Marcelo y su laberinto
Ramón Zurita Sahagún martes 19, Sep 2023De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El tiempo pasa y Marcelo Ebrard Casaubon no aprovecha las ventajas que le dieron sus 70 días de recorrido por todo el país y el segundo lugar en las encuestas de Morena.
El ex secretario de Relaciones Exteriores sorprende con sus acciones que no parecen conducirlo a ningún lado y lo alejan más de sus propósitos esenciales que apuntaban hacia una candidatura presidencial.
Marcelo parece encontrarse en un laberinto creado por él mismo que le impide soltar ataduras y responder a sus propias expectativas.
Luchó afanosamente por la candidatura para encabezar la defensa de la 4T, un título que encubre la candidatura presidencial, y se mostró quejumbroso durante todo el recorrido realizado a lo largo y ancho del país, mostrando recelo de la transparencia del instituto en que milita.
Sin embargo, ese recelo de la poca claridad con que se levantaron las encuestas y la honestidad con que se manejaron sus compañeros, puesta en duda todo el periodo, parece revalidarla el propio Marcelo, cuando pide que sus quejas sean atendidas por el mismo organismo del que duda.
No se entiende como Marcelo pretende acorralar a su partido con sus exigencias, desconoce las condicionantes con las que aceptó participar, se rehúsa a aceptar los premios de consolación que se fijaron y ahora anuncia la creación de una asociación civil, tendiente a la creación de un partido político cuando se abra el registro de los nuevos partidos que habrán de contender en los comicios de 2027.
Marcelo sigue la tendencia de su primer mentor, quien no aprovechó la inercia de su rebeldía en 1994 y esperó hasta seis años después para contender como candidato presidencial, con los resultados conocidos de menos del uno por ciento de los votos y, por ende, de perder el registro de un partido que nació muerto.
Ebrard Casaubon como Camacho Solís, en el pasado, se inconformaron con la designación del candidato presidencial del partido en que militaba, manotearon, se quejaron y enrarecieron el ambiente político, pero se mantuvo firme en el partido que se negó a postularlo.
La historia se repite con condiciones similares, ya que, en 1994, Camacho Solís no encajaba en el perfil del PAN, el PRI lo había hecho a un lado, el PRD tenía su candidato y los demás partidos eran demasiado pequeños para sus expectativas. Con Marcelo sucede lo mismo. Su partido lo hizo a un lado, la alianza del Frente Amplio por México tiene su candidata antes que el propio Marcelo supiera que estaba vencido y MC lo desprecia después que le ofreció la nominación en el pasado, para donde se mire no hay otro lado donde arrimarse, ya que la figura de independiente cerró antes.
Es cierto que Marcelo con su movimiento puede transitar con su permanencia dentro de Morena (aunque él mismo dijo que no tenía cupo ahí) y hasta puede negociar con ellos y conseguir espacios (en el Senado y en la Cámara de Diputados) para su círculo cercano y hasta aceptar lo que antes rechazó, pero se vería muy mal aceptando lo que antes no quiso.
Marcelo se está quedando solo, ya que muchos que le prodigaban lealtad, vuelven a su redil y son los menos los que se mantienen firmes con él.
El círculo se cierra a su alrededor y no se advierte cómo hará Marcelo para mantener su asociación civil viva, si continúa marginándose de Morena, aunque queda todavía un resquicio que es del apoyar a la candidata del Frente Amplio, con mejores condiciones de negociación.
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Habrá valido la pena el trueque del gobierno estadounidense de dejar libre a Emma Coronel, después de sacarle información, a cambio de enjuiciar a uno de sus hijastros, Ovidio Guzmán López, quien de inició se declaró inocente de los cargos que le acredita el gobierno estadounidense. El compromiso de las autoridades de aquel país es el de frenar las remesas de fentanilo que llegan a esa nación y, supuestamente, el llamado “chapito” les arrojará luz sobre el tráfico.