Llamada de atención a legisladores léperos, pero ningún castigo
Miguel Ángel Rivera miércoles 1, Mar 2023Clase Política
Miguel Ángel Rivera
Mientras en la Cámara de Diputados se registraba otro escándalo por el intento de Morena y rémoras de cargar a la cuenta del PAN la condena en Nueva York al ex secretario de Seguridad Gerardo García Luna, en el Senado se presentó un acuerdo de la Mesa Directiva, con el aval de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), por el cual los legisladores se autoimponen el compromiso de elevar la calidad de los debates.
Las viejas crónicas parlamentarias relatan episodios históricos de debates en el Congreso mexicano que dieron mayor fama a personajes como Ignacio Ramírez “El Nigromante”. Los ecos llegaron hasta finales del pasado siglo, con legisladores de oposición como Carlos Castillo Peraza y de Porfirio Muñoz Ledo, cuando dejó al PRI y se convirtió en pieza fundamental del proceso de democratización nacional.
Por desgracia, esos ejemplos históricos vinieron a menos y en vez de citas de grandes pensadores universales, los discursos —si así se les puede llamar— se tornaron en intercambios de insultos con lo que conocemos como “malas palabras”, al grado que no pocos de los actuales cronistas parlamentarios han definido como “pleitos de vecindad”.
Por eso llama la atención del acuerdo de la directiva, con respaldo del presidente de la Jucopo y coordinador de la bancada de Morena, Ricardo Monreal, del cual dio cuenta el presidente de la llamada Cámara alta, Salvador Armenta Mier, también de Morena:
“Honorable Asamblea:
“Debo informarles que, por mayoría de la Mesa Directiva, en un prolongado debate enriquecido por las y los senadores que de manera plural integramos la Mesa Directiva, nos hemos visto en la necesidad de comentar con ustedes que en las últimas sesiones la Cámara de Senadores ha sido el escenario de ríspidos debates, donde se han pronunciado en tribuna y entre ustedes, en las curules, diversos tipos de frases altisonantes, calificativos, insultos, aspectos despectivos, entre senadoras y senadores, entre senadoras y senadoras.
“Este pronunciamiento no tiene ningún objeto de personalizar los hechos, nos referimos a la conducta que debemos tener cada una de nosotras y de nosotros.
“Es por ello que tenemos que atender la no discriminación y la violencia en contra de las mujeres, de los hombres, de las y los integrantes de este cuerpo legislativo.
“El uso de esos adjetivos no debe ser propio de quienes integramos esta institución, que en palabras del filósofo romano Cicerón: “representa el alma, representa la razón y la inteligencia de la República”.
“Somos el Senado y entre las prerrogativas individuales de las y los senadores se explica el fuero constitucional, que engloba dos instrumentos de protección que esta mesa está obligada a guardar: la inviolabilidad de la función que ustedes tienen como senadoras y como senadores.
“Esta inviolabilidad significa que a las senadoras y los senadores no se les puede fincar responsabilidad por sus opiniones ni pueden ser reconvenidos por ellas. Y la inmunidad procesal, ya que no pueden ser procesados penalmente, salvo expresa autorización del órgano competente, lo que da una condición distinta a la de los demás ciudadanos, con objeto que pueda realizarse con independencia, con autonomía, sus tareas; con dignidad, con decoro, con respeto.
“En este contexto, esta presidencia de la Mesa Directiva, como representante de la Cámara de Senadores, responsable de dar curso a los trabajos parlamentarios que se desarrollan por la Asamblea y quienes la integran, y asumiendo que en este cargo se expresa la unidad de este órgano del Poder Legislativo Federal, hago un llamado, que comparto con la mayoría de las y los integrantes de la Mesa Directiva, un llamado a conducirnos en todo momento con respeto, con consideración y con prudencia, durante los trabajos que desarrollamos en este espacio del recinto parlamentario.
“Como una obligación de la Presidencia se concibe el cuidar que los miembros de la cámara guarden el debido orden y que las actuaciones de sus integrantes no paupericen sus perfiles como profesionales del quehacer público y político.
