La explosión llegó muy lejos
Armando Ríos Ruiz viernes 3, Mar 2023Perfil de México
Armando Ríos Ruiz
La resonancia de la concentración del domingo pasado hizo eco en lugares remotos, como Europa, en donde condenaron la actitud del Presidente, que no cesa de manifestar su inmensa rabia por la magnitud que alcanzó, traducida en descalificaciones agrias, condenas y señalamientos llenos de vitriolo, coreados por sus huestes que repiten, como siempre, lo que dice quien entona la primera voz.
Seguramente lo más significativo, es lo que el gobierno de Estados Unidos dijo a través de su Departamento de Estado y en interpretación de su vocero, Ned Price, que se traduce en el sentido de que el mandatario de nuestro país no está solo en el mundo y por lo tanto, se debe a un entorno en el que tiene que ver el concurso de otras naciones. Con más fuerza, la del norte, por mantener una vecindad estrecha y una historia compartida, además de relaciones comerciales, migratorias y muchas otras, que ligan a ambas con un vínculo indisoluble.
El mandatario puede decir hasta el cansancio, que la relación entre ambos gobiernos es muy buena. Pero en la realidad, obedece a una serie de conductas que obliga al nuestro a observar acciones comprometidas a respetar los lazos que conforman la buena vecindad. Aunque el que manda quiera parecerse lo más posible a Venezuela, por ejemplo, no es lo mismo este país que donde vivimos. La diferencia la hace, precisamente, la proximidad con el más poderoso del mundo.
Si esto no lo entiende el mexicano, entonces no entiende nada y puede continuar lanzando denuestos a diestro y siniestro contra quienes se manifiestan en su contra, con esas descalificaciones impuestas por un estilo corriente e ignorante de gobernar, alejada de los mejores propósitos.
Al criticar a nuestro gobierno, el de Estados Unidos sostuvo que es respetuoso de nuestra soberanía. Pero, ¿qué tan respetuoso? Ha demostrado a través del tiempo, que cuando desea imponer su ley, desaparecen la cortesía y la diplomacia. Por lo que emitió después de la última concentración en el Zócalo, se nota que lo que ocurre en México ya cansó y esta condición comienza a asomar.
Inmediatamente después de la expresión ciudadana del domingo, el Departamento de Estado llamó a nuestro gobierno a “fortalecer un sistema electoral independiente y a respetar la autonomía del Poder Judicial”. Abundó: “las democracias saludables se benefician de instituciones sólidas y una pluralidad de voces. Estados Unidos apoya instituciones electorales independientes y bien dotadas que fortalecen los procesos democráticos y el Estado de Derecho”.
También avisó que el secretario de Estado, Antony Blinken, está pendiente de la erosión de la democracia en todo el mundo y de los principios amenazados, “sin mencionar naciones en particular”. Ni siquiera es necesario. Basta con que un comunicado en este sentido haya sido enviado a México, para saber a ciencia cierta e indiscutiblemente, que es un llamado a nuestro gobierno y no a ninguno otro, a acatar y sólo acatar sus disposiciones. No hay de otra.
El domingo mismo, cuando más de 500 mil mexicanos se agruparon en el Zócalo, el secretario para el hemisferio Oeste del Departamento de Estado de la Unión Americana, Brian Nichols, advirtió que el llamado plan B de la reforma electoral emprendida en el Congreso de la Unión pone a prueba la independencia de instituciones electorales y judiciales en México.
Esto quiere decir que “nuestros buenos vecinos” como los bautizó Mario Gill, están no sólo pendientes de lo que ocurre aquí. También están preocupados, tanto por la Reforma Electoral, como por todas las actitudes de un gobernante que irradia odio. Que lo alienta y descalifica con irritación inaudita a sus enemigos y que con sus descalificaciones insistentes, anima a las fuerzas del crimen a actuar contra esos “adversarios”, cuya desaparición se justifica de antemano, porque son impulsadas por el máximo exponente político.
Con tales llamados de atención ¿se atrevería a incurrir en desacato y en actuar conforme a su vocación de necedad inscrita en su talante autoritario y que él mismo cree se trata de una virtud, sólo porque su esposa se lo dijo?