Afrosurrealismo
Opinión miércoles 8, Nov 2023Filosofía Millennial
H. R. Aquino Cruz
- La serie echará mano de los más variados recursos oscilando entre lo cómico y lo dramático
A través de un uso cotidiano extendido, lo surreal ha pasado a entenderse como sinónimo de lo absurdo. Se ha instaurado en el uso común como un modo de señalar lo inverosímil, lo increíble y aquello que sólo sucede en la imprevisible incertidumbre de una existencia que fluye a través de lo meramente accidental y lo inesperado.
El concepto popular guarda cierta fidelidad con sus principios artísticos de expresar lo subconsciente a través de la superación de lo real con ayuda de lo racional –y lo irracional— más lo onírico. En otras palabras, gestar una súper realidad o una realidad absoluta por medio de la comunión trasformadora entre las contradictorias coexistencias del sueño —lo absurdo— y la realidad —lo concreto.
En su formulación inicial, el surrealismo es empírico; es un modo de descubrir la realidad completa a través de la consistente contradicción entre lo absurdo —lo a-lógico— y lo real —lo lógico—, entre lo consciente y lo subconsciente, entre lo mediato y lo inmediato. Es una declaración de la latencia de lo irracional como un sustrato de lo real.
En 2009, el columnista y periodista D. Scot Miller enriquecería el concepto de lo surreal con su Manifiesto del afrosurrealismo. La pieza literaria desarrolla diez puntos que buscan definir una escuela de pensamiento artístico y literario que, al mismo tiempo, se distancia del surrealismo europeo —clásico— y del afrofuturismo.
Scot Miller se separa del primero a través de un énfasis en lo místico y lo metafórico como medios de expresión de un surrealismo típicamente africano y de la raza negra —incluso abogando por “los lenguajes compartidos entre personas de raza negra, morena y asiática del mundo” y citando como fuente de inspiración, entre otros, a Frida Kahlo— cuya identidad es ineludiblemente revolucionaria por el mero hecho de ser una voz de lo invisibilizado y lo desconocido.
Del afrofuturismo, el manifiesto se separa acentuando su condición de develación del presente. Mientras la escuela afrofuturista centra su mirada en las posibilidades que la tecnología y la ciencia pueden traer para la raza negra en los años por venir, el afrosurrealismo se centra en el aquí y el ahora como el escenario de un vibrante espíritu —con ecos de una rica herencia cultural del pasado— africano que busca superar la realidad presente de lo establecido con la exaltación de lo actualmente oculto: la cultura afrodescendiente y su condición de marginación sociocultural.
Dentro de estas directrices conceptuales, un conjunto de expresiones musicales, cinematográficas y televisivas se han nutrido del vivo movimiento artístico sintetizado en el manifiesto de D. Scot Miller para dar vida a una estética específica que retrata la surrealista experiencia de la negritud en el Mundo Occidental.
Entre ellos, los trabajos de algunos raperos —MF Doom, Outkast, Kendrick Lamar, EARTHGANG y, paradigmáticamente, This is America de Childish Gambino (alter ego musical de Donald Glover) —, de algunos cineastas y shows de televisión —Jordan Peele, Boots Riley, Terrence Nance, Lovecraft Country, Nia DaCosta— y de una rica comunidad artística —tanto en lo literario, como en lo pictórico— han sido señalados como herederos de una rica tradición manifestada en 2009 pero con raíces contemporáneas a los orígenes del surrealismo europeo. Entre ellos, la mezcla de comedia, drama, absurdo fantástico y realismo crudo creada por Donald Glover: Atlanta.
La “universalmente aclamada” serie de televisión sigue a un improvisado representante musical, Earn, que tras abandonar una prometedora carrera universitaria se reúne con su primo, Al alias Paper Boi, con la intención de ayudarle a convertirse en una estrella dentro de la escena del hip hop en Atlanta, Estados Unidos.
