Políticos rufianes
Freddy Sánchez martes 18, Jul 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Ser político en México no es sinónimo de algo digno de confianza y admiración.
Más bien al contrario, aunque como en toda regla hay excepciones. No tantas quizás en el caso que nos ocupa.
Y es que por más que se repita la cantilena morenista de que quienes ahora detentan el poder “no son iguales” que quienes antes ocuparon posiciones en el mando gubernamental y los partidos antecesores de Morena, la credibilidad del dicho es más que cuestionable.
Desde el Palacio Nacional, más de una vez, se ha tenido que reconocer que a Morena se filtraron ex priistas deshonestos y a pesar de eso no se ha puesto en marcha una “gran limpia” de elementos bajo sospecha de haber llegado a éste partido con una “historia negra”.
De modo que si a eso sumamos el caso de quienes en distintos empleos oficiales ha estado bajo el microscopio de la crítica atribuyéndoles acumulaciones de riqueza de dudosa procedencia, una cosa es segura: hace falta transparentar los orígenes de los dineros y posesiones materiales de los que están en el gobierno.
Los que digan que lo mismo se debe hacer entre los militantes de los partidos de oposición, obviamente, no carecen de razón. Porque en efecto la acreditación de que los practicantes de la política son personas honorables y, por lo tanto, dignas de confianza electoral y para el desempeño de una función oficial, no es un asunto menor.
Del mismo modo que en las corporaciones policiacas se hizo más que necesario sujetar a sus integrantes a constantes exámenes de confianza, es menester que lo conducente se ponga en ejecución con idéntico propósito para evitar que a los partidos políticos y el gobierno en turno sigan arribando personajes indeseables.
Xóchitl Gálvez con su lenguaje repentinamente poco refinado se refirió a “los huevones y rateros” , que según ella echaría fuera de la administración pública, lo que más allá de posicionamientos a favor o en contra amerita reconocer que lamentablemente en actividades burocráticas y partidistas por desgracia se han “colado” un sinnúmero de “fichitas”. Qué hacer entonces para depurar al aparato burocrático nacional y los institutos políticos en los que surgen los representantes populares que al cabo de su desempeño no inusualmente dejan constancia de sus ineptitudes, frivolidades y corruptelas. No todos, naturalmente, pero no pocos, según pareciera.
Y no se trata de ensañarse con Morena porque en la oposición tienen lo suyo en eso de cargar lastres de lo peor en distintos cargos desde los más altos hasta los menos sobresalientes.
Por eso es vital que cualquier acción de “limpieza” burocrática y partidista no se limite a desplegar enunciados. Y menos como aquellos que por sí mismos denotan nulo interés en escoger con cuidado a los servidores públicos y representantes populares. Así las cosas, es preciso que legalmente se aprueben los cambios necesarios para que los empleados públicos en mandos de dirección queden obligados a evaluarse periódicamente respecto a sus condiciones de salud mental y por supuesto en lo relativo al crecimiento de su patrimonio familiar para cerciorarse de que no se han dado actos deshonestos en su desempeño público.
Y por lo que se refiere a los militantes de un partido político, además de sujetarlos a las mismas reglas convendría que cada que se cambien de instituto como cuota de admisión se obliguen a no ocupar cargos populares al menos el primer trienio lo que frenará la movilidad de políticos rufianes.