Cada vez más alejado del pueblo
¬ Luis Ángel García miércoles 1, Mar 2023Por la Derecha..!
Luis Ángel García
La concentración ciudadana del pasado domingo en defensa del INE y del voto libre desbordó el Zócalo de la CDMX, como antaño lo hicieran -con acarreados-, las congregaciones del PRI con la nacionalización de la banca en 1982 o en el destape de los candidatos del partidazo; pero también la plaza mayor fue escenario de espontáneas manifestaciones que colmaron la plancha, como cuando el pueblo se volcó para apoyar la nacionalización del petróleo o el apoyo que recibió Cuauhtémoc Cárdenas como abanderado del Frente Nacional, en 1988, o el mismísimo López Obrador en sus cierres de campaña, incluido el rechazo a los resultados electorales y ordenó a sus huestes permanecer en plantón, por meses, en todo Paseo de la Reforma y Avenida Juárez, lo que causó un colapso económico a la ciudad por el cierre de empresas y los despidos masivos.
Fuera de esos episodios, las concentraciones se han realizado con tácticas del corporativismo de los institutos políticos que pretenden mostrar músculo. Las protestas, de todos los signos, entraron en una competencia de cifras. El partido tricolor y los movimientos de oposición se disputaban el honor de meter más gente al Zócalo. Tirios y troyanos han hablado, hace algunas décadas —cuando no había instrumentos confiables para contabilizar a los participantes—, de haber metido un millón de personas en las apretadas dimensiones del cuadrilátero que forman Palacio Nacional, el Gobierno de la CDMX, los portales, el Monte de Piedad y la Catedral Metropolitana.
Estudios matemáticos, apoyados en las técnicas topográficas y certificados por notarios han demostrado que un Zócalo al tope no rebasa los cien mil asistentes. A pesar de ello, siempre se da una guerra de cifras. Si la manifestación es del gobierno duplican y hasta triplican la cantidad, pero si son los grupos opositores los que realizan el mitin son ¡diez mil!
El domingo se desbordó no sólo la cantidad, sino el entusiasmo cívico. Sin autobuses, sin el ofrecimiento de dinero, sin las consabidas tortas y frutsis, miles de chilangos protagonizaron una super concentración, a la que han denominado la ola rosa; sin distinción ideológica o de clase, codo con codo se apretujaron los ciudadanos de a pie para escuchar las palabras sensatas del ex ministro José Ramón Cossío y de Beatriz Pagés, quienes hicieron un respetuoso llamado a los integrantes del máximo tribunal del país para que actúen de acuerdo al Derecho y no permitan se violente la Constitución.
Eso provocó el resquemor de la 4T, quienes se aprestaron a descalificar la espontánea manifestación ciudadana, regatearon el número de participantes para dejarlo en un magnánimo 90 mil, lejos se quedan de la realidad vivida el pasado domingo. El Presidente sabe que el humor social ya no está de su lado, que muchos sectores de la población están desencantados de la 4T por las promesas incumplidas y porque el pueblo bueno y sabio de a deveras no acepta el desmantelamiento del INE ni quiere regresar a los tiempos en los que el gobierno manipulaba los comicios.
Hay miedo en Palacio Nacional, no sólo por la concentración que convocó a diversos sectores sociales, sino porque es muy probable que los ministros de la Corte declaren inconstitucional sus reformas. De ese tamaño es el miedo, la 4T se juega el triunfo en las presidenciales del 2024, porque sin sus leyes secundarias, difícilmente podrá manipular los resultados electorales. Los once togados pueden mantener la imparcialidad del árbitro electoral.
Presumió el mandatario que él ha llenado 60 veces el Zócalo y se mofó de la expresión ciudadana, con la salvedad de que ahora lo hace con acarreados y ofrece espectáculos musicales caros para atraer a la gente. No lo van a ver a él o a escucharlo, van por la diversión y presenciar un espectáculo para el que no tienen los recursos para ir a un concierto. Así que el evento del próximo 18 de marzo quedará muy lejos de la concentración limpia y ordenada de los mexicanos que salieron a defender al INE. No fue la defensa de privilegios y de corrupción que pregonan en Palacio Nacional. Corrupción es querer robarse las elecciones.