El narcotráfico, ¿poder fáctico?
¬ Luis Ángel García lunes 26, Jun 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
En días pasados se difundió por las redes sociales el video de un grupo criminal —como ahora les gusta llamar a los cárteles de la droga—, dirigido al Presidente de la República donde aceptan la invitación del inquilino de Palacio Nacional a realizar una tregua y disminuir la violencia que genera la guerra entre narcotraficantes y contra las fuerzas armadas. Con lenguaje respetuoso hacia el jefe de las instituciones proponen una especie de armisticio y la voluntad de llegar a acuerdos de paz en aras de reponer la tranquilidad a los ciudadanos.
Hasta el momento, las autoridades reconocieron la veracidad del video, pero no se pronunciaron sobre la propuesta de los criminales ni condenado su osadía. Con ello, los narcotraficantes demuestran su poderío no sólo delictivo sino político y social. Hace agua nuestro Estado de Derecho, se empieza a perder la gobernanza y claudica el gobierno ante el nuevo jinete apocalíptico, un poder fáctico, que desplaza poco a poco a los gobiernos constitucionales. No es la primera vez que el crimen organizado hace invitaciones a las autoridades para restablecer la paz social mediante acuerdos o pactos no formales bajo las condiciones propuestas por los delincuentes. Las madres buscadoras —grupos colectivos de mujeres que buscan por sus propios medios a sus hijos o familiares desparecidos—, ante la indolencia de los gobiernos de los tres niveles, se han dirigido a los narcotraficantes, como si fueran autoridades establecidas, para solicitarles permisos para encontrar a sus desaparecidos sin el temor de ser ejecutadas. Ante ese desolador panorama, tampoco el régimen mostró solidaridad o pretendió recuperar el principio de autoridad, más bien recriminó que las madres buscadoras se hubieran acercado a los delincuentes. De apoyar a las víctimas, darles herramientas de trabajo o exigir a las fiscalías resultados, nada.
Ante las acusaciones de diversas instituciones nacionales y extranjeras, incluidos gobiernos, legisladores y opinadores, de que nos acercamos a un Estado fallido, los voceros oficiales niegan, una y otra vez, que esas versiones sean reales y desdeñan las imputaciones de que se ha perdido la gobernabilidad a manos del crimen organizado. En la práctica, han abdicado, entregado la plaza a los gobiernos. Ese nuevo jinete apocalíptico no sólo se empodera con el multimillonario negocio de las drogas, también se dedicada al secuestro, la extorsión, el cobro de derecho de piso, expulsa a comunidades para apoderarse de sus tierras, comercia con migrantes y explota a mujeres y niños con la trata de personas. Recientemente, en otro video en redes sociales un grupo delincuencial, viles criminales, someten a una decena de prostitutas y amenazan con matarlas en un mensaje a un grupo rival, para advertirles que la prostitución en Guanajuato está controlada por ellos y que incluso identificarán a las víctimas con brazalete para que no se metan con ellas. Impunidad completa ante la ausencia de los gobiernos.
En tiempos electorales hemos observado la intervención del crimen organizado para definir los resultados electorales, se habla ya del primer gobernador del narcotráfico. La violencia política se ha desbordado y han asesinado a candidatos, autoridades municipales y estatales, legisladores locales y federales, secuestrado candidatos que no se someten, amenazado a funcionarios electorales e intimidado a los ciudadanos que van a votar.
La desfatachez del crimen organizado cuando impone reglas al gobierno para acceder a la paz social demuestra que es un poder no sólo fáctico y que en muchos temas controla la actividad política y gubernamental —como cobrar impuestos paralelos u otorgar permisos y licencias—, con total libertad. Ha desplazado a las autoridades constitucionales y nos empujan hacia a un Estado fallido.