Sheinbaum y Xóchitl, candidatas al ahí se va…
Roberto Vizcaíno jueves 28, Sep 2023Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
No es cuestión de género, sino de genio, de neuronas, de inteligencia. Don Julio Scherer, hombre de una agudeza excepcional, eludía los adjetivos y las groserías, y sólo las utilizaba cuando eran inevitables.
Lo recuerdo hoy al ver el rumbo que siguen los 3 aspirantes presidenciales visibles hasta hoy: Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Marcelo Ebrard.
Mientras ellas dan tumbos, pierden el tiempo, caminan sin estrategia y al parecer sin rumbo, al ahí se va, Ebrard muestra más coherencia y conduce estratégicamente sus tiempos e intenciones. Quiero creer que es porque tiene más experiencia. Tan es así que ha logrado mantener una fuerte expectativa entre medios, ciudadanos y el mundo político a pesar de que el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador lo hizo a un lado, al darle su aval total a Sheinbaum.
Para otros, ese desdén, menosprecio, exclusión del mesías hubiera significado la defenestración política y el fin de su inclusión en las primeras planas de los medios.
Pero no, Ebrard se mantiene en la atracción de los primeros espacios periodísticos, políticos y electorales. En estas semanas recientes ha perdido sin duda simpatizantes y seguidores, pero todavía convoca el interés de grandes segmentos.
Su posibilidad de convertirse en el tercer candidato presidencial en disputa, y quizá así alcanzar la Presidencia, es un atractivo por demás vigente, fuerte alrededor de él.
Y ahí va, administrando sus apariciones y sus declaraciones, su accionar que lo ha llevado ya a judicializar la interna de Morena ante el Tribunal Electoral, una instancia que pudiera anular ese proceso y meter en un verdadero lío la candidatura de Sheinbaum como abanderada de Morena, PT y Verde al 2024.
Ebrard —digámoslo abiertamente— mantiene la percepción entre muchos de que la candidatura de Claudia se puede caer, o si llega a la boleta, perder la elección.
Nada más y nada menos que eso.
Claudia, a tropezones
Con esa losa encima, en medio de una impugnación interpuesta por Ebrard —quien se consolidó en una muy cuestionada interna como la segunda fuerza electoral de la alianza Morena, PT y Verde con 26 puntos—, la ex jefa de Gobierno de la CDMX no logra ni siquiera arrancar campaña.
Todos sus eventos hasta hoy siempre inician con convocatorias a la unidad, en una cantaleta que parece una lastimosa rogativa al ex canciller y los suyos a parar ya su querella, su exigencia de cancelar el proceso interno y reponerlo.
Delgadita, quizá 1.65 metros; unos 65 kilos, Claudia no termina por dar la imagen de una candidata ganadora. Menos, cuando aparece al lado de personajes como Gerardo Fernández Noroña o Ricardo Monreal de alturas y físicos robustos.
Pero lo peor de todo es que no sólo no le organizan eventos destinados a avanzar proyectos, propuestas, cercanía con dirigentes empresariales, sociales, intelectuales, académicos, de jóvenes, mujeres, profesionales, emprendedores que la arropen, sino que persisten en pretender convertirá en lo que nunca podrá ser: una dirigente social recia, contundente, con un vozarrón imponente.
Y en ese intento, que pareciera orientado a destruir su imagen, a bajarla mediáticamente, a disminuirla frente a los ciudadanos, a los electores, la lanzan a escenarios en que se le ve dudosa, disminuida, apanicada, lo que expresa en su voz.
Se casa
Ya veremos cómo sus operadores electorales manejan su boda este fin de semana. Un matrimonio que cualquier operador electoral aconsejaría fuese en domingo para que apareciera el lunes en todos los medios. No en fin de semana en que se perderá su efecto periodístico.
Lo que la obviedad indica, es que la doctora Sheinbaum no tiene detrás un operador de medios ni redes. Y así, su campaña es una “al ahí se va”.
¿Y Creel? ¿Y los voceros de Xóchitl? ¿Y Alito, Marko y Zambrano?
En este escenario, destaca, sin duda, el ahí se va en que camina a su vez la opositora Xóchitl Gálvez.
Igual que Sheinbaum, a la senadora hidalguense se le nota que no tiene ni estrategia ni organización electoral coherente.
Lo único consistente en ella son sus conferencias en el Senado en días de sesión. Con los mismos de siempre que le preguntan sobre las cosas del día.
Igual que Sheinbaum, a Xóchitl no se le ve plan alguno para hablar de proyectos, presentar propuestas, para dar respuestas a reclamos ciudadanos —sobre seguridad, economía, crecimiento, educación, salud, etc—, a la problemática que, se ve, dejará AMLO a su salida.
De lo que ella habla son cosas sueltas, puras ocurrencias, pareciera.
Y hasta hoy, no se ve dónde anda su coordinador de campaña, el panista Santiago Creel, ni qué hacen sus voceros Javier Lozano, Germán Martínez, Lía Limón ni Álvarez Izcaza y mucho menos se ve a los dirigentes de sus 3 partidos del Frente: Alito, Marko y Zambrano.
Hasta el más novato estratega electoral le estaría organizando encuentros en Nueva York con personajes de las calificadoras más interesadas en el futuro de México y Pemex; con presidentes de las comisiones más importantes del Senado en Washington o con los comités de los sectores industriales con grandes intereses en el futuro incierto de nuestro país.
Bueno, a lo mejor le organizaría encuentros con dirigentes de sectores mexicanos gravemente golpeados como los del transporte, de la producción agrícola, de la energía limpia, etc.
Pero no, la senadora Gálvez anda en entrevistas de banqueta mientras su staff está ausente.
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