Delincuentes políticos
Freddy Sánchez jueves 31, Ago 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Que la delincuencia organizada esté metida en asuntos políticos para apoyar candidatos a puestos de elección popular que ayuden a sus propósitos criminales cuando ocupen un cargo electoral no es algo que no se haya dicho en periodos anteriores de gobierno.
Desde que el crimen es una actividad de mafias con afanes de mantener su poderío y acrecentarlo, lo que tiene varios sexenios en el país, es más que sabido que cada que hay elecciones se corre el riesgo de la infiltración de delincuentes en cuestiones políticas.
De ahí el antecedente de que en diversos momentos se hayan dado casos de supuesto involucramiento de quienes buscan obtener un cargo popular y los que siendo gente dedicada a la comisión del delito lo financian en espera de cobrarse el favor a su debido tiempo.
Es por ello que el apoyo público económico aprobado legalmente para la propaganda electoral de los aspirantes a puestos de representación popular se ha mantenido durante muchos años en México, en lugar de abrir de par en par las puertas al financiamiento privado y sobre todo al de dudosa procedencia. En ese sentido, es conveniente resaltar que la acciones oficiales de fiscalización juegan un papel fundamental para que se respeten las restricciones que intentan nulificar toda posibilidad de que dinero de grupos de poder y en particular de la delincuencia organizada fluya hacia los que requieren de financiamiento para sus campañas políticas, pero están legalmente impedidos para recibir aportes sin registro ni control. La cuestión es que sin importar las medidas institucionales para “blindar” las campañas políticas, suele darse una connivencia de quienes dan y reciben dinero sucio para tareas electorales.
Los ajusticiamientos de políticos aspirantes a puestos de representación popular se han convertido, según parece, en una resultante de las componendas entre grupos criminales y ciertos personajes de la vida pública.
Algo que tampoco es exclusivo de los tiempos que corren, dado que suspicacias al respecto se remontan a la época del viejo PRI pasado por la alternancia panista y, por supuesto, incluyendo el retorno del priismo hasta su debacle y el arribo de Morena al poder con Andrés Manuel López Obrador. Un sexenio en el que mediante acusaciones veladas o denuncias abiertas han surgido distintas voces para manifestar que nunca como ahora el crimen organizado se encuentra “metido hasta la narices” en fines electorales.
Las sospechas que pesan contra militantes del partido en el poder como “asociados” de algunos de los cárteles delictivos, particularmente el de Sinaloa, son consideradas en círculos del gobierno como calumnias de adversarios políticos desesperados por haber perdido poder y decididos a recurrir a las peores bajezas para recuperar sus influencias.
Lo cual, supuestamente, lograrán ganando elecciones echando mano de apoyos económicos ilegales, (sin descartar a las delincuencia organizada), previa concertación para hacer pingües negocios con sus “padrinos” electorales incluidos los integrantes de las mafias criminales.
O sea, exactamente, la misma acusación que hoy se hace a quienes con las siglas de Morena han logrado asumir un alto número de cargos electorales en México que a decir de algunos de sus críticos pretenden mantener en su manos con propaganda electoral pagada por criminales y aspiraciones propias de llegar al poder.
Lo que significaría tener o seguir teniendo delincuentes políticos.