El campanero de Palacio
Alberto Vieyra G. lunes 17, Abr 2023De pe a pa
Alberto Vieyra G.
Ante la presión internacional por el rosticero de Ciudad Juárez, en el que murieron 40 migrantes y otros 27 siguen hospitalizados, el presidente López Obrador se apresta a lavarle la cara a su gobierno con un revolcón a la gata llamada Instituto Nacional de Migración, una institución corroída en todas sus estructuras por mafias criminales que trafican con el dolor humano de millones de migrantes.
El anuncio lo hizo el campanero de Palacio, el padre Alejandro Solalinde, que en realidad no se sabe si actuó como el vocero de Palacio o como un menesteroso que busca agarrarse de la ubre presupuestal o bien, seguir obteniendo fondos gubernamentales para su organización de migrantes “Hermanos en el camino” y adelantó que ya todo estaba hablado y planchado con AMLO, quien por cierto el 31 de marzo confirmó el anuncio del capellán de Palacio, quien adelantó que el revolcón a la gata del Instituto Nacional de Migración se transformará en un consejo que estará conformado por secretarías de Estado como la Sedena, la Secretaría de Gobernación, Relaciones Exteriores, organizaciones civiles, la Guardia Nacional y periodistas.
Pero, yo me pregunto: ¿Quién pidió mariachis? ¿Cómo es que se presta el campanario de Palacio para hacer creer al pueblo de México de que, con el sólo anuncio de un cura, la política migratoria de México será humanista hasta la pared de enfrente, como lo jura y perjura AMLO?
Como esta el Instituto Nacional de Migración y como lo propone Solalinde no tiene nada de humanista. El supuesto humanismo solamente está en la retórica propagandista de AMLO, quien después de que puso 28 mil soldados al mando de Donald Trump para detener los flujos migratorios en la frontera sur e invitar a los migrantes a venir a México donde se les ofrecerían visas humanitarias, lo cual no ha ocurrido, ni ocurrirá, porque el problema migratorio se convirtió en una jugosa industria de las mafias criminales a lo largo y ancho de la nación azteca.
Una genuina reforma al Instituto Nacional de Migración será en primer lugar desmilitarizarlo, desaparecer las cárceles disfrazadas de albergues y si el gobierno de AMLO desea continuar su lacayismo con el gobierno de Estados Unidos ofreciendo refugios seguros y humanistas, en los que se trate a los migrantes como seres humanos y no como animales; lo que el campanero de Palacio necesita es convencer a AMLO para que le exija al gobierno de Estados Unidos que le entre con su cuerno para que México pueda cumplir dignamente el papel de ser un país de refugiados o de lo contrario, dejar que los éxodos lleguen hasta el Río Bravo y que ahí se las arregle el gobierno norteamericano, que necesita a toda costa la ayuda del gobierno de México.
Ojalá que Solalinde no caiga en el error de proponer sólo un revolcón a la gata para cumplir la tesis de Giuseppe Tomasi di Lampedusa de “hacer que todo cambie, para que todo siga igual” o simplemente para que el cura pueda conseguir recursos económicos del gobierno federal para su asociación civil “Hermanos en el camino”. México debe saber también si el campanario de Palacio Nacional busca formar parte de la improductiva burocracia nacional, entonces, ¿quién pidió mariachis?…