Ebrard confía en antiguos acuerdos y anuncia que renunciará este lunes
Miguel Ángel Rivera miércoles 7, Jun 2023Clase Política
Miguel Ángel Rivera
En noviembre de 2011, el entonces jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubon y su antecesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, se disputaban —se puede decir que amistosamente— la postulación del PRD a la Presidencia de la República.
El mecanismo para decidir al ganador fue el sistema de encuestas, que nunca se hicieron públicas. Sin embargo, el mandatario capitalino cedió y dejó el sitio al político tabasqueño.
El nominado fue López Obrador, quien resultó derrotado por segunda ocasión, en las elecciones de 2012, esta vez por el priista Enrique Peña Nieto, quien era una estrella emergente que logró revitalizar al partido tricolor, que desde el arranque del siglo XXI estaba condenado a desaparecer.
Entonces surgió la versión de que, si López Obrador resultaba vencedor, en el siguiente sexenio entregaría la estafeta a Ebrard, quien como él se formó en las filas del PRI, pero luego pasó a la oposición. Entre otras coincidencias, los dos renunciaron al entonces partido dominante por no estar de acuerdo con el sistema priista de postulación de candidatos.
El maestro y jefe de Ebrard era Manuel Camacho Solís, integrante de un grupo político que había escalado hasta los primeros planos de la política nacional, encabezado por Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la Presidencia de la República en 1988, producto de un viciado proceso electoral que pasó a la historia nacional con el título de “la caída del sistema”.
En ese episodio, Camacho Solís tuvo un papel relevante. Aunque no era legislador, desde la sede de la Cámara de Diputados negoció con los partidos de oposición y con otras fuerzas de la vida política nacional para darle legitimidad al gobierno de su amigo.
También en esa época circuló la versión de que había un compromiso entre Camacho y Salinas, por lo que se daba por descontado que el primero sería el heredero del gobierno federal, primero candidato del entonces invencible PRI y, después, Presidente de la República.
Pero el supuesto compromiso no se cumplió. Por alguna razón, Salinas se inclinó por otro político emergente, Luis Donaldo Colosio Murrieta. Camacho y su discípulo Ebrard se inconformaron, pero no al grado de romper con el partido o con el gobierno, por lo que aceptaron pasar del Palacio de Ayuntamiento en el Zócalo capitalino a la Secretaría de Relaciones Exteriores y, luego, a encabezar las negociaciones de paz con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), una organización insurgente que rompió todos los esquemas en momentos del relevo en el gobierno federal.
Luego sobrevino el asesinato de Colosio que trastocó todo el sistema político nacional, pero Camacho quedó invalidado como potencial candidato, seguido como siempre por su fiel discípulo Ebrard, que también lo respaldó cuando salió de las filas del PRI para fundar un partido de efímera existencia, el Partido del Centro Democrático (PCD).
Camacho Solís fue candidato presidencial del PCD y Ebrard postulado al gobierno del entonces Distrito Federal y ahora Ciudad de México. Fue la primera ocasión que cedió su sitio a López Obrador, quien al final de cuentas resultó triunfador y lo incorporó a su equipo de gobierno, como secretario de Seguridad Pública, hasta que el entonces Presidente de la República, el panista Vicente Fox lo destituyó a raíz de un sangriento suceso, el linchamiento de policías a su mando en la delegación Tláhuac.
Entonces, su jefe, López Obrador, lo rescató y lo designó secretario de Desarrollo Social, cargo al que renunció para asumir la candidatura al gobierno capitalino, que ganó en las elecciones de 2006, las mismas en que el tabasqueño fue superado por el panista Felipe Calderón Hinojosa, pero alegó un fraude en su contra y organizó un plantón en el zócalo capitalino en el Paseo de la Reforma, siempre con el respaldo de Ebrard.
Llegó el momento de saldar deudas
Al llegar a Palacio Nacional, después del “tsunami” de 2018, López Obrador volvió a incorporar nuevamente a Ebrard a su equipo principal de trabajo.
