El placer de la carne
Ramón Zurita Sahagún miércoles 29, Jun 2011De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El futbol mexicano se ve amenazado por la voracidad de los jugadores hacia los placeres de la carne.
Unos abusan de su consumo en forma de alimento y otros en placeres más mundanos, pero el deporte mexicano salta de un escándalo a otro.
Siendo de los deportes que se practican en México el más redituable de todos, por lo que los practicantes del mismo en forma profesional se llevan carretadas de dinero, los jugadores de futbol sirven lo mismo para un lavado que para un fregado, siempre y cuando reditúen lo que en ellos se invierte.
Por eso, una y otra vez son recurrentes para servir de ejemplo para la juventud y para mostrar como de la nada se construye un ídolo, ejemplo para la juventud y se les eleva a la calidad de héroes.
Sin embargo, los futbolistas en forma cíclica son capaces de mostrar que no son ejemplo de nada y que son ídolos con pies de barro.
La carne para ser el principal escollo que enfrentan los jugadores de este deporte, considerado de nivel nacional y el que mayor difusión tiene en México, por tratarse de un negocio en el que se encuentran inmiscuidas las televisoras.
Son ellas, las que los elevan a la calidad que quieren o los derrumban de un solo golpe, en el momento que dispongan o que alguno de ellos intente resistirse al canto de las sirenas que sale de los medios electrónicos.
Los defienden a capa y espada, aún en las situaciones más adversas, intentan justificar sus exabruptos y las licencias que se toman para romper normas, reglamentos y hasta leyes.
Pero aún así, hay ocasiones en que los propios futbolistas no se dejan ayudar.
Es México un país de escándalos en el futbol, donde los dueños de las televisoras concentran la propiedad de los equipos, transgrediendo los reglamentos de la federación internacional y a nadie parece importarle.
También es un país, donde los jugadores son tratados como simple mercancía, castigando al rebelde, estableciendo contratos leoninos y jugando con un pacto de caballeros que solamente beneficia los propios dueños, por encima de intereses deportivos o humanos.
Y es que en gran parte, la culpa es también de los jugadores que no muestran respeto para nadie, ni para ellos mismos, muchos menos para sus seguidores, por lo que pueden ser tratados de esa manera por los dueños del dinero.
Es cierto que la mayor parte de los jugadores provienen de barrios marginados, de la cultura del esfuerzo, pero dedican tiempo a su formación como profesionales del deporte de la patada y carecen de los valores morales y la educación para ser ejemplo para la juventud y el deporte.
Los recientes escándalos vinculados al placer de la carne, muestran a unos jugadores que tienen todo, menos el profesionalismo por el que les pagan.
Si, es cuestión de disciplina los acontecimientos sucedidos las noches del viernes y sábado en Ecuador, donde contrataron prostitutas antes y después del juego que habían de celebrar ante el representativo de ese país.
Los que lo hicieron burlaron el compromiso adquirido como profesionales, pero es todavía más grave el otro asunto, la denuncia de robo, el que ocurrió, pero ellos sabían quienes lo habían perpetrado.
Esos profesionales del deporte que ganan carretadas de dinero y que a los 21 o 22 años no saben en qué gastarlos, no contaban con que sus actos de indisciplina había sido filmados y que pronto se conocería la verdad de los sucesos.
Pero estos jóvenes solamente siguen el ejemplo de sus mayores, de sus referentes dentro del mismo deporte.
Hace unos meses ocurrió un hecho similar, cuando la selección de futbol de los mayores escenificó un acto semejante, celebrando una fiesta privada, en la que los jugadores contrataron prostitutas y prostitutos, según los gustos de cada uno.
El escándalo no se hizo esperar y, al igual que ahora, varios de esos deportistas fueron sancionados, con multas económicas y separación del equipo un tiempo prudente.
Pero en medio de estos hechos, donde la carne, representada en placeres mundanos y sexuales, fue el ingrediente, también sucedió otro, en el que el mismo alimento es el centro de la discusión.
Cinco futbolistas fueron separados de la selección mayor, al descubrirse, mediante análisis, el contenido de cierto medicamento considerado dentro de ese deporte como parte del dopaje.
La pronta respuesta de los directivos fue apuntar al consumo de la carne, como el directamente responsable el contenido de clembuterol encontrado en el cuerpo de esos deportistas.
Pronto saltó el distribuidor del producto, para aclarar que su empresa se encuentra libre de toda culpa sobre el asunto.
Hasta el momento, el embrollo sigue, ya que los directivos y los jugadores aseguran que comieron una carne contaminada del producto, pero otros apuntan hacia el dopaje, algo no tan extraño en el deporte mexicano.
Seis años atrás dos futbolistas profesionales, fueron echados de la selección por situaciones similares, uno de ellos recayó incurrió nuevamente en el ilícito y fue suspendido de por vida para la práctica profesional.
Pero los escándalos en el futbol mexicano no se dan solamente por el placer de la carne, hay otros más, con profesionales de este deporte escandalizando en bares y restaurantes y otros más provocando accidentes viales, con altos índices de alcohol en la sangre y causando víctimas al por mayor.
Por eso, resulta urgente una mayor rigidez para el deporte de las patadas, para evitar que los escándalos de todo tipo sigan proliferando y que los dueños de los equipos y los jugadores infrinjan todo tipo de leyes y reglamentos.