¿Quién agrede a quién?
¬ Luis Ángel García miércoles 16, Ago 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
Quien ha usado la agresión verbal, el insulto, la diatriba, la acusación sin fundamentos, la difamación como estrategia para descalificar a opositores, periodistas, opinadores y cuanta gente, incluida la de su equipo, se atreva a contradecir sus pronunciamientos o ataque su proyecto político, es el inquilino de Palacio Nacional, quien ahora quiere victimizarse y hacerse el ofendido. Desde hace cinco años se ha dedicado a insultar, a diestra y siniestra, a cuanto opositor a la 4T se manifiesta, desde empresarios hasta investigadores, científicos e intelectuales, a los que señala como orgánicos -cuando él cuenta con una batería de voceros oficiosos y zalameros-, también ha descalificado y agredido a las autoridades de otros países y violado el principio de no intervención. Además, ha atacado a rectores y querido intervenir en la vida académica de las universidades y centros de investigación.
Pero ahora se dice agredido y ser damnificado de una campaña de ¡violencia de género! La paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Olvida los calificativos para las feministas, a quienes acusó de fifís y manipulables, a los niños con cáncer les dijo golpistas, agredió a personajes de la política nacional como Cuauhtémoc Cárdenas -a quien espetó que, si no estaba con él, estaba en su contra-, o al finado Porfirio Muñoz Ledo, sus impulsores que no ideólogos.
Recientemente ejerció violencia política de género contra la aspirante a candidata presidencial Xóchitl Gálvez -potenciada por el propio mandatario, ya que ella sólo pretendía la jefatura de Gobierno-, lo mismo hace ahora con la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, por haber conseguido un amparo que impide la distribución de los nuevos libros de texto; una retahíla de descalificaciones propinó el Presidente a la mandataria estatal, sin prueba alguna, solo por ejercer la soberanía de su cargo y la de la entidad. Este episodio dio pauta al Presidente para retomar sus agresiones contra el Poder Judicial e insistir, con ínfulas dictatoriales, en la renovación de ministros y magistrados, para tener jueces a modo. Le molesta que le pidan que respete la ley.
Otro evento que muestra el talante de violentador político del Presidente son las reiteradas agresiones al reportero de La Jornada que cubre las mañaneras. Primero impidió que los titulares de la Sedena y de Semar -preocupado porque fueran exhibidos-, respondieran a sus cuestionamientos con el argumento de que él lo haría porque era el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y ¡el Presidente! En otra conferencia, molesto porque el periodista le enmendó la plana y le hizo la observación de que lejos de bajar la pobreza extrema se había incrementado, se fue contra el informador y lo calificó de provocador, de conservador y cuando también descalificaba a su diario, le dijo que cuál era su medio y respondió La Jornada, no tuvo de otra que recular y decir que era el mejor periódico de México.
Todos los días, desde la nueva sede de la Santa Inquisición en que se ha convertido el Salón Tesorería, el moderno Torquemada ejerce sentencia contra sus detractores y los envía a la hoguera popular. Pero cuando políticos o comunicadores lo critican, apela a la investidura presidencial y se victimiza, se hace el ofendido y reclama que es una estrategia de los conservadores, de los neoliberales que quieren mantener sus privilegios, etc. etc. Así que no le queda al Presidente exigir que no lo critiquen, cuando su narrativa está basada en la descalificación y la polarización. El que mucho critica, algo de sí le pica.