“En sesiones anteriores, podemos dar cuenta y así lo hace también la sociedad, los discursos en tribuna se han visto envueltos de emoción y la polémica por ello, sin duda. Les convocamos a encauzar sus intervenciones con la expresión de argumentos, de ideas, de debate, sí, claro; de diferenciación de proyectos, sí, es parte de la riqueza que existe en la pluralidad democrática.
“Es importante puntualizar que este mensaje que pronuncio no debe ser entendido como el llamado a quebrar el derecho de las y los Senadores y Senadoras, ese derecho con el que cuentan ustedes en el desempeño de sus funciones.
“Entiéndase este mensaje, este exhorto que nos hacemos, para cumplir puntualmente con la convocatoria y el mandato que la ley y el reglamento nos obliga a conducirnos como pares, tanto en las sesiones, como en las reuniones de los órganos de este Senado.
“Hago un enfático llamado a que juntos privilegiemos el debate, sin dirigirlo a asuntos personales, ya que sin ello la ofensa y las diatribas hace que las ideas se cancelen, rescatemos en nuestras intervenciones el prestigio del recinto de la soberanía popular.
“Les recuerdo que el debate libre y plural es la esencia de los parlamentos, el nuestro no puede ser la excepción, en nuestros debates debe permanecer, en todo momento, el respeto a ustedes como personas, como sujetos de derechos y de obligaciones a su vida pública y a su vida privada; dialoguemos, debatamos, argumentemos, aportemos con pasión como lo hacen todos los días pidiendo y procurando el orden que nos merecemos.
“La falta de decoro y el uso del insulto lastiman nuestra dignidad y reviste en el Senado el malestar político que provoca y que nos comentan los ciudadanos cuando regresamos a nuestras entidades federativas.
“Les conmino a que todos despleguemos la tolerancia mutua, a que nos aceptemos como adversarios legítimos, que privilegiemos la contención o la moderación a la hora de realizar nuestras intervenciones en tribuna, a que los senadores y senadoras honremos las normas democráticas no escritas, como guardar la protección a nuestra vida parlamentaria.
“Finalmente, convoco a los coordinadores, a las coordinadoras de los grupos parlamentarios, a la Junta de Coordinación Política para que conforme al reglamento y a la ley en la materia, promuevan acuerdos y motiven las conductas que sus integrantes parlamentarios debemos juntos mantener en un ambiente de cordialidad.
“Esta Presidencia y la Mesa Directiva mantendrá un diálogo interno para construir la gobernabilidad que nos compete realizar en los próximos 150 días que nos quedan al frente de este periodo; 150 días que nos quedan en el período ordinario y conforme a nuestra atribuciones legales y reglamentarias brindaremos todas las consideraciones a las y los Senadores para que puedan desempeñar sus funciones.
“Cuando la pasión nos gane tendremos que aplicar, con todo rigor, el Reglamento”, remató el presidente del Senado.
Ninguna sanción para el lenguaje soez o insultos
Pero la amenaza se queda en el aire, pues ni en la Constitución ni en la Ley Orgánica del Congreso ni el Reglamento de la Cámara establecen alguna sanción para el lenguaje soez o los insultos entre los legisladores.
Lo que más se acerca es lo que establece el artículo 10 del referido Reglamento en su párrafo V: Es obligación de los senadores “conducirse con respeto con los demás legisladores, así como con el personal que presta sus servicios al Senado y con las personas que participan o concurren a las sesiones y reuniones de los órganos del Congreso de la Unión”.
Asimismo, el artículo 21, inciso 2 advierte que “asimismo son responsables por faltas administrativas y a la disciplina parlamentaria en los términos de la Constitución, la Ley Federal de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, la Ley y este Reglamento.
Y el artículo 24, inciso 1: “Los senadores están sujetos a las normas de disciplina parlamentaria que establecen la
Constitución, la Ley y este Reglamento, en materia de asistencia, desempeño de función directiva, orden, uso de la palabra, uso de la tribuna, debates y votaciones, tanto en el Pleno
como en las comisiones y comités”.
Todo está bien, como enunciados, pero en ninguna parte se establecen posibles sanciones, pues los legisladores son inviolables por sus dichos.