López Obrador le jala la cola al tigre
Francisco Rodríguez jueves 9, Mar 2023Índice político
Francisco Rodríguez
No sé por qué, ayer que vi en la mañanera a López Obrador, sonriendo socarronamente, burlándose de legisladores de Estados Unidos, recordé a otro Manuel, cuyo segundo nombre también empieza con A: Manuel Antonio Noriega.
¿Y saben cuál era el segundo apellido del dictador panameño? Era: Moreno.
El general Manuel Antonio Noriega Moreno fue el todopoderoso de Panamá de 1983 a 1989. El gobierno de Washington lo tenía en su lista de aliados y a pesar de que tenía pruebas suficientes de que estaba metido hasta el cogote en el tráfico de cocaína de Centroamérica a Estados Unidos, no lo tocó.
No lo tocó, hasta que lo tocó.
En 1989, soldados estadounidenses invadieron Panamá y como Noriega ya no les servía para nada, lo detuvieron, lo encarcelaron y en 1992 lo sometieron a juicio por supuestos nexos con el Cártel de Medellín, en ese tiempo uno de los más poderosos del mundo, como ahora el de Sinaloa de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, y sus hijos.
El otrora gran amigo y aliado de Estados Unidos fue sentenciado a 40 años de cárcel. En 2008, a poco de obtener su liberación por buena conducta y hacer las veces de testigo colaborador, Noriega Moreno fue extraditado a Francia, donde la justicia lo halló culpable de blanquear dinero del narcotráfico con empresas de cuates, compadres y allegados.
Bien dicen que Estados Unidos, gobiernen republicanos o demócratas, no tiene amigos… tiene intereses.
Y el presidente López Obrador se está metiendo en camisa de once varas. Otros dirían que le está jalando la cola el tigre.
En la Casa Blanca sospechan, desde hace muchos años, que el gobierno de México siempre ha tenido relación con los capos de los cárteles de las drogas.
El caso de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón y brazo armado de Vicente Fox, no hace más que confirmar esas sospechas.
Ejemplos sobran: Jesús Gutiérrez Rebollo, general del Ejército nombrado zar antidrogas por el presidente Ernesto Zedillo. En 1997 lo detuvo la PGR por sus nexos al capo Amado Carrillo, “El señor de los cielos”. Lo condenaron a 40 años de cárcel; falleció en 2013.
Los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Hermosillo, brazos armados del gobierno del presidente José López Portillo, fueron juzgados y condenados por sus nexos con el Cártel de Ciudad Juárez.
Mario Villanueva Madrid, ex gobernador de Quintana Roo, fue un priista muy cercano al presidente Carlos Salinas de Gortari. En 2002 lo detuvieron agentes de la DEA en el poblado Alfredo V. Bonfil y permanece en la cárcel acusado de ser parte de las organizaciones traficantes de cocaína de Sudamérica a Estados Unidos.
La lista de hombres y nombres es larga. Uno de los últimos sería el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Enrique Peña Nieto. En 2020, fue aprehendido en Estados Unidos y sometido a proceso acusado de vínculos con el narcotráfico. El gobierno de la 4T abogó por el mílite y logró traerlo a México con la promesa de que aquí sería juzgado, lo cual nunca sucedió.
¿Creen ustedes que ese incumplimiento pasó inadvertido en Washington? Claro que no. Lo apuntaron en la lista de los pendientes, con cargo a López Obrador.
En 2022, se recordará, el senador Marco Rubio acusó a López Obrador de haber entregado partes de México a las organizaciones criminales. López Obrador se rio en la mañanera del día siguiente y pidió a Rubio que probara su acusación. Y para variar dijo: “Yo no soy Felipe Calderón”.
A raíz del secuestro de cuatro ciudadanos estadounidenses en Nuevo Laredo, de los cuales dos fueron asesinados, las presiones en Estados Unidos hacia México se han multiplicado.
Ayer, los senadores Roger Marshall , Rick Scott, Lindsey Graham y Neely Kennedy presentaron dos propuestas para declarar organizaciones terroristas a los cárteles de las drogas de México y pueda participar el ejército norteamericano en su combate.
Los legisladores estadounidenses señalan que los grupos a exterminar serían los cárteles de Sinaloa -el de “los chapos” Guzmán-, el del Golfo, Jalisco Nueva Generación, Noreste y el de los Zetas.
López Obrador calificó las propuestas como politiquería y a los proponentes, de hipócritas.
En México, a los Presidentes de la República se les ha acusado de todo. Principalmente de rateros. La vox populi jura que salen de Palacio Nacional multimillonarios.
También se les acusa de asesinos, de mujeriegos a unos, de homosexuales a otros; de borrachos y drogadictos. Y de proteger a todo tipo de grupos mafiosos.
Pero hasta ahora a ninguno se le ha sentado en el banquillo de los acusados. Y mucho menos se le ha metido a la cárcel.
Pero es que López Obrador muchas veces ha dicho: “¡No somos iguales!”
¿López Obrador será el primero? Porque los gringos no tienen amigos, tienen intereses.
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