Autocrítica
¬ Augusto Corro miércoles 6, Jul 2011Punto por punto
Augusto Corro
- Izquierdas, estancadas
- Buscan segundos lugares
- Ideas más progresistas
La izquierda mexicana (lo que queda) debe realizar una autocrítica seria, responsable, sobre su participación y derrota en las elecciones efectuadas el domingo pasado en el Estado de México. También debe incluir los análisis de sus fracasos en Nayarit y Coahuila. Al final se darán cuenta que son múltiples las razones que tienen a la izquierda en la lona y no es por culpa, únicamente, de las acciones de los adversarios políticos.
Por ejemplo, en el Partido de la Revolución Democrática (PRD) tendrá que plantearse la pregunta obligada: ¿Por qué nos estancamos? Este cuestionamiento obligado surge, debido a que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) dedica todo su tiempo a las campañas políticas con resultados pobres, raquíticos.
En el Estado de México inició sus recorridos pueblo por pueblo. Antes del inicio oficial de las campañas, el tabasqueño ya había recorrido parte de la entidad mencionada. Es decir, AMLO ya tenía un tramo avanzado rumbo a la contienda electoral. Fue el primero en destapar a la candidata de la izquierda a la gubernatura. La senadora Yeidckol Polevnsky se dejó querer por un rato y finalmente, Alejandro Encinas fue designado el abandero oficial de los amarillos.
Se logró superar el obstáculo de las alianzas, y Encinas, el mejor calificado del perredismo para esa competencia, después de algunos remilgos, aceptó lanzarse en pos de la gubernatura, con la idea de que el ex gobernante del Distrito Federal sumaba los intereses de las “izquierdas”. Sin embargo, la supuesta unidad de los perredistas no ayudó a conseguir el triunfo.
Ahora, los amarillos saben que las causas multifactoriales de sus derrotas no son tan simples: el discurso político de perredistas, petistas y convergentes es obsoleto y que si piensan competir en la sucesión presidencial del 2012, deben ir a fondo en el análisis de los pros y contras de su actuación política.
Independientemente de sus conflictos internos, PRD, PT y ahora el nuevo Movimiento Ciudadano, tendrán que poner en tiempo presente nuevos conceptos ideológicos o de principios que no se salgan de la ruta de la izquierda, pero que inviten a una sociedad mexicana a participar con mayor interés.
De otra manera, no se augura un futuro brillante para las causas de los izquierdistas y consecuentemente su participación en los comicios del 2012, no tendrá nada relevante, porque no les funcionará su actitud de plañideras, siempre en busca de descalificar a sus adversarios políticos con los calificativos de tramposos o abusivos.
Con los resultados de las elecciones en el Estado de México, la izquierda se ve desmadejada, sin brújula, con falta de unidad, sin ese ánimo que es el motor importante para las luchas sociales. El propio presidente del PRD, el chucho Jesús Zambrano, admitió que la división interna fue una de las causas de la derrota de ese instituto político.
Pero al mismo tiempo reconoció que la unidad de las izquierdas no fue suficiente para que lograran el triunfo y propuso la creación de un bloque de fuerzas progresistas con la sociedad para combatir al PRI en las elecciones presidenciales de 2012.
En parte, el dirigente perredista reconoce, parcialmente, algunos errores, pero se resiste a llegar al fondo de la cuestión: el discurso de la izquierda ya no funciona, se agotó hace mucho tiempo. Esto se ve claro en los resultados.
Alguien dirá que en Oaxaca fue determinante la participación de AMLO para que Gabino Cué ganara la gubernatura. El tabasqueño, efectivamente, recorrió el estado, en una parte de su gira, acompañado por el ahora gobernador, pero se trataba de una situación política singular. Al final, Cué compitió con la representación de una alianza, integrada por panistas, panalistas, etc.
De todas maneras, la coalición partidista tenía todas las posibilidades de ganar, porque los oaxaqueños ya estaban cansados del sátrapa Ulises Ruiz Ortiz (URO) que convirtió a Oaxaca en un virreinato, en el que privaron las represiones, las persecuciones y toda clase de delitos contra la ciudadanía.
Las derrotas de la izquierda el domingo pasado son un adelanto de lo que les esperaba a los militantes del PRD, PT y ex convergentes, si es que no deciden ir a la autocrítica pormenorizada, al detalle. Claro, las luchas internas seguirán y es posible que las mismas pugnas se encarguen de anular las aspiraciones de quienes pretenden participar como candidatos presidenciales.
El proyecto izquierdista empezó a decepcionar desde aquella derrota de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano frente a Carlos Salinas de Gortari; pues quedó la idea de que el hijo de don Lázaro no se empeñó a defender lo que se supuso el triunfo total sobre los priístas. Luego, esa supuesta victoria se enturbió por la reunión secreta, en lo oscurito, pues, que sostuvieron el propio Cuauhtémoc y Salinas de Gortari.
Después, AMLO no supo aprovechar el capital político que logró en la última campaña presidencial. No bastaba con llenar el Zócalo capitalino. Había que encauzar, con inteligencia, esa fuerza popular, en su momento, incontenible. Pero no, la mencionada fuerza se diluyó porque los encargados de manejar la brújula política se equivocaron de rumbo.
Por ahora, la izquierda está estancada. Los personajes que aspiran a la candidatura presidencial libran una lucha sorda, que a la larga traerá más divisiones al interior de los partidos. En el seno perredista, los chuchos de Jesús Ortega realizan su propio juego y ya dijeron que apoyan hasta la muerte a Marcelo Ebrard. En el mismo comité ejecutivo del PRD, la secretaria general, Dolores Padierna, y su esposo René Bejarano, son fervientes seguidores y admiradores de AMLO.
En el Partido del Trabajo (PT) el tabasqueño no tiene problema alguno. Y en el nuevo Movimiento Ciudadano o ex Convergencia, AMLO tiene su plataforma de lanzamiento hacia la campaña presidencial del 2012.
Los comicios del domingo pasado en el Estado de México, Coahuila y Nayarit demostraron prácticamente que la izquierda no avanza. Por eso, sacarla de ese marasmo es más importante que la lucha por las candidaturas que libran los dirigentes. Si no se llega a la campaña presidencial con planteamientos progresistas que estimulen al electorado, cualquiera que sea el candidato de izquierda, solamente participará para alcanzar el segundo lugar en la competencia. En esas condiciones, mejor valdría no perder el tiempo.