Caravana con sombrero ajeno
Alberto Vieyra G. miércoles 1, Nov 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El desastre fue gigante para un gobierno chiquito, que hoy chilla haciéndose pasar como víctima y culpando a los medios de comunicación, a sus dueños y a “unos periodistas que lo han magnificado todo”. En la dantesca tragedia de Acapulco el gobierno que rinde culto a la improvisación nada más no se ha podido ver transcurrida una semana del desastre.
Este átomo de la comunicación ha vuelto a recordar la histórica y ejemplar solidaridad del pueblo de México durante los terremotos de 1985, en la que la soberbia de un Miguel de la Madrid sería capaz de rechazar la ayuda extranjera. El Presidente se quedó en la comodidad de su alcoba, en lugar de haberse ido a rescatar muertos y heridos de entre los escombros de una ciudad en ruinas y fue capaz de atreverse a decir que los muertos no eran más de 4 mil, cuando en realidad fuerona casi 50 mil, pero esa solidaridad de los mexicanos dejó en claro que cuando México es solidario, no habrá compatriotas solitarios. El electorado se las cobraría a Miguel de la Madrid y al PRI en las elecciones presidenciales del 6 de julio de 1988, cuando el partido tricolor dejaría de ser la llamada dictadura perfecta.
¿Pasará lo mismo con Morena después de que todo México ha sido testigo de la arrogancia, la improvisación y la falta de empatía de un Presidente de la República “yoyo”, que odia a las empresas privadas y a la sociedad civil organizada. Lo ha dicho varias veces que él es amante de las empresas públicas y no de las privadas, uno de los ejes fundamentales de los gobiernos comunistas. Esa organización solidaria, que quiérase o no encabezaría Víctor Gonzáles Torres, el Doctor Simi, y hasta Walmart, la vuelvo a ver en la tragedia de un Acapulco desolado que tardará muchos años en reconstruirse.
Sólo que esa ejemplar solidaridad se topó al llegar a Acapulco con las bayonetas que ordenaron que despensas, agua y todo género de ayuda para más de 90 mil damnificados se canalizará a Chilpancingo, donde los militares las meten en cajas con una leyenda que reza “Ayuda del gobierno federal”. ¿No se llama a esto hacer caravana con sombrero ajeno y todo para que no se sepa a dónde fueron a parar los 300 mil millones de pesos que había el fondo de desastres naturales el Fonden?
AMLO ordenaría al Ejército: “Queremos que la distribución de las despensas las hagan la Secretaría de la Defensa y la Secretaría de la Marina, no las autoridades civiles, ni del gobierno federal, ni del gobierno estatales ni municipal y mucho menos organizaciones sociales llamadas no gubernamentales o de la sociedad civil, para que nadie se aproveche de la necesidad de la gente. En forma directa se va a atender a todos los damnificados de Acapulco”.
Y así a lomo de tortuga se hicieron las cosas, mientras Acapulco era escenario de rapiña, desolación y muerte. Todas las crónicas reporteriles hablan de que Acapulco huele a muerto. Por cierto, la ilustre gobernadora Evelyn Salgado resucitaría a 3 muertos, pues mientras Protección Civil hablaba hasta el pasado fin de semana de 48 muertos, la señora se voló la barda diciendo que son 45 muertos, casi 50 desaparecidos, mientras desde su Palacio el Mesías Tropical hacía apología del huracán “Katrina”, que dejó más de 2 mil muertos en Nueva Orleans y presumió que “afortunadamente no nos fue tan mal porque corrimos con suerte y no hubo tantos muertos”.
Así haya sido un sólo muerto, son los muertos de AMLO, que se sumarán a los casi 800 mil decesos de la pandemia del coronavirus y los más de 164 mil asesinatos dolosos durante el aberrante régimen de la 4T. Toda esa estela macabra son los muertos de AMLO, pero como decía el ilustre José Zorrilla: “los muertos que vos matáis gozan de cabal salud”. Ni hablar, la catástrofe de Acapulco fue gigante para un gobierno chiquito que ha quedado atrapado en el ojo del huracán. Falta por ver la reconstrucción, más rapiña, más mentiras y patrañas del Presidente, hambruna y violencia porque usted sabe que una persona hambrienta es capaz de todo. Y por último, vendrá el cobro de facturas electorales a su “corcholata” y “corcholatitas” en las elecciones presidenciales del 2024.