Chinches
Alberto Vieyra G. martes 10, Oct 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Aquí entre nos: ¿Usted ha dormido alguna vez en una cama con chinches chupeteadoras de sangre? ¿Verdad que es un infierno?
¿Por qué le hablo de chinches? Bueno, los burros del Politécnico Nacional y los no tan burros de la UNAM se dedicaron la semana pasada a matar chinches o mejor dicho, se dedicaron a matar clases, según ellos para exterminar una ponzoñosa plaga de chinches en prácticamente todas las facultades de la máxima casa de estudios de México, pero ni la ciencia del Politécnico, ni de la UNAM le han podido dar al clavo para exterminar a esos animalitos chupasangre que llegan a vivir hasta 18 meses y que son quizá más inteligentes que muchos de los estudian en ambas instituciones y que tardan hasta 14 años para medio terminar una carrera, como es el caso del actual Presidente de la República. Son auténticos lastres.
Pero fíjese usted, que me cuentan que las chinches también hay por montones en el Metro de la capital de la República y yo pienso que sí, pero también las hay en la Cámara de Diputados donde se chupan nuestros dineros públicos y también las hay en Palacio Nacional, donde se vive en el año de Hidalgo por aquello de que chin, chin, el que deje algo.
En el Senado de la República también hay chinches chupeteadoras que se niegan a nombrar a 3 comisionados del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información (INAI) y todo porque esa institución creada para servir de contrapeso al ponzoñoso presidencialismo azteca le ha metido cuando menos media docena de mandarriazos a AMLO, quien ha dicho que “el INAI sirve para dos cosas: para nada y para lo mismo”.
El INAI es para AMLO una piedrotototota en el zapato, odia a esa institución de la transparencia. Primero, le sacó sus trapitos al sol con la llamada “estafa maestra” por más de 15 mil millones de pesos en Segalmex y por cuyos trinquetes nadie ha ido a la cárcel. Luego, el INAI le documento que su prima Felipa Obrador es una próspera empresaria que obtuvo contratos por más de 400 millones de pesos en Pemex, que hoy está prácticamente en quiebra.
Más tarde, el INAI revelaría que un contratista de Pemex era el dueño de la “casa gris” que ocupaba gratuitamente, allá en Texas, el hijo de Andrés Manuel López Obrador, José Ramón López Beltrán y para rematar, el Inai destapó una pestilente cloaca en el cancelado Aeropuerto de Texcoco, donde los amigos del hijo mediano de AMLO, Andy López Beltrán tejieron una sofisticada red de corrupción a través de empresas fantasma que se extienden a todo el país, sobre todo a lo largo del trenecito maya, en donde hasta el nunca bien ponderado Nico, aquella chinche que le servía como chofer a López Obrador, hoy sabemos que es dueño de terrenos y negocios estratégicos en cuando menos dos estaciones del trenecito maya.
Nada de esto en novedad para todos los mexicanos. La mayor parte de los ponzoñosos gobiernos sexenales nos han robado, nos han chupado la sangre, cuáles chinches chupeteadoras nos han saqueado, como les apodó el llamado cómico de la política, el ilustre Jesús Martínez “Palillo”.
Pero, le decía que los alumnos de la UNAM y del Poli no encuentran el antídoto para matar y acabar con las chinches, cuyo infierno también vivió el inolvidable Pedro Infante Cruz, pues su primer departamento que ocupó en la calle de Ayuntamiento estaba atestado de chinches.
Les daré una clave para exterminar a esos animalitos porque a las otras chinches chupeteadoras de dos patas todavía no encuentro el antídoto. Si en su casa aparecen las chinches, vaya y comprese un kilo de guayaba y frótelo en los bordes del colchón, donde haya madera, libros antiguos, periódicos viejos y asunto arreglado. Las chinches desaparecerán como por arte de magia y eso lo saben muy bien los biólogos en México.
Y hay otras chinches chupeteadoras, que hoy se gastan nuestros dineros públicos en campañas electorales anticipadas, pero de esas chinches chupeteadoras, que tienen hambre y hartas ganas de comer, le hablaré en capítulo aparte.