La pobreza, terca realidad
¬ Luis Ángel García miércoles 12, Jul 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La terca realidad contradice a “los otros datos”. El Presidente insiste en que su gobierno ha mejorado el nivel de vida de los mexicanos, en especial de los desposeídos, de los más pobres, e incluso adelanta que el próximo informe estadístico del Inegi -con una presidenta designada por él-, presentará indicadores de bienestar que demuestran que hoy las familias tienen más ingresos y que los jóvenes, por los apoyos clientelares de la 4T, cometen menos delitos federales. Curioso que la Presidencia conozca o presuma los datos que todavía no hace públicos el organismo dedicado a la información estadística.
Pero la terca realidad contradice “los otros datos” que se dan en Palacio Nacional. Seguramente se hará un uso faccioso de las cifras económicas y se manipularán las variables de crecimiento para acomodarlas con los parámetros de bienestar de la 4T. Sin embargo, el manejo de las infografías no se puede ocultar que hay casi cinco millones de nuevos pobres y que tres de cada cuatro trabajadores con empleo formal, 37.7 millones de personas, sufren de pobreza laboral, es decir que sus ingresos no les permiten comprar dos canastas básicas al mes y no pueden abandonar el umbral de la pobreza. Esa es la realidad.
El 60 por ciento de la economía nacional se mueve en el comercio informal, sector que no ofrece prestaciones a sus empleados ni pagan impuestos, Así que, aunque haya más trabajadores inscritos en el IMSS y se incremente el salario mínimo, la diferencia con el costo de la canasta básica es muy grande. Por eso en el gobierno le apuestan a las remesas, las cuales son un paliativo a las carencias de muchas familias, aunque el monto total de estas es altísimo, superior en ciento por ciento a la inversión extranjera directa. Un gobierno que no alienta la inversión privada para generar empleos le apuesta a acrecentar el número de pobres con fines político-electorales. Falso que para la 4T primero sean los pobres; no se busca sacarlos de la miseria ni combatir la desigualdad social, sino que la gente se conforme con las dádivas de los programas sociales como destino manifiesto. Los desposeídos sólo son votos.
Por eso la preocupación gubernamental de hacerse de recursos para sufragar las pensiones a los viejitos, las becas a los “ninis” y el apoyo a madres solteras. Extorsionan a los empresarios, se acaban los fondos y fideicomisos, desaparecen instituciones y organismos, están tentados a hacer uso de las reservas internacionales y las afores, ya que el gasto en programas sociales es cada vez mayor. A ello debe agregarse la creación de un Estado obeso que quiere usurpar las funciones de empleador en áreas quebradas o sin futuro y con la militarización de la economía. Ese derroche de recursos posterga la recuperación del crecimiento, el cual se mantiene en cero. La docena trágica -1970-1982- y el fracaso de las estatizaciones parece no haber dejado enseñanza.
Por otra parte, la inexistente estrategia para combatir al crimen organizado y el pobre beneficio de programas como “jóvenes construyendo el futuro”, que lejos de alentar el desarrollo académico y profesional de verdaderos estudiantes, sólo fomentan la mediocridad y manutención social de jóvenes sin futuro. También es una falacia suponer que con los apoyos asistencialistas se acabó el reclutamiento de sicarios, “mulas” y halcones al servicio de la delincuencia. Dice el mandatario que menos jóvenes participan en la comisión de delitos federales, pero se le olvidó decir que esos ilícitos sólo representan el cinco por ciento de la incidencia delictiva. Ese sector de la población participa en conductas como el robo en todas sus modalidades, el secuestro exprés, la extorsión y otros injustos del fuero común. No cambia el destino torcido de esa carne de cañón, sabedores de que la impunidad es del 96 por ciento.
La terca realidad supera “los otros datos”.