Cordyceps
Opinión miércoles 22, Mar 2023Filosofía Millennial
H. R. Aquino Cruz
- Situada en 2023, The Last Of Us imagina un mundo apocalíptico a veinte años del surgimiento de una pandemia provocada por un hongo mutado que infecta a la raza humana
¿Por qué razón nos aferramos a cosas en nuestra vida? ¿por qué decidimos que hay dinámicas, actividades, gustos, eventos que estamos dispuestos a repetir y revivir una y otra y otra vez? Más aún, ¿por qué nos aferramos a personas?¿por qué decidimos que hay seres humanos de los que seríamos incapaces de desprendernos más allá de cualquier dilema, duda o razón?
Para algunos, la respuesta es el amor. El amor como la fuerza abstracta y biológica —que ya enunciaba el filósofo presocrático Empédocles en el siglo V a.C.— que se encarga de unir y atraer entre sí elementos de la naturaleza, seres vivos, seres cósmicos y, por supuesto, seres humanos.
No sólo entendido como la pulsión animal de la preservación y la reproducción o como un constructo sociocultural que motiva dinámicas de interacción y consumo. Ni siquiera bajo la interpretación metafísica y, en ocasiones, teológica de una fuerza trascendente capaz de comunicar lo incomunicable y crear un lazo atemporal.
El amor como una fuerza vital que llama a objetos, animales y seres vivos a adherirse —simbólica o materialmente— entre sí. A unirse y fusionarse. A mezclarse, como la denuncia de un impulso inexplicable por ser.
El amor que utilizó Newton para explicar la idea de la gravedad, el amor que llena las mitologías, las poesías y las variopintas expresiones de la emotividad humana: el amor que se le atribuye al cordyceps como el causante de una pandemia que lleva a la humanidad a un apocalipsis zombie en las líneas de la aclamada serie The Last Of Us.
Nacida inicialmente como uno de los videojuegos más importantes de nuestros días —especialmente destacado por su historia, su discurso, sus subtextos y su diseño visual y sonoro—, la historia de Joel y Ellie es adaptada a la televisión por Craig Mazin (Chernobyl) y Neil Druckmann —escritor y diseñador del videojuego original— en lo que ha sido descrito por críticos y fans como “una de las mejores adaptaciones de un videojuego en la historia de la televisión” o “una fiel adaptación que mantiene los aspectos más emocionantes de su fuente original y que, además, profundiza en los personajes e historias de la misma”.
Situada en 2023, The Last Of Us imagina un mundo apocalíptico a veinte años del surgimiento de una pandemia provocada por un hongo mutado que infecta a la raza humana dejando a su paso seres de características similares a los zombies que se convierten en los principales transmisores del agente fúngico.
En este contexto, la sociedad ha colapsado y el mundo se encuentra en una constante pugna entre grupos rebeldes, intentos autoritarios de establecer algún orden, grupos anarquistas, sectas religiosas y un sinnúmero de infectados aguardando la mejor oportunidad para reproducir al letal hongo cordyceps.
En este contexto, Joel, un hombre huraño, habilidoso y con un conflictivo pasado como mercenario-contrabandista, recibe la misión de llevar a una niña, Ellie, fuera de una zona protegida por las autoridades —una zona de cuarentena— para entregarla a un grupo radical. Todo parece indicar que Ellie es la única persona conocida capaz de resistir los efectos del agente infeccioso y, con ello, quizá la esperanza para crear una cura contra el cordyceps.
A lo largo de esta aventura emprendida a regañadientes por ambos protagonistas, atestiguaremos un retrato obscuro, emotivo y poderoso de un mundo en los límites de lo social y lo humano. Atestiguaremos diferentes formas de gregarismo, de comunidad y de amor —o pseudoamor. Atestiguaremos, paulatinamente, la construcción de un lazo entre Joel y Ellie; entre un protector y una protegida.
Interesantemente, en alguno de estos episodios, Ellie y Joel se encontrarán con un perverso personaje que comparará al cordyceps con un ser “que ama”; un ser “fértil [, que] se multiplica [, que] protege a sus hijos [, que] asegura [su supervivencia] con violencia si es necesario”.
Con ello, Mazin y Druckmann enunciarán el eje discursivo de The Last Of Us: el amor como una fuerza destructiva. El amor como un agente que afecta el comportamiento humano y que puede convertirse en una justificación para toda clase de actos atroces. En una expresión: el amor visto desde su lado más oscuro, negativo y corrosivo.
Desde ese ángulo se explica mejor que el cordyceps sea el género de hongos elegido para contar esta historia. Una especie real de hongos parasitarios que suele afectar a insectos y artrópodos introduciéndose en sus cuerpos y, en algunos casos, llegando al nivel de afectar la conducta de su huésped; provocando, por ejemplo, que las hormigas lleven a cabo tareas no habituales para ellas con el fin de favorecer la propagación del hongo.
De este modo, The Last Of Us recogerá la realidad de los hongos cordyceps como parásitos capaces de afectar el cerebro y la conducta de su huésped y la trasladará a seres humanos infectados que buscarán, incesantemente, una nueva víctima para morder y, con ello, un nuevo huésped para una incontrolable plaga fúngica.
Una plaga incontrolable que obnubila la razón y que convierte al huésped en un agente transgresor y propagador. Una plaga con hambre de unión, de fusión, de encuentro, de reproducción. Una plaga que, como el amor, sólo quiere lo que quiere querer.
Un impulso que nace del interior del agente y que lo mueve de maneras contrarias al mejor uso de sus facultades racionales con tal de mantenerse en la vida. Con tal de mantener un cierto estado de cosas.
En algunas de las entrevistas que han dado respecto a su trabajo, Mazin y Druckmann han insistido en el modo en que The Last Of Us busca señalar las bases para la irracionalidad que se dan en el amor. Puntualmente, el modo en que movimientos reaccionarios, violentos y represores han estado fundados sobre una pretensión de “proteger a la familia” o de honrar otras formas de amor.
El modo en que, históricamente, el amor ha sido utilizado como una herramienta para negar la objetividad o la verdad en favor de la subjetividad. El modo en que el amor se puede convertir en la cuna del error fáctico y, con ello, en la cuna de la desgracia social y comunal.
En el caso de Ellie y Joel, el amor padre-hija que se irá gestando entre ambos al modo de una espora de cordyceps deberá enfrentarse a una difícil decisión. A un dilema al nivel de los mejores experimentos racionales de la Ética y la Psicología: ¿qué harías si para salvar al mundo tuvieras que sacrificar a un ser que amas?
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