¿A qué Calderón le creemos?
Roberto Vizcaíno miércoles 29, Jun 2011Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Una entrevista en la que se le ve en sentido opuesto a otros muchos de sus propios pronunciamientos y que ha generado confusión y desconcierto en no pocos dentro y fuera del país
A lo largo de su sexenio, el presidente Felipe Calderón ha arremetido una y otra vez, en diversas intensidades, contra el PRI, sus personajes, gobiernos y métodos.
Durante las semanas anteriores su nivel de crítica y acciones en contra de los tricolores se fue al fondo en lo que pareció el inicio de una guerra abierta de su régimen en contra del PRI. Mucho se habló entonces de que haría lo posible e imposible -entendido esto último como lo ilegal-, para evitar que un priísta -ni qué decir que ese sería Enrique Peña Nieto por el nivel de preferencias electorales que ha alcanzado el mexiquense-, regresara a Los Pinos.
Calderón arremetió inesperadamente contra los regímenes priístas el domingo 12 de este junio durante la graduación de una generación de estudiantes en la Universidad de Stanford, California, Estados Unidos. Acusó entonces a los gobiernos priístas de masacrar estudiantes y de desaparecer opositores políticos y de ser regímenes autocráticos.
Los días posteriores persistió en esa línea al hablar aquí ante empresarios y al exigirles a los legisladores (evidentemente a los priístas), realizar un período extraordinario para avanzar en la aprobación de las reformas pendientes: la política, laboral y de seguridad, entre las principales.
Pero el verdadero nuevo embate se había abierto contra los priístas con la también sorpresiva aprehensión por parte del Ejército, casi en calzones, durante la madrugada del sábado 4 también de este junio, de Jorge Hank Rhon en su fastuosa mansión de Tijuana.
En fin, apenas unos pincelazos del ya largo y tortuoso embate de Felipe Calderón durante sus 4 años y medio de administración contra el PRI, sus gobiernos y sus personajes.
Pero ahora resulta que nada de eso es cierto.
Y eso trae no sólo de cabeza a mi querido amigo y testigo protegido, sino a no pocos de los analistas políticos del momento.
Ahora, en una larga como inesperada (habría que pedir nos expliquen quien de los dos –Calderón o Gómez Leyva-, la gestionó y en razón de qué se hizo) entrevista con el conductor y periodista Ciro Gómez Leyva, el Presidente de la República no sólo afirma que el PRI y su puntero presidencial (evidentemente Peña Nieto), y sus otros candidatos, están en las mejores condiciones para ganar los procesos electorales en curso, sino que no existe ningún prospecto dentro del PAN (su partido, el de este Presidente), que les acerque.
En contra de lo que había advertido hace apenas unas semanas -cuando afirmó que el regreso del tricolor a Los Pinos podría significar la regresión del país, la democracia y la economía-, ahora aseguró que ni el PRI ni Peña Nieto eran un peligro para México.
Aparentemente abierto, Calderón dice en esta entrevista otras muchas cosas que nunca antes le habíamos escuchado decir a ningún otro mandatario mexicano:
-Que aunque está tranquilo, tiene preocupación por su futuro y el de su familia. Qué no sabe si se quedará o irá de México al concluir su gestión no sólo por cuestiones de su seguridad personal y la de su familia respecto de las reacciones que pudiera tener del narcotráfico, sino porque no descarta que además vaya a ser objeto de venganzas políticas y rencores.
-Que en realidad no existen grandes avances en seguridad.
-Que podría ser objeto de un juicio por lo de los 40 o 50 mil muertos que dejará al final de su gobierno.
– Que no cree que Jorge Hank sea inocente y menos un ejemplo a seguir.
-Y que hay obispos -como el de Ecatepec, Onésimo Cepeda y el de Tijuana, Rafael Romo Muñoz, que defendieron públicamente a Hank– que están evidentemente más comprometidos con lo político y lo económico que con la verdad y la justicia.
A contracorriente de sí mismo, en esta ocasión admite que el PRI la tiene ganada casi toda en lo que resta de este sexenio, es decir, el suyo.
