El uso político de Aburto
¬ Luis Ángel García miércoles 11, Oct 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Siempre quedó la sospecha de que el asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio fue un crimen de Estado, orquestado desde Los Pinos, luego de la ruptura del sonorense con el jefe máximo de su partido. El hijo predilecto del Salinato se había cortado el cordón umbilical con el discurso del ungido en un atiborrado Monumento a la Revolución y el reconocimiento de que los gobiernos priistas le habían fallado a la gente y por eso el de Magdalena de Kino veía a un pueblo “con hambre y sed de justicia”.
A la hipótesis de la conspiración se sumaron las versiones de un segundo tirador, de los dos Aburto -el aprehendido en Lomas Taurinas y el que abordó el avión rumbo a la CDMX con un misterioso pasajero no registrado en la bitácora-, se insistió en la teoría del asesino solitario. Las investigaciones de la PGR, de los fiscales especiales y de la otrora CNDH, concluyeron que el responsable del homicidio fue Mario Aburto, detenido en flagrancia con el arma disparada ante decenas de testigos.
Sin embargo, su declaración sobre los motivos -los mismos que el fanático que segó la vida de John Lennon-, “cinco minutos de fama” no sustentaban las hipótesis del crimen de Estado. Sentenciado a 45 años de prisión, Aburto fue enviado a un penal federal y jamás habló de tortura. El criminólogo Carlos Tornero Díaz, responsable de los penales federales al arrancar el siglo XXI, comentaba que el recluso Mario Aburto era un hombre introvertido que pidió no recibir visitas, ni siquiera familiares; no hablaba con nadie ni se juntaba con otros internos en la única hora en que salían a tomar el sol; leía mucho y pedía algunos títulos de literatura universal. Jamás habló el especialista en ciencias penales de que Aburto hubiera denunciado torturas o malos tratos antes de ingresar al Cefereso o en su estadía. Era un solitario.
Por eso llama la atención que después de casi treinta años, haya decidido -por inspiración divina o reconversión voluntaria, a la que es muy dada a apelar la 4T-, denunciar que fue torturado para confesar un crimen que supuestamente no cometió. Más aún, treinta años después aparece la preocupación familiar por alguien a quien no visitaron. También es extraño que la CNDH solicitara, junto con la reapertura del caso para demostrar la confesión forzada, su traslado a un reclusorio de Baja California, petición que nunca atendió la SSPC. Innecesaria es ahora cualquier averiguación del Ministerio Público Federal, ya que oportunamente un tribunal colegiado descubrió que Aburto no debió ser juzgado por el fuero federal, sino por un delito conforme al Código Penal del estado fronterizo, el cual contemplaba una sentencia máxima de treinta años, que se cumplen en marzo de 2024, justo al arranque de las campañas políticas de los próximos comicios.
Cabe señalar que la determinación de los jueces no implica una declaración de inocencia del procesado, sino sólo la reducción de la pena por considerar que debió ser juzgado en el fuero común por el homicidio de una persona, sin connotaciones políticas y mucho menos por magnicidio. Es irrelevante la recomendación de la CNDH para que la FGR reabriera el caso para comprobar la tortura y la consecuente declaración de inocencia, como tampoco tuvo mucho eco la exigencia de cambiarlo de penal para que estuviera cerca de una familia ausente.
Pero, seguramente, la administración de la 4T ya lo convenció para que, a diferencia del comportamiento de monje cartujo que mantuvo durante tres décadas, hoy desee convertirse en un rock star que quiera los reflectores para cantar como jilguero y dar sustento a la teoría del crimen de Estado. Aburto será un personaje aprovechado electoralmente para desacreditar a los opositores, aunque en esta administración se han cometido más asesinatos de políticos que en el pasado.