El último tramo del sexenio
¬ Luis Ángel García lunes 8, May 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
En el último tramo del sexenio, el inquilino de Palacio Nacional —a pesar de su perorata triunfalista mañanera—, está preocupado porque no termina de cuajar el proyecto político de la 4T, amén de los nulos resultados de su administración. Un sexenio sin crecimiento económico, alta inflación, un sistema de salud colapsado -muy lejano de su similar danés-, desabasto de medicamentos, inseguridad galopante con el mayor número de homicidios dolosos en la historia reciente, violencia política sin precedente, pérdida de la gobernabilidad a manos del crimen organizado, crisis migratoria que rebasa a las autoridades, ríspida relación con los Estados Unidos por temas como narcotráfico, especialmente fentanilo, y la exigencia de combatir realmente a los cárteles, so pena de una intervención directa de las agencias norteamericanas, conflictos con los socios comerciales por violaciones a las cláusulas del T-MEC en inversiones, energías limpias, panorama laboral y cambio climático, que al término de paneles internacionales habrá que pagar millonarias indemnizaciones en dólares.
A ese rosario de problemas, agregue la pésima situación económica de Pemex y la CFE, quiebras que no se quieren reconocer y que el gobierno oculta con multimillonarios recursos de la hacienda pública, además del incremento de la deuda exterior, aunque tengan otros datos, así como recular en el tema del cabotaje en las líneas aéreas.
En cuanto a la política interior, tampoco la 4T las tiene todas consigo. No pudo deshacerse del árbitro electoral, aunque puso a otro alfil, no pasó su reforma electoral -tampoco la energética-, no prosperó la imposición de su candidata a la titularidad de la SCJN y ahora tiene que enfrentar el embate de un poder autónomo e independiente que es verdadero contrapeso del Ejecutivo. Las últimas resoluciones del máximo tribunal han desdibujado el cuadro del proyecto político presidencial. A los reveses propiciados por los ministros se suma la determinación de que la Guardia Nacional no forme parte de la Sedena y mantendrá un mando civil.
Sin embargo, el tabasqueño insiste en demoler a la democracia y sus instituciones. No quita el dedo del renglón en manipular al INE rumbo a los comicios de 2024 para asegurar el triunfo -mediante una elección de Estado-, de su candidato. Partidario de la opacidad, está a punto de derogar al INAI, organismo autónomo, que le es incómodo por exigir la transparencia en los procedimientos administrativos, sobre todo donde hay dinero. Asimismo, plantea una administración pública centralizada -curioso, la concentración del poder era característica de los conservadores-, en la que todo dependería del Poder Ejecutivo, de tal suerte que prepara, por una parte, diversas disposiciones para desaparecer los últimos organismos autónomos, así como institutos para que sus funciones sean absorbidas por las secretarías de Estado. A la concentración administrativa se añade la reasignación de recursos que seguramente irán a los programas clientelares para satisfacer el pago, cada vez más difícil de cubrir, de las pensiones para viejitos y las becas de los “ninis”. Con ese dinero presupuestal, que ya no se ejercerá, también se puede fondear al Banco del Bienestar, el que por cierto está bajo la sospecha de las autoridades norteamericanas por posible lavado de dinero mediante el envío de remesas por el crimen organizado.
Al final del sexenio, un desesperado Presidente que todo su régimen desdeñó la legalidad y el Estado de Derecho busca ahora un entramado legaloide que le permita controlar las elecciones y, mediante la militarización, no salir tan raspado en el juicio popular que se haga de su gobierno en materia de seguridad. Más aún, ya amenazó que para el final de su gobierno enviará una iniciativa para que —en espera de contar con la mayoría en el Congreso—, pase la Guardia Nacional a la Sedena. ¿Le alcanzará el tiempo y lo permitirá la realidad política del país?