De Biden a Porfirio Díaz
Alberto Vieyra G. miércoles 4, Oct 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El 7 de enero de 1907, poco más de 2 mil obreros de la industria textil en Río Blanco, Veracruz, estallaron la huelga para poner fin a una escandalosa explotación laboral y exigir acabar con salarios de hambre. Sería el primer antecedente que detonó la Revolución Mexicana de 1910.
Al principio, el dictador Porfirio Díaz fingió apoyar la huelga obrera, pero en realidad los traicionaría al terminaría apoyando a los patrones tras desatar una cruenta matazón de obreros.
De acuerdo con un informe secreto dado a conocer por el entonces embajador alemán en México, los muertos se contaron por cientos, pues daba cuenta de que en el ferrocarril El mexicano, que corría de la Ciudad de México a Veracruz y que fue construido por Benito Juárez, fueron transportados decenas de cadáveres para ser arrojados al mar y sin contar los cientos de obreros que se ocultaron en las montañas veracruzanas para no ser rematados. Cuando el archi condecorado general fue informado de la matazón realizada por el Ejército y la policía, tendría el cinismo de pronunciar aquella histórica declaración que decía “¡vaya… todavía sirvo para matar!”.
Más de 100 años después, vemos hoy en Estados Unidos una histórica huelga de las principales empresas automotrices y más de 14 mil trabajadores están en pie de guerra exigiendo el fin de condiciones laborales adversas a su dignidad.
Los obreros agrupados en el principal sindicato de la industria automotriz ‘United Auto Workers’ (UAW), tienen en su puño a los fabricantes de automóviles con un extenso pliego petitorio, que según algunos observadores y analistas económicos podría desatar en Estados Unidos una recesión económica en caso de prolongarse la huelga que más temprano que tarde, también repercutiría en la fabricación de autopartes en México.
En principio de cuentas, los huelguistas exigen un 40% de aumento salarial y no se bajan; demandan acortar su jornada laboral de 40 a 32 horas por semana, más días de descanso; tiempo extra mejor remunerado, pensiones que vayan por arriba de la inflación y frenar la acelerada tecnificación en la fabricación de automóviles, sobre todo en lo que formará parte de la era de los autos electrónicos.
Lo extraordinario de esta huelga automotriz en los yunaites es que el presidente Joseph Biden se ha declarado abiertamente en apoyo a los trabajadores automotrices que representan para él en las próximas elecciones presidenciales de noviembre del 2024, más de 40 mil votos ante la presión de los millonarios fabricantes de automóviles de Ford, General Motors y la Chrysler; en su mayoría integrantes del poderoso Cinturón de la Biblia Republicana de Estados Unidos, donde también están las poderosas empresas de seguros que concentran más del 40% del PIB mundial; las industrias cigarreras, las empresas refresqueras y sin faltar los inaguantables petroleros texanos.
Habrá que ver si Biden no emula a Porfirio Díaz y los amos del imperio capitalista le hacen manita de puerco. Es la primera vez en que un presidente norteamericano apoya abiertamente una huelga y seguramente Biden se tomará su tiempo, igual que los huelguistas hasta que la efervescencia por las elecciones presidenciales en Estados Unidos se encuentre en el punto más alto. Veremos, pues, si Biden aguanta el trote de los amos del dinero y se faja hasta conseguir el voto de los obreros de las armadoras norteamericanas.
Para Biden esos votos y los de los latinos más de 11 millones bien valen hasta una misa.