Earn vive al día, tratando de subsistir y tratando de ayudar económicamente a su ex novia, Vanessa, con la crianza y la manutención de su hija en común. Paper Boi vive dedicándose al narcomenudeo, viviendo con un excéntrico pero introspectivo amigo, Darius.
Los cuatro personajes serán cuatro canales narrativos para revisar con sátira, humor, drama, profundidad, crudeza y fidelidad los aspectos ocultos, invisibles o subrepticios de la vida de los afroestadounidenses. Earn, Van, Paper Boi y Darius serán las ocasiones de una representación comprometida de lo que es vivir en carne propia la absurdidad de la marginalización social que coexiste con una realidad rígida, hegemónica y eurocéntrica.
Para ello, la serie echará mano de los más variados recursos oscilando entre lo cómico y lo dramático y transitando fielmente por la vereda de lo extraño, lo contraintutivo, lo raro e, incluso, lo horrorífico.
Así, entre sus episodios encontraremos cosas tan variadas como un auto invisible; tiroteos; una versión afroestadounidense de Justin Bieber; un hombre transracial —i.e., un joven negro que se identifica como un hombre blanco de cuarenta y cinco años—; un hombre que tiene un lagarto como mascota; un personaje ficticio —parecido a Michael Jackson— que servirá como un comentario sobre la cultura de hiperexigencia y autorechazo en el que se gestan las grandes estrellas afroestadounidenses de la cultura popular; una extraña visita a la mansión del rapero Drake; un ajetreado viaje por Europa; una onírica representación hipotética de lo que sucedería si un día los descendientes de esclavos negros tuvieran derecho a una retribución económica por parte de los descendientes de sus esclavizadores blancos; un falso documental sobre la realización de Goofy, la película interpretándola como “la película más negra de todos los tiempos”.
Todo ello con una técnica fílmica significativa —con el aclamado Hiro Murai y el propio Donald Glover recurrentemente tomando la posición de director— que aporta a la construcción narrativa y expresiva. Una cinematografía que se toma con la misma seriedad los momentos más crudos del show de televisión y la comedia más absurda de la que sus historias son capaces.
Y, por si fuera poco, con una curaduría musical que no sólo empata las honduras expresivas de sus relatos sino que los parea con la riquísima y explosiva escena del hip hop de Atlanta —uno de los más importantes a nivel mundial, si no es que el más importante, actualmente.
De este modo, con un poderoso sentido de conciencia existencial y social, Atlanta desocultará la mística misteriosa de la marginalización de los afroestadounidenses en su nación. Explicitará los absurdos de su cotidianidad mostrando el modo en que una cultura que te relega constantemente sólo te deja como alternativa de realidad la realidad de lo absurdo.
Atlanta y Glover, con una conciencia —o inconciencia— que no se puede desvincular del afrosuarrealismo, pondrán en pantalla lo absurdo gracioso, lo absurdo satírico, lo absurdo dramático, lo absurdo horrorífico y lo absurdo existencial como representaciones prístinas de la realidad de la marginalización a la que se enfrentan las personas negras en el Mundo Occidental.
Atlanta pondrá en movimiento una imagen y una colección de relatos que sobrepasarán la realidad de lo establecido con la punzante representación de un limbo existencial: el limbo del surrealismo como cotidianidad. El limbo de la incertidumbre, del absurdo y de lo inmediato como única posibilidad de sobrevivencia. El limbo del surrealismo hecho cultura porque tu existencia se presenta como un absurdo para un mundo que constantemente te relega y te encasilla.
El limbo, que se antoja onírico, porque no ofrece oportunidades, ni respuestas, ni soluciones. El limbo que parece sueño porque arroja al sujeto a las manos de lo irracional, pero que se declara real cuando ese sujeto se ve atado a su mera necesidad. El limbo que no ofrece distancia entre el sueño y la realidad porque resulta inverosímil que haya gente que no pueda más que vivir a merced de una absurda marginalización racial.
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