Golpe mortal a la Corte
Armando Ríos Ruiz viernes 20, Oct 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Al comenzar la semana, la Cámara de Diputados aprobó el dictamen que despoja a la Corte de 13 fideicomisos, en un acto sin precedentes de venganza del Ejecutivo, secundado por la ceguera y la sinrazón de los representantes populares afines y obedientes, que actuaron de acuerdo con la orden presidencial, sin leer y por consecuencia, sin cambiar una coma.
Sin duda, un tremendo golpe mortal a ese organismo que representa el más fuerte bastión de contrapeso a la gigantesca soberbia vestida con el más grotesco capricho que mueve las ansias del Primer Mandatario, para consolidar el verdadero objetivo de su cuarta transformación rumbo a la dictadura.
Al fin, copia fiel de sus maestros, Hugo Chávez y Daniel Ortega, de Venezuela y Nicaragua, respectivamente, quienes arribaron a ese objetivo destructor para convertirse en amos y señores de sus respectivos países, en donde sembraron y siembran terror y destrucción. en donde la violencia verbal y física se ha convertido en símbolo y sello indeleble de su paso.
Llama la atención que, a principios de su gobierno, el Presidente no haya reparado en que la Corte estaba llena de prerrogativas, de acuerdo con su observación. Es decir, que mientras fue presidente de la misma Arturo Zaldívar, incondicional suyo, no haya advertido los privilegios que ahora le achaca y que habrán de sumarse a otro acto similar, cuando elimine quince mil millones de pesos más de su presupuesto, para tirarlo en programas sociales amañados.
¿Por qué lo anterior? Por una parte, necesita los 30 mil millones, entre fideicomisos y presupuesto, para la compra de los votos más caros de la historia, con la entrega de dinero en efectivo cada dos meses —que por cierto será incrementada el año entrante—, debido a que se celebrarán las elecciones más importantes de la historia y hay que ganarlas para la misma causa.
Por otro, para sacudirse a la Corte, convertida hoy en freno de los descomunales caprichos de destrucción de todo lo que le incomoda y de desprecio a las leyes que frenan sus abusos.
Por cierto, no está solo. Una cantidad de ciegos también, aprueba su voluntad demoledora y, de acuerdo con lo que he visto en las redes sociales, hacen llamados a la defensa de esas medidas irracionales con invitaciones a la violencia, si es necesario, “porque —en el caso de la Corte—, sirve sólo a las clases privilegiadas”, a partir de que la ministra Norma Piña es su presidente.
Argumento que hasta ahora se esgrime, insisto, y que no fue advertido a principios de su mandato. Entonces no había impedimentos para llevar a efecto sus ocurrencias. De haber impuesto a la plagiadora de tesis, seguramente, la Suprema Corte gozaría hoy de todo su beneplácito y reconocimiento.
Es necesario hacer notar que “la extinción de los fideicomisos repercute en las finanzas del Poder Judicial de la Federación y en el cumplimiento de diversas obligaciones patronales respecto a derechos laborales adquiridos por parte de todas las personas trabajadoras”
“No se trata de un recorte al presupuesto que año con año se solicita a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y que aprueba igualmente la Cámara de Diputados”. Se trata, en realidad, de un desquite caprichoso, porque no aprueba sus desacatos a las leyes y a sus deseos irrefrenables de imponer su voluntad extravagante, inmoderada e improcedente.
De consolidarse el chiste, México perderá la oportunidad de recuperase en todos los rubros que esta administración ha llevado a la ruina. La razón no puede estar de parte de un Presidente que desea con obsesión, que nuestro país se sume a las causas negativas que hoy exhiben algunos países latinoamericanos, que dan pena y angustia porque nadie puede ayudarlos.
Lo anterior, con el trillado argumento de que hay que acabar con los conservadores y con la oligarquía del dinero, que maniobra en todos los órdenes del quehacer mexicano. Toda una manipulación enfermiza.
También con el que habla de que primero los pobres, porque en la realidad son los más manipulables y agradecidos con las dádivas.