Las minorías legitiman los cargos de elección popular
¬ Luis Ángel García miércoles 7, Jun 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
A contrario sensu de la naturaleza de toda democracia -el poder de las mayorías-, en el México contemporáneo las minorías deciden quiénes deben gobernar. Independientemente del tipo de comicios, sólo la mitad o menos del padrón electoral acude a las urnas, es decir el universo de votantes es de entre el 40 y cincuenta por ciento de ciudadanos; la mayoría se abstiene de decidir qué autoridad los gobernará. Si a eso agregamos el número de candidatos o partidos que participan en una elección, se diluye el voto, lo que reduce aún más el porcentaje de sufragantes que determinan al vencedor.
De tal suerte que en la jornada electoral mexiquense, la candidata de la 4T y sus partidos rémoras gobernarán la entidad más poblada del país con poco menos del 25 por ciento de los ciudadanos participantes en las urnas, tres cuartas partes de sus paisanos la rechaza o no les importa. Ironías de la democracia. Lo mismo sucedió en Coahuila, donde el nivel de participación sólo llegó al 56 por ciento, con cuatro candidatos que se disputaron el 44 por ciento de los votantes. El Presidente mismo, que tampoco pudo vencer el fantasma del abstencionismo, fue legitimado por un escaso 30 por ciento.
La apatía ciudadana ha caracterizado nuestro lento proceso democrático y pervertido el sistema pluripartidista, con ello los institutos políticos abandonaron las ideologías por intereses personales o grupales y optaron por cómodas alianzas, de la que no escapó ni el propio José López Portillo en 1976 cuando fue el único candidato registrado, candidatura a la que se sumaron los partidos paleros del régimen: el PPS y el PARM, ante la declinación del PAN para presentar oponente; JOLOPO se dio el lujo de comentar que había votado por mítico líder obrero Valentín Campa, abanderado del clandestino y sin registro Partido Comunista Mexicano. Desde entonces se fortalecieron las organizaciones mercenarias, rémoras, bisagras que apoyan a candidatos de otros partidos, antagónicos ideológicamente, pero que ofrecen dinero o posiciones políticas. Instituciones como el PVEM, el PT, Nueva Alianza u organizaciones políticas confesionales como la de la Iglesia la Luz del Mundo, del agresor sexual Nassón Joaquín, o la del impresentable “líder obrero” Pedro Haces Barba, Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), cuerpeados por el régimen, se aprestan a vender los votos de sus feligreses o agremiados en apoyo a la 4T.
De tal suerte que ahora, frente al imbatible abstencionismo y la falta de candidatos con liderazgo, carisma, empatía popular y falta de experiencia política o en la administración pública, la solución pragmática para la supervivencia del sistema pluripartidista es el sumarse a las alianzas por conveniencia.
El reto para los institutos políticos debiera ser la creación de una estrategia que venza al abstencionismo. La gente está cansada de los partidos, de las promesas incumplidas, de la ausencia de propuestas de gobierno, de falta de candidatos con los que se sienta identificada. Está al borde del colapso la vida útil del sistema de partidos y la gente no ve aspirantes con los que se sienta identificada o sienta que pueden resolver los problemas que afectan su vida diaria. El desencanto ciudadano, el hartazgo social han creado la cultura del abstencionismo y ello propició la legitimación de los gobernantes por las minorías, las que van a las urnas a cambio de dinero o por temor a que les quiten los beneficios de los programas sociales; quien gana no es el que tiene una mejor propuesta o programa de gobierno, sino quien tiene una mejor estructura para cooptar el sufragio.
Lamentablemente esa es la nueva vida política a la que se ha acostumbrado el ciudadano, la no participación en la res pública, que sean otros los que decidan por mí, acepto mi destino manifiesto. Increíble que, en una democracia, sean las minorías y el voto cooptado los que decidan el futuro del país.