Un “xochitlcidio”
Alberto Vieyra G. jueves 27, Jul 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
“Hermano: Debo matarte”. Con ese premonitorio título, el periodista y lúcido escritor Francisco Martín Moreno escribió en el periódico Excélsior el día 2 de marzo de 1994. Faltaban 22 días para el asesinato del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio Murrieta. La sucesión presidencial estaba en su mero apogeo.
En ese macabro artículo, Francisco Martín Moreno plasmaba el turbulento desasosiego político y social que imperaba en la nación azteca, atizado primordialmente desde la selva chiapaneca en lo que fue conocido como “la campaña contra la campaña” por Manuel Camacho Solís, aquel renegado que echaba chispas, rayos y centellas porque el dedo sagrado sexenal no lo eligió a él, sino a Colosio.
En ese turbulento clima político se movía Luis Donaldo Colosio y a pesar de que tenía jale entre los electores, comenzaría a machucar callos con sus discursos que molestaron a un poderoso grupo de oligarcas, quienes después de aquel 6 de marzo de 1994, con motivo de un aniversario más del PRI, Luis Donaldo pronunció un tronante discurso ante el Monumento a la Revolución que causó más enojo entre esos oligarcas, a los que amenazaba con acabar con muchos privilegios de los que había gozado, porque el pueblo de México tenía “hambre y sed de justicia” una frase que se atribuye a Jesucristo. El enojo de aquellos oligarcas fue tal, que hasta la residencia oficial de Los Pinos llegaron para exigirle al entonces número 2, el francés José Córdoba Montoya que “o arreglas ese asunto, o lo arreglamos nosotros”. Y en efecto, lo arreglaron con el colosidio, aquel 24 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Tijuana. Sería el último arrebato de poder por la vía de las balas y las pistolas.
Un total de 150 elementos de seguridad, entre miembros del Estado Mayor Presidencial y guardias privados cuidaban a Colosio aquél fatídico día, cuando un hombre jaló del gatillo de una Taurus brasileña que acabó con la vida del candidato presidencial del PRI. Una vez más nos quedaba en claro a los mexicanos que la sucesión presidencial ha sido sucia, cruenta, tenebrosa y macabra.
¿Por qué hago historia? Mire usted.
El mismo clima turbulento de desasosiego social y político se repite en la actual sucesión presidencial, sólo que esta vez ese infame desasosiego político es atizado cínica y descaradamente desde Palacio Nacional por Andrés Manuel López Obrador, quien utiliza todo el poder del Estado a través de las mañaneras para quemar en leña verde a quienes él ve como sus adversarios o enemigos, primordialmente a los periodistas críticos, haciéndose pasar como una víctima que permanentemente se dice ser blanco de calumnias e intrigas de mala entraña como ha llamado a un supuesto y perverso complot en su contra, enderezado por los periodistas Joaquín López-Dóriga, Héctor Aguilar Camín, Beatriz Pagés y Raymundo Riva Palacio, quienes han advertido que si algún periodista o posible candidato presidencial es asesinado es por culpa de ese diabólico clima de desasosiego político, encabezado por AMLO. Inmediatamente chilló el Presidente, diciendo que es víctima de un complot de mala entraña. Todo México es testigo de la inestabilidad social y política que impera en el país, merced a un régimen que no pudo con el paquete y se hace pasar como muy respetuoso de los derechos humanos presumiendo que “no somos iguales”.
Durante las últimas 3 semanas, AMLO arremete un día y el otro día también contra la virtual candidata del frente opositor Xóchitl Gálvez y pareciera que, a través de las mañaneras AMLO da órdenes a sus francotiradores a sueldo para que la agredan como ya ocurrió en Oaxaca y en otras dos ocasiones en otras entidades del país, lo cual es sumamente peligroso porque de seguir así las cosas podría repetirse el colosidio, sólo que ahora se llamaría un xochitlcidio. ¡Qué peligroso!
Así que, por la salud de la República, respetuosamente le pido al Presidente que cierre la boca y se concrete a lo concretado.