Rumbo a las presidenciales
Armando Ríos Ruiz miércoles 14, Jun 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Después de las elecciones para gobernador en el Estado de México, en donde tuvimos oportunidad de presenciar la intervención del mismo Estado en un proceso multimillonario a favor de la candidata del Primer Mandatario, necesario para cubrir las múltiples deficiencias de la ganadora Delfina Gómez —quien estará dedicada a preservar para Morena el triunfo de las elecciones presidenciales—, los mexicanos instalaron en su mente la competencia más importante del sexenio o la sucesión presidencial.
En todas las épocas hemos escuchado a los políticos más encumbrados hablar de democracia y arroparse con ella, cuya imagen se ha convertido en una herramienta de utilería que en nuestro país muy pocos entienden, pero que se escucha bonito y engaña mejor. Hoy, más que nunca, se habla de este artefacto político nacido en Grecia antes de Cristo y, mientras se pregona, se gobierna sólo para los que han decidido dar su voto de confianza al que manda y dispone.
Hoy, en materia de gobernanza, las cosas han empeorado a la vista de propios y extraños. En muchas partes del globo se habla de la regla para dirigir un país que se destruye por doquier, cuyas instituciones viven en el filo del precipicio y las leyes pisoteadas sin miramientos. No vivimos en una dictadura formal, pero sí en una cuasi dictadura, en la que el Presidente impone su voluntad con rabia inaudita. “¡No me vengan con que la ley es la ley”! o la orden tajante a los legisladores afines de aprobar sus iniciativas “¡sin cambiarles una coma!”
Las elecciones del Estado de México son termómetro y aliciente. Para Morena y sus seguidores significaron el anticipo de lo que habrá que ocurrir el año que sigue, en el que el partido en el poder habrá que alzarse con el triunfo. Los avisos del Presidente de organizar desde ya lo que sigue, pararon en seco las fiestas por el triunfo. Mientras que en la población, los opositores vislumbran una gestión de latrocinios de quien ya dio muestras de perpetrarlos muy bien.
Mientras tanto, los partidos adversarios continúan adormilados. Como si estuviéramos a principios de la administración actual. Con tiempo se sobra para la meditación o para hablar de la competencia como de algo muy remoto, que puede planearse con toda la calma de su fantasía. Para colmo, con líderes indeseables y perniciosos, capaces de flaquear a la menor amenaza de cárcel. Hay demasiada tela de dónde cortar para convertirlos en traicioneros de los organismos que mal representan. Verbigracia, Alito moreno. Mejor conocido como AMLITO.
Tiene la piel muy delgada, por desgastada en esos menesteres del enriquecimiento ilícito. Eso lo convierte en amenaza latente para la coalición.
El Presidente está en lo suyo, que no es gobernar. Para esto no sirve. Sirve para cuestiones electorales y hasta lo disfruta. Se ve. No perdió el tiempo en vitorear las fiestas por el triunfo de doña Delfina. De inmediato llamó a sus correligionarios a presenciar, que no a participar, en la instalación de las reglas del juego que habrá que seguir para elegir al candidato.
No falta quien vea lo anterior como una mera simulación, habida cuenta de que todo México habla de una favorita. De la que sería su mejor candidata, que no de los electores. Estos sólo están para obedecer las señales del amo. La señora es la “mejor” por razones muy importantes. Porque es tan penosamente ineficiente, que sólo obedecería la voz de su dueño y permitiría que éste continuará dictando sus órdenes desde la comodidad de su rancho.
Los gobernadores de Morena ya se aprestan para brindarle su apoyo incondicional. No precisamente a ella, sino a quien decidió convertirlos en tales y es precisamente a quien se deben. Saben de las preferencias del gran elector y desde ahora deben mostrarle respeto y obediencia para evitar descalabros o distanciamientos futuros.
Otros del grupo denominado “corcholatas” por el mismo Presidente, ofrecerían un mejor desempeño en la dirección del futuro de México. Desgraciadamente, también significan una amenaza muy seria para quien se va.