El gigantesco ego traicionero
Armando Ríos Ruiz miércoles 8, Mar 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
Nuestro Presidente tiene un ego tan grande, que no le permite ninguna corrección a sus desatinos. Cada día que pasa, crece desmesuradamente y lo convence de que, de veras, sin duda alguna, es superior al mismo Dios. Hemos dicho hasta el cansancio que todos los días critica a los demás, como si fuera el único en el planeta que no se equivoca. El único infalible. El único que comete errores a la vista de todos, pero aciertos de acuerdo con su paupérrimo entender.
En febrero pasado se lanzó en contra de Antony Blinken, porque el secretario de Estado del gobierno de Estados Unidos le hizo un llamado para que utilice mecanismos de protección a periodistas. Hace apenas unos días, el alto funcionario volvió a abordar al canciller mexicano, Marcelo Ebrard, para recordarle la importancia de que las instituciones cuenten con democracias fuertes. Lo último, a raíz de las descalificaciones a todo mundo, por la mega marcha en defensa del INE.
En febrero, nuestro mandatario contestó que está mal informado, cuando aquí asesinan periodistas a diestro y siniestro. Más que en cualquiera otro país del mundo. En estos días, volvió a la carga contra Blinken, a quien llamó injerencista.
Dijo textualmente: “Aprovecho para contestarle al Departamento de Estado del Gobierno de Estados Unidos, que como es la mala costumbre, siempre se inmiscuyen en asuntos que no les corresponden, muy contrario a lo que piensa el presidente Biden que siempre habla, textualmente, de un pie de igualdad”. Con lo último, seguramente quiso matizar, pero le resultó una grosería diplomática.
Abundó: “¿En Estados Unidos no saben de los fraudes electorales en México? ¿No saben quiénes son? ¿Que Labastida recibió dinero de Pemex para su campaña? ¿Que Fox apoyó el fraude electoral en 2006, que Calderón se impuso mediante el fraude y utilizó a García Luna? Son muy buenos para ver la paja en el ojo ajeno y no la viga.”
Parece que busca un reconocimiento por el trabajo que realiza en México, que sólo él y sus chairos identifican como lo que jamás ha ocurrido aquí. Pero también el resto sabe que su trabajo es el peor en toda la historia mexicana.
Tal vez ese ego hinchado le obstruye también la memoria. No ha dejado de fastidiar al gobierno peruano en manos de Dina Boluarte, luego del fallido golpe de Estado del depuesto presidente, Pedro Castillo, quien disolvió el Congreso, al decretar un gobierno de excepción y anunciar una convocatoria de elecciones para aprobar una nueva Constitución.
No permite que Estados Unidos le diga que cumpla con sus funciones presidenciales. Pero justifica su actitud realmente injerencista en Perú, al grado de haber ofrecido asilo a la familia de Castillo. Anteriormente ocurrió con Bolivia y recibió a su ex presidente, Evo Morales, con bombos y platillos, a quien tuvo que solicitar su despedida gracias a una petición del mismo gobierno del norte.
Pero la situación se complica a nuestro amable, diplomático, inteligente, tranquilo, pacífico y atinado Presidente, con los vecinos del norte o con la nación más poderosa del mundo. Alguaciles, alcaldes y gente común y corriente de este país enviaron una carta al Congreso, para demandar al presidente Biden, actúe ya contra los criminales mexicanos, particularmente, del cártel de Sinaloa y del CJNG.
Las cosas han llegado al extremo de lo soportable. El viernes pasado, cuatro personas que viajaron a México, fueron secuestradas por una banda criminal. Dos aparecieron muertos y uno malherido. Sin duda, el Presidente correrá a abrazar a los asesinos o recomendará al gobernador, Américo Villarreal, lo represente en este soberano acto, con alguna filarmónica.
Esto provocó una reacción en diferentes instancias de la Unión Americana, que solicitaron a Biden, a través del Congreso, un alto a la violencia que padecen a causa de nuestros criminales. La carta contiene pruebas y muchos números de muertes causadas por el suministro de fentanilo, que ha alcanzado cifras superiores a 100 mil cada año y de manera directa, por enfrentamientos de cárteles aztecas.