Tabasco dejó de ser un edén
Ramón Zurita Sahagún martes 24, Oct 2023De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
No es nuevo que Tabasco dejó de ser un Edén, ya desde hace varias décadas, y que urge la reunificación de todos los sectores tabasqueños, sin importar ideologías, sectarismo ni militancias políticas.
La política vino a convertirse en la desgracia del estado y los pleitos entre unos y otros colores arrastró a la población por el rumbo de la incertidumbre.
En ocasión de la selección de los candidatos al gobierno estatal y la renovación del Congreso local y las 17 alcaldías debe alcanzarse un consenso que impida siga la degradación del medio ambiente, la concentración de la riqueza en unos cuantos vivales, principalmente del medio político y Tabasco pueda regresar a su etapa de prosperidad.
Tabasco siempre fue una entidad vista a la lejanía desde el centro del país, donde las carreteras llegaron a finales de la década de los 50 y hasta los 80 se integró a todo el estado, mediante la red de puentes por los cuales se podía atravesar los caudalosos ríos que cruzan a lo largo y ancho de la entidad.
La modernidad alcanzó a Tabasco y llegó el petróleo, se redujeron la agricultura y la ganadería y las poblaciones se nutrieron de habitantes provenientes de distintos estados e incluso del extranjero. Con ello se fue perdiendo el lenguaje característico de los tabasqueños, cambiaron sus costumbres y su alimentación se fusionó con las de los recién llegados.
Hasta ahí no había mayor problema. La modernización trajo también la proliferación de ideologías en una entidad donde privaba nada más el PRI, hasta la explosión de la década de los noventa cuando el perredismo asomó como opción para los políticos y para los electores.
De esa forma se inició la rebatinga, ya que los jóvenes priistas que se sintieron con derechos de sucesión se inquietaron y optaron por otras ideologías.
Roberto Madrazo Pintado le dio el estoconazo que liberó a muchos de esos jóvenes que esperaban una oportunidad de participación.
Humberto Mayans, Raúl Ojeda, Óscar Cantón, Arturo Núñez, Gustavo Rosario, Pedro Jiménez y muchos más, buscaron opciones que los llevaron, principalmente al perredismo.
El crecimiento político de uno de esos jóvenes, que fue de los primeros en dar el salto fuera del PRI, Andrés Manuel López Obrador que, de un liderazgo local, saltó al estatal y al nacional después, les abrió la puerta a muchos tabasqueños que migraron a la política nacional al triunfo del tres veces candidato presidencial.
Hoy, establecidos en los primeros planos de la política gubernamental, esos nuevos liderazgos sostienen una feroz batalla por situar a uno de los suyos en la candidatura al gobierno del estado, lo que representa casi el eventual triunfo en las urnas.
Por un lado, un herido gobernador con licencia, Adán Augusto López empujando porque una de los suyos, la candidata Yolanda Osuna, y por el otro, el grupo de Octavio Romero aliado al de Javier May, empujando por el segundo.
En los dos grupos afloran rencores y buscan el poder para satisfacción personal y mostrar el músculo de quien mantiene a Tabasco en un puño y quien de ellos es más confiable para el verdadero líder de la política tabasqueña, Andrés Manuel López Obrador.
Lo peor de todo es que ninguno de los dos garantiza la posibilidad de una buena administración. Yolanda es viuda de un intelectual y su inserción en la política se debe a su amigo Adán Augusto, que le vio cualidades políticas. May es un político rupestre que saltó de la alcaldía de Comalcalco al concierto nacional, convirtiéndose en secretario de Bienestar y director de Fonatur, entre otros cargos.
Pobre estado y pobre de sus habitantes con cualquiera de los dos que gobierne.
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Que siempre si quiere Samuel García ser Presidente de la República y solicita licencia por seis meses para buscar la nominación. Lo raro del asunto es que seis meses no le alcanzan para contender. Eso sí, el gran tata de MC, Dante Delgado, dejó abierta la puerta para Marcelo Ebrard, considerado opción externa de su partido.