Ante el señalamiento de Gómez Leyva de que el PRI está arriba 30 puntos en el Estado de México, Coahuila y Nayarit apenas unos días antes de las elecciones del domingo 3 de julio, y de que el PRI de Peña Nieto luce formidable para el 2012, es decir para el proceso electoral presidencial, Calderón responde:
“Se ve que hay un PRI… muy fortalecido… ¿no?”.
Aunque inmediatamente intenta matizar su reconocimiento.
“… bueno, siempre los electores tienen en sus manos la posibilidad de decidir”.
Y acude a lo obvio: “… todo cuenta en las campañas Ciro, todo cuenta: las propuestas, los candidatos, las reglas, la capacidad organizativa, el dinero, cuenta muchísimo el dinero, los medios…”
Al proseguir deja en claro que de las tres elecciones que se deciden el domingo, la que le importa es la del Estado de México.
Tácitamente adelanta el triunfo del priísta Eruviel Ávila al señalar que, “independientemente de lo que decidan los mexiquenses, habrá que hacer una revisión profunda de todos esos factores. ¿Con qué propósito? (pregunta, para responder), con el propósito de tener pues una democracia tal y como la queremos en el país, una democracia que parta de la premisa de que el elector tenga todos los elementos de decisión, que haya un suelo parejo para las contiendas electorales, que haya un gasto bien supervisado de las campañas, que haya equidad en la contienda, que haya transparencia en los votos, en fin, pues todo lo que hemos anhelado en México y que aparentemente habíamos logrado y que de repente pues habrá que revisar nuevamente”.
Al hablar del Estado de México, alude también a todo el país y evidentemente induce la percepción de que ni hubo equidad en proceso electoral mexiquense, ni una supervisión suficiente del gasto ni la habrá en el conteo de los votos.
Cosas que, afirma, “aparentemente habíamos logrado y que de repente pues habrá que revisar nuevamente”.
De su incertidumbre respecto de su futuro inmediato y ante la pregunta de si le preocupa su futuro personal, Calderón indica:
“Siempre hay una preocupación por lo que vaya a ser de tu vida, siempre, yo creo que en cualquier ser humano…”
Y ante la interrogante de si se quedará en México, responde:
“Probablemente, mis hijos están aquí, en la escuela… pero eso es algo que no he decidido y va a depender mucho de las circunstancias, va a depender mucho también de las condiciones de seguridad a la que tienen derecho todos los ex presidentes, pero que también (de) un ambiente de revancha, de rencor político y de envidia, y de intereses… ve tú a saber que vaya a pasar, pero evidentemente que esa es la intención…”.
Preguntado sobre dónde están los logros en seguridad, reconoció:
“El logro que más queremos, y el que importa, es la seguridad, rescatar la seguridad, y ese no lo hemos encontrado…”
Consideró que se puede hablar de muchas cosas, de grandes capturas de capos y sus lugartenientes, pero a pesar de ser logros, “no son los que la gente necesita… lo que la gente necesita ver, es que haya tranquilidad y paz en sus casas.
“Hay algunos estados, ciudades, centros, donde hemos logrado recuperar poco a poco la tranquilidad (pero) todavía falta mucho por hacer… mientras la ciudadanía no lo perciba y se siga sintiendo insegura, y sobre todo, mientras sigan existiendo homicidios, y sigan existiendo extorsiones, pues no puedo hablarte de logros todavía”, indicó.
Una entrevista interesante, que muestra otro Calderón. Uno que reconoce que la tiene perdida frente al PRI y el avance de Peña Nieto; que no sabe que será de su futuro; que no hay el avance del que él mismo ha hablado en cuanto al combate del narcotráfico, y que sabe que podría ser no sólo recordado como el presidente de los 30, 40 o 60 mil muertos, sino que puede ser objeto de un juicio por eso en el futuro.
Una entrevista en la que se le ve en sentido opuesto a otros muchos de sus propios pronunciamientos, y que ha generado confusión y desconcierto en no pocos dentro y fuera del país.
Una entrevista ante la cual cualquiera se pregunta: ¿Cuál es entonces el verdadero Calderón?