El hígado presidencial
Alberto Vieyra G. jueves 2, Nov 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Muchas vísceras del Presidente, muchísima propaganda populista y mentirosa, pero muy poco gobierno.
AMLO tuvo la información y pudo haber evitado la mortandad en Acapulco, pero ya ve usted cómo se las gasta el Presidente en eso de la negligencia criminal.
Como ocurre normalmente en algunas personas, pero especialmente en los politicastros populistas que tiene en primer lugar el defecto del orgullo culpando siempre de sus hierros y desdichas a los demás, el señor López Obrador anda que pareciera que comió gallo en viernes y la prensa no oficialista con sus dueños y sus periodistas más experimentados son los culpables de todo y sobre ellos ha volcado toda la bilis del hígado y se acabó el diccionario con improperios tales como “prensa inmunda, manipuladores, buitres, viles aprovechados, privilegiados, zopilotes, mentirosos, calumniadores, irresponsables, corruptos, inmorales, deshonestos, opositores, ladrones, provocadores, perversos, hipócritas, de malas entrañas, decadentes, saqueadores y basura”. ¡Pura víscera presidencial!
Y es que al Presidente no le gusta que lo critiquen ni le contradigan decisiones torpes como al ordenar que toda la ayuda humanitaria de la sociedad mexicana y del extranjero fuera canalizada a través del Ejército y la Armada de México, para que el gobierno hiciera caravana con sombrero ajeno. Estados Unidos no aceptó el jueguito perverso y populista de AMLO y a través del embajador Ken Zalazar le dijo al Presidente que “la política del gobierno americano es que la ayuda humanitaria debe entregarse directamente a los damnificados del huracán, para evitar cualquier signo de corrupción o de que se use con fines político-electorales”, como ya ocurrió en el gobierno de AMLO cuando la ayuda para damnificados del terremoto de Turquía terminó en los mercados sobre ruedas y los don ganones serían dos legisladores de Morena.
AMLO, como todos los autócratas, es enemigo de la libertad de expresión, a él lo que le fascina es que le digan que es el segundo gobernante más popular del mundo, que qué hermoso se ve encaramado en su Suburban o en la camioneta de redilas que lo sacó del atascón de Acapulco, que qué chulada que antes viajaba en aviones comerciales dándose sus baños de pueblo, pero que ante los abucheos, ahora ya comenzó a viajar en helicóptero y en aviones del Ejército para que no le falten al respeto a la investidura presidencial y en suma, que él padece de narcicismo, como aquel ilustre personaje que solía mirarse todos los días en el agua para decir “¡qué guapo soy!”.
¿No le parece a usted que ya chole con tanto aroma de jabón, ni que perfumaras tanto?
La cuestión es que AMLO no ata ni desata ante una catástrofe natural que ha hecho ver a su gobierno pequeño e inepto. Pareciera que AMLO ha perdido la razón y bien valdría la pena aconsejarle que por la salud de la república mejor guarde silencio, pues no solamente derrama el hígado contra los medios de comunicación, sino que comete ultrajes a la dignidad humana que los estudiosos no juzgan con sano juicio como eso de que los acapulqueños que perdieron todo, según el Presidente “no pasarán una amarga Navidad”.
¿Usted cree que alguien que perdió su casa, a miembros de su familia y que se quedo con una atrás y una adelante y sin gobierno que lo respalde, va a tener una feliz Navidad? ¿No le parece a usted que lo que AMLO dice raya en lo absurdo y grotesco?
Y vuelve la burra al trigo con su populismo ramplón arremetiendo contra los ministros de la Corte y el Poder Judicial, institución a la que quiere desaparecer con toda su alma y anuncia que los fideicomisos que eran de los trabajadores del Poder Judicial, 15 mil millones de pesos serán destinados para la reconstrucción de Acapulco.
¿Sabrá AMLO que está hablando de una dádiva o una limosna que no resuelve casi nada, porque de acuerdo con los jerarcas de las cámaras de comercio, de la industria, de la construcción, de turismo y otras más, en la reconstrucción de Acapulco se requerirán cuando menos de 250 mil o 300 mil millones de pesos, el equivalente al fideicomiso que había en el Fonden y que nadie sabe a qué bolsillos fueron a parar?
Pero, como al Presidente le gusta que le hablen bonito, este irreverente átomo de la comunicación le aconsejaría: mejor guarde silencio, señor Presidente porque calladito se ve más bonito.