La delincuencia manda
Freddy Sánchez martes 23, May 2023Precios y desprecios
Freddy Sánchez
“Besos y abrazos” o “temibles garrotazos”…
Dos políticas diametralmente opuestas para combatir a la delincuencia organizada.
La primera, en ejecución como bien sabemos en México con la Cuarta Transformación y la segunda, en el Salvador.
En ningún caso podrían interpretarse literalmente los enunciados descritos contra el hampa, pero a juzgar por lo que se dice y se hace en contra de los delincuentes en uno y otro territorio parece existir blandura y dureza en determinadas circunstancias de los actos institucionales contra el delito.
Y lo que marca la mayor diferencia es la idea que se tiene de cómo deben ser tratados los sujetos a persecución policiaca por sus ilícitos.
Andrés Manuel en nuestro país ha declarado que también son seres humanos con derechos que deben ser respetados.
En el Salvador, por el contrario, se decidió dar un trato de “animales” a los criminales sin escrúpulos a los que se remite a un centro carcelario y se les priva de los más elementales derechos humanos.
Quiénes son esos “animales”, según lo que se conoce de las acciones de gobierno en el Salvador aquellos facinerosos que ha asesinado a varias personas sin el menor dejo de compasión por la vida humana.
Así que “la mano dura” o política “del garrote contra el crimen” (el nombre que se le ponga a las acciones de autoridad salvadoreñas es lo de menos), se ha concentrado contra las organizaciones pandilleriles dedicadas a los más aberrantes actos delictivos. Para tales fines en el país mencionado se construyó la que se considera la prisión más grande de Latinoamérica a la cual se le atribuye un propósito contra el terrorismo.
Y por lo que se comenta los internos no tienen la más mínima benevolencia de sus custodios que les dan un trato de atormentados esclavos al imponerles condiciones de sobrevivencia de lo más inhumanas imaginables.
Nada qué ver con eso que tanto se critica de las prisiones de México, las que según revelaciones y testimonios diversos las gobierna fácilmente algún grupo criminal ante la connivencia o el temor de los carceleros institucionales. En ese contexto, cabe mencionar que respecto a los sucesos contra el crimen en El Salvador existen criterios encontrados por parte de los que aplauden las medidas extremadamente severas contra los reos y quienes las censuran.
Una de las cuestiones que avala el método salvadoreño, es que los asesinatos a decir de algunas autoridades de aquel país se redujeron sustancialmente y los distintos líderes criminales amagados por la política pública contra el crimen han comenzado a pedir tregua.
Queda más que claro entonces que mientras en el Salvador los delincuentes han comenzado a dar pasos atrás por el temor a las consecuencias de sus actos delictivos, por desgracia en nuestro país algo así sólo se pretende hacernos creer con estadísticas aparentemente “alegres” sobre reducción de la criminalidad.
Cuando que en los hechos, la percepción social de que las cosas no mejoran en materia de seguridad, (por más que se quiera ver con buenos ojos lo que se ha denominado como el “ataque a las causas” y con eso ir paulatinamente reduciendo los efectos de crimen), lo que se aprecia es que son más los insatisfechos que los complacidos con eso de “los besos y los abrazos”.
Por esa razón es de mencionar que ha llegado el momento para el gobierno de Andrés Manuel de hacer un “corte de caja” sobre sus acciones contra la delincuencia organizada para decidir qué hacer exactamente si no se quiere pasar a la historia como otro gobierno fallido ante las mafias delictivas.
Baste decir lo siguiente. Cuando la autoridad no toma el mando en las acciones contra el delito ni logra abatir al máximo posible las conductas criminales para cambiar la percepción social de inseguridad: la delincuencia manda.