De acuerdo con su filosofía de encargar tareas independientemente del cargo que desempeñan sus colaboradores, el tabasqueño ha encomendado a Ebrard tareas que van más allá de las funciones propias de secretario de Relaciones Exteriores, como negociar la adquisición de vacunas para enfrentar la pandemia de la Covid.
Ebrard ha cumplido con todas las encomiendas, inclusive a costo de su prestigio personal, como la exhibida que le han dado el ex presidente de los Estados Unidos Donald Trump y algunos de sus colaboradores porque supuestamente “se dobló” a las primeras de cambio cuando el vecino país impuso condiciones para que México se convirtiera en bloque para contener la migración de extranjeros y nacionales que tratan de llegar a la Unión Americana.
Con su trabajo, Ebrard hizo suficientes méritos para que el presidente López Obrador lo incorporara a su lista oficial de precandidatos presidenciales de Morena, bautizados por él mismo como “corcholatas” y esto sin considerar el antecedente del supuesto compromiso de nominar al ahora canciller para sucederlo en Palacio Nacional.
Pero Ebrard ha confirmado que tiene buena memoria y está en busca de que se confirme y se cumpla el mencionado compromiso.
Primero, ante los indicios de una inclinación de favor de la actual gobernante de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, el secretario de Relaciones Exteriores ha demandado de manera reiterada “piso parejo”, es decir, una competencia en igualdad de condiciones y, como el también precandidato presidencial Ricardo Monreal, ha expresado desacuerdo con un sistema de encuestas para definir al ganador o, por lo menos, encargar el sondeo a empresas ajenas al partido oficial, Morena, de reconocida capacidad profesional.
Pero no sólo eso. Ebrard ha demandado, también, que los precandidatos dejen sus cargos oficiales, para que no utilicen en su beneficio los recursos públicos asignados a las dependencias que encabezan.
No se trata sólo de palabras. Ayer, el todavía canciller anunció que presentará su renuncia a la Secretaría de Relaciones Exteriores a partir del lunes 12 junio a primera hora, la próxima semana”. Precisó que se dedicará de lleno a defender el proyecto que encabeza el presidente López Obrador en toda la República Mexicana, “con alegría y resolución”.
Ante gritos de “¡Presidente!”, “¡Presidente!” de sus simpatizantes, Ebrard dijo en conferencia de prensa que le “entusiasma participar en este gran movimiento Morena, me entusiasma y me enorgullezco ser parte de la cuarta transformación y también me entusiasma actuar con congruencia, por eso me separo del cargo y voy a encontrarme con los ciudadanos y ciudadanas”.
Como corresponde, el canciller agradeció al presidente López Obrador “su respaldo, su confianza, su generosidad, su orientación y su cercanía todos estos años y así seguiremos los años por venir”.
De hecho, el aspirante presidencial pospuso un día su anuncio acerca de las condiciones que considera convenientes para decidir la candidatura, en aras de respetar las celebraciones por la reciente victoria de Morena y satélites en el Estado de México.
Más allá de las condiciones fijadas, queda la duda acerca del supuesto pacto para dejar la candidatura a Ebrard, en cumplimiento de los compromisos que se hicieron las dos veces que el ahora canciller, dejó abierto el paso para López Obrador.
Por lo pronto, el gerente de Morena —quien se limita a cumplir instrucciones superiores—, Mario Delgado Carrillo, informó que el domingo venidero, en reunión del Consejo Nacional, presidido por el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, que se defina la metodología para definir el candidato.
“El próximo domingo habrá Consejo Nacional y ahí se discutiría y aprobarán los términos de la convocatoria de este proceso. Ahí vamos a definir fechas, vamos a definir encuestas, vamos a definir requisitos para los participantes en un marco de pluralidad”, explicó Delgado.
El dirigente “moreno” confirmó que los precandidatos o “corcholatas” considerados para el proceso son la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum; el canciller Marcelo Ebrard; el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández; el senador Ricardo Monreal; el diputado petista Gerardo Fernández Noroña y el senador del Verde Ecologista, Manuel Velasco.