Otro infierno, otro Dante
Francisco Rodríguez martes 2, Mar 2010Índice político
Francisco Rodríguez
HACE JUSTO TRES meses, paniaguados de Dante Delgado Rannauro publicaron un desplegado en el que postulaban el “derecho a la felicidad” para los veracruzanos. Desarrollo económico, igual a felicidad, proponían.
Pero cabe preguntar, ¿qué acaso son felices todos los habitantes de Suecia, Noruega, Suiza, Dinamarca, que pese a su alto desarrollo en materia económica y social tienen la taza más alta tasa de suicidios mundialmente? ¿Qué el desarrollo genera inevitablemente la felicidad? ¿Qué no es objetivamente perverso, desde el punto de vista político o ético, un partido que ofrezca conseguir el derecho a la felicidad?
En las grandes utopías históricas, ni siquiera en la de Tomás Moro o en las del nazifascismo (que duraría mil años al menos) o del hombre nuevo por el que pugnaba el marxismo-leninismo, aparece planteado siquiera dicho objetivo, pero, tampoco en ninguna de las religiones que ofrecen la redención del individuo.
“Si nuestra situación es trágica, continúa el panegírico, se debe en gran parte a nuestra indiferencia”, y se convoca “a la suma de todos en un gran movimiento ciudadano, ajeno a colores y ataduras, para arrancar el Gran Proyecto de un Nuevo Veracruz” (así con mayúsculas).
Y, luego, se preguntan los autores del manifiesto, “¿Y quién encabezará este Gran Movimiento? Una persona con experiencia de gobierno; capaz de gobernar con visión de futuro y compromiso cotidiano; que cumpla, congruente y honesto; que sienta el dolor de la gente pobre; que valore el desánimo del empresario; que aprecie el esfuerzo de los trabajadores; que comprenda al abandono del productor rural, que viva y sienta el arte y la cultura; la nuestra y la universal (zácatelas), Que crea en México, que sueña y construya, junto con nosotros, el nuevo Veracruz”.
Hasta aquí el lector permanece en ascuas ¿quién será este redentor posicionado por sus epígonos a la altura de los grandes: Pericles, Julio César, Maquiavelo, Lorenzo de Médicis, el Conde Duque de Olivares, Napoleón, Bismarck, Benito Juárez, Churchill, De Gaulle, Roosevelt?
Y la respuesta es estruendosa, acompañada de fanfarrias: “Dante Delgado, es la persona capaz de sumar la riqueza de talentos, proyectos y experiencia de los veracruzanos” “Dante Delgado es la persona que tiene el respaldo de más de un millón de veracruzanos”, “Gobernó y gobernó bien”, “ahí está su obra”, “vivimos con él. Con él vivimos tranquilos” y remata “Por eso, para recuperar el destino de la grandeza veracruzana, convocamos a todos los ciudadanos a organizarse y recorrer juntos, con Dante Delgado, la ruta de la victoria juntos con Dante Delgado, la ruta de la victoria 2010-2016”. Nada más ni nada menos.
Llama la atención la grandilocuencia con la que se proclama a un político de tercera división, que fue un gobernador de dedo (por cuatro años cuando don Fernando Gutiérrez Barrios dejó el cargo para ocupar la titularidad de Gobernación con Salinas de Gortari), que las únicas obras que se construyeron fueron de relumbrón y para hacerse inmensamente rico y que cuándo se inició el gobierno de Ernesto Zedillo, hizo el gran berrinche porque no fue nombrado en el gabinete y que estuvo en la cárcel por más de año y medio al comprobársele una serie de delitos y corruptelas cometidas al amparo de su gobierno.
La ambición dantesca tendrá que analizarse si a la luz de los criterios constitucionales y rigiendo el principio de no reelección, puede, de nueva cuenta volver a ser gobernador; asimismo, si efectivamente fue el gran gobernador que sus adláteres proclaman, pues en los veracruzanos se recuerda a un individuo soberbio, arbitrario, sin ningún respeto a la legalidad, profundamente deshonesto que se enriqueció y mucho; también a un círculo de funcionarios cercanos que no se preocuparon en ocultar las huellas de su participación en una serie de actos reñidos con las buenas prácticas de gobierno.
Desde antes, aprovechando los cargos públicos que ocupó en su estado se hizo empresario, luego llegó a ubicarse como el emprendedor número uno de Veracruz: flotillas de camiones de transportes de petróleo que daban servicio a Pemex, el productor más próspero de cemento que vendía a las propias entidades estatales y forzaba a los ayuntamientos a que le compraran en especie en lugar de darles lo que les correspondía en numerario; venta de luminarias a los propios municipios que tenían que adquirirlas a fuerzas y que no podían pagar las enormes cuentas de la CFE y, bastante curioso, nadie se explicaban por qué se tenían que iluminar las carreteras. De las obras faraónicas que hizo y que se encuentran fuera de servicio, se aprovechó para la especulación inmobiliaria y menudeó la venta de terrenos y locales totalmente urbanizados con recursos estatales. El conflicto de intereses proliferó en su administración.
No satisfecho con tal, va ahora a intentar el reprise. Curioso México, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: En una escala del uno al diez, tener 4.1 de calificación es reprobatorio. Ahora que sí se le quiere ayudar, podría decirse que “No Acredita”.
Me gusta tu columna, solo espero que no sea con fines políticos, y así como escribes de éste próximo candidato me gustaría que escribieras de los otros dos, que también tienen mucha cola que les pisen, y que a final de cuentas los veracruzanos de trabajo somos los que estamos condenados a no tener elección a algo mejor…
Saludos y espero tus columnas querido paco.