha en Palacio Nacional.
El mismo Ebrard parece dispuesto a olvidar sus denuncias, pues ya confirmó que, pese a amenazas previas, permanecerá en las filas de Morena, eso sí, que buscará la candidatura presidencial de 2030, cuando cumpla 70 años. Por cierto, ayer lunes 13, López Obrador, que ya va de salida, llegó a esa edad.
No es posible que haya más desaparecidos
en el actual gobierno que con Felipe Calderón
Otra de las obsesiones del presidente López Obrador al acercarse el fin de su mandato es evitar a toda costa que los indicadores de la violencia sean superiores a anteriores gobiernos —en particular el del panista Felipe Calderón— a los que responsabiliza de haberle heredado todos los males que padece nuestro país.
Dentro de ese marco, el jefe del Ejecutivo ordenó una depuración de los registros, para lo cual se realiza en censo “casa por casa”.
La tarea de tal depuración le correspondía a la titular de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas (organismo dependiente de la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación), Karla Quintana Osuna, quien se negó a acatar ese mandato.
Quintana Osuna era una funcionaria atípica de la llamada Cuarta Transformación. Para empezar, tiene una formación académica que excede los límites fijados por la actual administración pública federal.
Su destacada trayectoria académica y profesional se puede encontrar en la página oficial de Internet del gobierno mexicano. Allí se informa que tiene dos licenciaturas, una maestría y un doctorado, en la UNAM y universidades extranjeras, además de que ha trabajado en organismos internacionales repudiados por López Obrador como la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el Banco Mundial.
Se desconoce quién la recomendó al presidente López Obrador, pero el hecho es que llegó a ese complicado cargo de atender la Búsqueda de Personas Desaparecidas.
Para dar una idea de lo complicado del caso, el portal A dónde van los desaparecidos revela que, entre el 1 de diciembre de 2018 y el pasado 24 de mayo, en esos 1,635 días de gobierno se registraron 42,029 desapariciones en todo el país; un promedio de 25 personas por día; cantidad que supera al total de desaparecidos durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, que llegó a 37,600 y mucho más que en el gobierno de Felipe Calderón, con un total de 16 mil 763.
La situación se complicó con la renuncia de Encinas. Al subsecretario le siguió la responsable de Desaparición de Personas, Karla Quintana Osuna, que dio a conocer su decisión mediante una carta que se hizo pública, pero no sus razones, aunque luego reconoció no haber aceptado “depurar” los registros.
La versión fue confirmada por el propio López Obrador, quien en su mañanera de ayer acusó a Quintana Osuna de haber alterado los registros. Interrogado acerca de los resultados del censo “casa por casa” que realiza el gobierno federal para precisar el número de desaparecidos, López Obrador respondió:
“Pues miren vamos a tener ya concluido el censo, pienso que en un mes y vamos a informar para que se conozca la realidad porque estoy convencido…puedo estar equivocado por eso estamos buscando las pruebas, vamos a demostrar de que el registro no estaba bien manejado y que no era nada más ineficiencia, sino había una intención de afectar al gobierno que represento”, dijo.
“He estado escuchando, hasta presentó la señora Karla un libro sobre el tema y ya le vamos a demostrar de que, cuando menos, actuó de manera irresponsable, de mala fe”.