EU quiere, pero México no
Armando Ríos Ruiz lunes 13, Mar 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
A muchos mexicanos que no se chupan el dedo, llamó la atención que presuntamente, el grupo Escorpión, entregara a cinco individuos, a quienes acusó de ser los asesinos de los cuatro norteamericanos en Matamoros, luego de que las víctimas fueron encontradas. Además con una disculpa por actuar por su cuenta. ¿Alguna vez habíamos visto algo parecido? ¡Cuánta decencia! ¿No?
Dio la impresión de que, ya sea el gobierno federal o el local, solicitaron su ayuda y más temprano que tarde respondieron con la entrega de los supuestos responsables. La disculpa fue extendida a las víctimas y a sus familiares. También solicitó a la población permanecer en calma, con el compromiso de no repetir errores similares. Parece haber hablado el que realmente manda. En mi tierra matan a diario a inocentes y nadie se disculpa. Las vidas humanas son lo de menos.
Mientras, el Presidente fue vitoreado por defender nuestra soberanía y hasta felicitado por sus corifeos, por impedir la intromisión en nuestro territorio de policías y fuerzas armadas norteamericanas, con la negativa del Presidente vecino, Joe Biden, de declarar a nuestros cárteles de la droga terroristas. Pero está bastante claro que esta situación obedece más bien a la decisión de un Presidente considerado hoy por sus propios coterráneos, un hombre débil.
En nuestro suelo, el mandatario despotricó investido de una rabia inmensa, como es su costumbre, contra los congresistas republicanos que han alentado
la intervención de su país en México, en aras de combatir a nuestros cárteles, por el daño que provocan también a sus habitantes, consumidores importantes en el mundo, de las drogas que desde aquí les hacen llegar.
Inclusive, los hechos recientes provocados por los criminales, le han servido para atizar su propio fuego en contra de Felipe Calderón (no es un ápice, santo de mi devoción) y para morderse la lengua al culparlo de haber construido un narco estado. Señalamiento, precisamente, que le han impuesto a él mismo, muchos personajes de diversa índole, inmersos en la política de la nación vecina.
William Barr, fiscal de EU en el gobierno de Donald Trump, acusó a nuestro Presidente de ser el principal facilitador de los cárteles mexicanos. “En realidad no está dispuesto a tomar medidas que desafíen a los cárteles. Los protege constantemente invocando la soberanía de México, para impedir que Estados Unidos tome medidas efectivas”, indicó.
Cuando el mexicano se negó a asistir a la Cumbre de Las Américas, en protesta porque no invitaron a los dictadores de Nicaragua, Venezuela y Cuba, congresistas demócratas y republicanos mencionaron sus vínculos con el narcotráfico. Entonces respondió: “Yo no soy Felipe Calderón”.
Con motivo de los hechos recientes en Matamoros, el senador republicano Lindsey Graham demandó a México: “no más abrazos” y calificó a nuestro país de “narcoestado, dominado por terroristas a los que sólo les interesa el dinero”. Otros congresistas del mismo partido se expresaron de manera similar.
Phil Jordan, un ex agente muy experimentado de la DEA, hizo un análisis detallado de lo que ocurre en México y en Estados Unidos y resumió con la aseveración, de que “sin los cárteles de EU, no funcionan los de México, donde los capos mandan”. Están obviamente correlacionados. El asunto es que los gobiernos correspondientes les permitan actuar a placer o no.
¿Por qué los vecinos no abordan un ataque sin cuartel a sus cárteles? ¿Ocurre allá lo mismo que aquí? ¿Es decir, las autoridades también se sirven de ellos para su provecho personal? ¿Para engordar sus bolsillos y sus cuentas bancarias? Bueno. Allá no mandan esas organizaciones. Aunque no es disculpa.
México es el principal distribuidor. Pero en EU también existen muchos millones de consumidores de droga y alcohol, mercado que tienen que satisfacer diferentes proveedores. Si de veras los gobiernos quieren acabar con el mal, deben establecer lazos de cooperación y olvidarse de participar del negocio. Estados Unidos dice sí. Pero México dice que no, porque prefiere los abrazos.