Arde el país
Alberto Vieyra G. martes 4, Jul 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
¡El diablo anda suelto; México está en llamas! La sucesión presidencial de 2024 esta convertida en gasolina que atiza las llamas de una nación azteca en la que impera la ingobernabilidad y el vacío del poder, por no poder.
El pan nuestro de cada día son secuestros masivos, sádicas ejecuciones multitudinarias, incremento brutal de la ola sangrienta a cargo de criminales y para rematar se inicia la era del terrorismo con coches-bomba como lo ocurrido la semana pasada en Guanajuato y al más puro estilo del grupo terrorista Vasco ETA, que convirtió a España durante 6 décadas en una nación macabra. ETA realizaba sus ejecuciones políticas con actos de terrorismo brutal.
¿Ahora se atreverá Estados Unidos a declarar a las organizaciones criminales en México como terroristas?
El coche-bomba de Guanajuato y el cobarde asesinato de Hipólito Mora, fundador de las autodefensas en Michoacán, ha enardecido a los mexicanos que viven con el Jesús en la boca, pues saben que el Estado mexicano o para decirlo sin rodeos, el gobierno que encabeza AMLO no garantiza ni sus vidas, ni sus bienes, no sirve para nada. Sólo una vez en mi vida tuve la oportunidad de platicar brevemente con Hipólito Mora, hace poco más de 10 años y no dejo de admirar su valentía en un estado en que los gobiernos emanados de cualquier lacra social lo convirtieron en un estado macabro en donde la vida no vale nada.
Mi colega columnista Carlos Marín, en Milenio, el viernes escribió una excepcional columna sobre su relación con Hipólito Mora. Por su importancia, aquí reproduzco la parte toral del Asalto a la Razón del columnista:
“Del domingo 5 y el miércoles 8 de marzo son los últimos mensajes que cruzamos Hipólito y yo. Lo busqué la mañana del domingo porque el sábado 4, en Radio Fórmula, escuché la envidiable entrevista de Óscar Olguín sobre el enésimo atentado que esa misma tarde se había perpetrado contra su vida y que la propia víctima dio a conocer.
“Acabo de sufrir un ataque de los sicarios en el centro de La Ruana, me hirieron a un escolta y una empleada de la refaccionaria resultó herida”.
Olguín le preguntó:
—¿Por qué te quieren matar?
—“Porque soy incómodo para el crimen organizado; porque no me callo, sigo diciendo, sigo luchando, sigo hablando cuando tengo la oportunidad de hablar con periodistas y en mis redes sociales; porque no los dejo en paz y por eso han tratado de asesinarme varias veces”. El 24 de febrero, a 10 años del surgimiento de autodefensas, Hipólito anunció que volvería a las armas por la incapacidad del gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla para enfrentar la criminalidad en Buenavista y otros municipios michoacanos de Tierra Caliente.
Ese mismo viernes fue amenazado de muerte si seguía “con sus chingaderas”, y ocho días después lo intentaron. Fue cuando escuché la entrevista que hubiera querido hacerle.
“Ahorita, los que nos atacaron fueron Heladio Cisneros, La Sirena, con dos grupos de Los Viagra”, le dijo a Olguín. “Me ha salvado Dios y, aunque se oye medio fanfarrón, me sé defender”, comentó, “pero han muerto muchas personas al lado mío, que lucharon conmigo en las autodefensas, pero Dios sabe que estoy luchando por algo justo y por el bien de los demás. Es lo principal y sé defenderme”.
Lamentó:
“Aquí no han detenido a nadie, ojalá que hagan su trabajo porque yo ya estoy hasta la madre”.
Luego que lo asesinaron, a Ramírez Bedolla no le dio vergüenza decir que el “movimiento armado, ilegal” de Hipólito Mora “no trajo nada positivo al estado” y que le había pedido “que por esos temas se mantuviera en Morelia para que no corriera riesgo su vida”.
La misma fórmula, pero con vivienda, comida, hospedaje, trabajo, servicios escolares y médicos, debiera ofrecer ese gobernador a los miles de michoacanos desplazados por la narcoviolencia en la entidad que mal gobierna.
-¿Te vas a callar? – le preguntó el periodista Olguín.
“Claro que me voy a callar cuando esté en el panteón”, respondió Hipólito Mora sin el menor asomo de duda…”.