Estoicamente, la Corte de pie
Armando Ríos Ruiz viernes 26, May 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La población consciente de México ha expresado su repudio y volverá a expresarlo en las calles, a la acometida sin freno iniciada desde la más alta esfera del poder político, que se concentra en el Presidente de la República, en contra de la Suprema Corte, que, gracias a Dios, encontró en la ministra Norma Piña y en otros ministros, la decisión férrea de defender ese monumento al derecho y a la defensa de todos los actos ilegales que hoy están convertidos en delirio supremo por imponer la destrucción de las instituciones, mediante el pisoteo de las leyes.
La idea del máximo mandatario era sustituir al presidente de esa institución, con la ministra Yasmín Esquivel, esposa de su constructor de cabecera, José María Riobóo, a quien hoy tendría comiendo de su mano y aprobando cuantas trapazas discurriera. No pudo imaginar, como nadie tampoco, que alguien tendría la ocurrencia de investigarla, para descubrir que no llena los requisitos para desempeñar el cargo que ostenta, por haber plagiado la tesis de su licenciatura y también la de su doctorado.
En otros tiempos, como antes, ya hubiera sido destituida con toda la razón. Inclusive, suspendida mientras se dilucidara su situación. Hoy cuenta con el mejor puntal que pudo encontrar: con la fuerza presidencial que ha decidido dejarla en calidad de muestra para la vergüenza. Es precisamente de lo que carece. Alguien con tantito pudor hubiera renunciado de inmediato. Ante estos hechos, su protector no encontró espacio para decir: “yo confío en ella”.
Desde los primeros veredictos de la Corte a las iniciativas presidenciales, en contra, como la ilegalidad del plan B de reforma electoral, plagada de fallas obvias a la Constitución, los mítines frente a la sede e inclusive adentro de la misma, con enviados de la presidencia que gritaban ¡mueras! A la presidente de ese organismo, hoy más valioso que nunca, se han repetido en forma grotesca y lo peor, no hay quien no le haya encontrado autor intelectual.
La presencia en la Ciudad de México del peor gobernador de todo el país Cuitláhuac García, ni siquiera superado por el de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, fue un espectáculo de veras deprimente. Tiene en su entidad todos los problemas de delincuencia, además de otros y se ha atrevido a decir que ese rubro ya está saneado. Hoy todos tienen que mentir en cuanto a los resultados inexistentes. Principalmente en la falta de vigilancia en el país entero.
Pero dejó su estado para venir a protestar frente a la Suprema Corte y a exhibir una procesión de ataúdes de cartón, para amedrentar a los juristas, por la decisión de éstos de desaprobar la acción de los legisladores morenistas, que aprobaron en cuestión de horas, 20 iniciativas presidenciales. El ministro Alberto Pérez Dayán observó este hecho y lo tomó en cuenta para la sentencia.
El Presidente de México dijo también, inmediatamente después del repudio a la acción del lacayo veracruzano, que era muy buen gobernador. Obviamente, todos los que actúan de acuerdo con su sentir son los mejores.
La Suprema Corte no puede ser buena, porque no permite que haga pedazos las leyes e insista en hacer pedazos a todo el país. Se nota que desea, con todo su corazón, el poder absoluto para hacer lo que le venga en gana, sin importar el atropello a los habitantes. Sin que importe más que la imposición de su voluntad contra cualquier acto valido, con estricta observancia de las leyes.
Ha llegado a la descabezada idea de emplear al pueblo sabio, que debe saber mucho de leyes, para que en México sean elegidos los ministros de la Corte por elección popular. Algunos “diputadillos” han sido inclusive aleccionados en esta posibilidad y han expuesto el catecismo. Pero no han movido un músculo para investigar que eso no es posible. Como siempre, sólo obedecen.
La defensa popular a la Suprema Corte es inminente y necesaria. La ciudadanía consciente debe también actuar en contra del abusador que no es capaz de soportar la desobediencia de sus súbditos. La Corte no lo es y ahí está de pie. “Estamos fuertes. Nada nos doblará”, dijo precisamente Pérez Dayán.